El ataque sin precedentes de Irán sobre Israel ha quedado, en esta primera batalla, en un susto. No hay balance oficial de posibles víctimas en territorio israelí, pero el Ejército habla de la neutralización del 99% de los alrededor de 300 proyectiles que Irán lanzó durante las últimas horas.
Un ataque que implicó el mayor riesgo para Occidente en décadas, la mayor amenaza de escaladas de un ataque a un aliado natural de Estados Unidos y de países de la OTAN, frente a un estado como Irán, una superpotencia con un gran desarrollo científico y militar, que durante los últimos días habló de "borrar del mapa" a Israel.
El sistema de defensa israelí, basado en seguimiento por satélite de los proyectiles, ha funcionado. La respuesta rápida de Estados Unidos y, en menor medida, de Reino Unido, fue un apoyo fundamental para destruir los misiles y drones directamente sobre el cielo, antes incluso de entrar en territorio israelí.
El objetivo de Irán fue la base militares de Néguev y no grandes ciudades como Tel Aviv o Jerusalén. En esa base se coordinó el ataque contra un edificio de Damasco, Siria, donde, teóricamente, el Ejército israelí trataba de acabar con dirigentes de Hamás, pero también supuso la muerte de miembros de la Guardia Revolucionaria.
Ahora, hay que esperar la reacción de las dos potencias. Por un lado, se espera que Israel devuelva el ataque a Irán. Estados Unidos pide calma. Netanyahu podría, en lugar de atacar Teherán, actuar contra países aliados de Irán en este ataque, como serían Yemen, Líbano o incluso Irak.
Por su parte, la inteligencia americana habló de un primer ataque de Irán, pero que podría durar varios días. En principio, eso parece descartado. "No deseamos continuar", habría dicho ya algún dirigente iraní. Los países de la zona han reabierto su espacio aéreo.