Un doble atentado ha dejado este pasado jueves al menos 90 muertos y más de 150 heridos en Kabul, la capital de Afganistán, incluidos niños, mujeres y personal militar de Estados Unidos. El ataque en la cercanía del aeropuerto, reivindicado por ISIS-K, el grupo de Estado Islámico enemigo de los talibanes, era cuestión de tiempo, tal y como se temían desde la Casa Blanca y otros países aliados.
A contrarreloj, en plena evacuación desde que los talibanes recobraran el poder el pasado 15 de agosto, miles de personas, tanto afganos como extranjeros, han ido desfilando por el aeródromo para poder escapar del país antes del 31 de este mes, fecha límite en la que los talibanes aseguran que cerrarán las fronteras. Sin embargo, como informa BBC, diferentes embajadas pidieron esta semana a sus ciudadanos alejarse de la terminal por temor a potenciales ataques que se materializaron finalmente este jueves.
"El Emirato Islámico condena de forma contundente los ataques que tienen como objetivo a civiles en el aeropuerto de Kabul", dijo en un tuit Zabihullah Mujahid, portavoz del Talibán que ya controla el país pero no el aeropuerto, que sigue bajo el mando de EE.UU.
Por su parte, el Pentágono confirmó que 13 militares estadounidenses perdieron la vida. El general estadounidense Kenneth McKenzie atribuyó el atentado a ISIS-K, un grupo de Estado Islámico (EI) en Afganistán que es enemigo de los talibanes. "La amenaza de Estado Islámico es completamente real. Sabemos que estos ataques van a continuar", agregó.
"No olvidaremos. Los perseguiremos y los haremos pagar", dijo el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en declaraciones recogidas por CNN, durante un discurso desde la Casa Blanca, horas después de que el Pentágono confirmara que 13 miembros del servicio habían muerto en los atentados suicidas en el exterior del aeropuerto de Kabul.