Las potencias, a menudo, realizan ataques contra terceros países. Como Rusia sobre Ucrania, igual que hizo en el pasado contra Georgia. Como Europa en sus intervenciones en África para, por ejemplo, apoyar el derrocamiento de Gaddafi en Libia. Pero el mundo se detiene cuando son dos potencias las que se atacan entre sí.
Es lo que está ocurriendo este martes 1 de octubre. Irán ha anunciado que ha lanzado 200 misiles contra el centro de Israel, como respuesta a la invasión terrestre acometida por el Gobierno de Netanyahu en el Sur del Líbano. Teóricamente, para atacar a Hezbollah, la organización que más concienzudamente ha apoyado, por medios de ataques a tropas israelíes, a los palestinos de Hamas.
El rompecabezas de Oriente Próximo es también un efecto dominó. Porque Irán ha entrado en el conflicto de forma importante por segunda vez. La primera vez, en abril, a cuenta del bombardeo israelí a la embajada iraní en Siria. Mató a 16 personas, entre ellas, un general de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán. La noche del 13 de abril, Irán lanzó un ataque con 170 drones y 150 misiles. La inmensa mayoría no impactó, gracias al acierto del sistema de defensa israelí, pero también a la imprescindible cobertura brindada por EEUU, Reino Unido y, en menor medida, Francia.
Ahora, Irán ha anunciado un ataque sobre el que se venía especulando: "La respuesta legal, racional y legítima de Irán a los actos terroristas del régimen sionista, que incluyeron ataques contra ciudadanos e intereses iraníes y violaciones de la soberanía nacional de la República Islámica de Irán, se ha llevado a cabo debidamente", ha dicho en Twitter la representación de Irán ante la ONU. "Si el régimen sionista se atreve a responder o a cometer más actos de malevolencia, se producirá una respuesta aplastante. Se recomienda a los estados regionales y a los partidarios de los sionistas que se alejen del régimen".
Mientras tanto, Israel ha mandado a su población a refugiarse. Desde la tarde suenan las alarmas en poblaciones como Tel Aviv. EEUU ordenó al personal de su embajada que se dirigiera a sus casas y abandonaran las instalaciones, barajando la posibilidad de un ataque contra su legación. Joe Biden sigue el ataque desde la Casa Blanca y ha dado orden a sus fuerzas que, como hicieran en abril, contengan los misiles.
Todo apunta a que, como hace unos meses, es una maniobra controlada por parte de Irán: amenazar lanzando lo que sabe que Israel puede repeler junto a sus aliados. Pero un fallo en un sistema de detección, un misil cayendo sobre una gran población israelí, traería consecuencias imprevisibles. Se sobreentiende que no es lo que busca Irán, que en el comunicado adlanta que "no se atreva a responder", es decir, que no continúe la escalada. Pero el mundo, como se suele decir, contiene la respiración durante unas horas.
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