Miguel Cruz tiene una historia, pero en gran parte es de silencios. Porque para este cordobés, no es la de denuncias en el trabajo, protestas... Es la de una vida arrebatada, la de su padre. Murió en un accidente laboral cuando él solo tenía un año. Es el presidente de Avaela (Asociación de Víctimas de Accidentes Laborales de Andalucía). "Era camionero", explica a la voz, "tenía un camión de butano por el que repartía por la provincia de Córdoba. Unas jornadas tremendas, con muy poco descanso". Un 5 de enero de hace 51 años, en un banco de niebla espeso, chocó. "Pudo irse al otro carril, pudo ser cualquier cosa".
Era enero del 68. Entonces la legislación "era distinta. En mi casa solo se compensó por las pensiones de orfandad y de viudedad. Que yo sepa, no vino nadie de la empresa. Mostraron afecto, porque mi padre era una persona muy querida. Pero nadie pidió perdón. Los compañeros recogieron una colecta y se la trajeron a mi madre. Pero eso fue una iniciativa de los compañeros, no de la empresa". Miguel tenía una hermana mayor que él.
"La consecuencia de aquel accidente fue la pobreza. Tuvimos que dejar el domicilio en el que estábamos, que era alquilado pero por entonces mis padres se estaban planteando comprarlo. De intentar comprarlo, pasó mi madre a no poder pagar el alquiler. Nos criamos con mis abuelos maternos y en el primer momento que tuvimos mi hermana y yo, salimos al mercado de trabajo. Mi madre murió haciendo escaleras. Es una situación a la que estás acostumbrado desde pequeño, pero cuando te paras a pensar...". Su padre tenía apenas 33 años. Una vida truncada en un puesto de trabajo.
¿Ha cambiado mucho la legislación desde entonces?
En lo fundamental no ha cambiado demasiado. Tenemos avances. La Ley de Prevención de Riesgos Laborales es muy buena, una buena base para proteger al trabajador. El problema es que no se llega a implantar en la cultura empresarial y laboral. Responde a la filosofía de la prevención, pero no termina de calar. Se queda en cumplir en los papeles. No hay potencia en la inspección de trabajo. Lo más valioso en una relación laboral es una persona. Si la dañas, es irreparable, mucho más que cualquier descuadre en el balance. Los trabajadores ahora, como hace 50 años, son tratados como herramientas.
Lo más valioso en una relación laboral es la persona. Si la dañas, es irreparable, más que cualquier balance"
¿Suelen condenar a los empresarios ante estos sucesos?
Depende, hay casos... Pero es difícil. Los datos son más visibles cuando hay un accidente. Pero a la Justicia le cuesta dictar sentencias duras. Cuando hablamos no de accidentes sino de enfermedades laborales de causas difusas, hay mucha más dificultad. En Jerez está el reciente caso de Marcos Morales. Un compañero murió en otra fábrica de esta empresa y a su jefe sí le condenaron, porque sí vio una responsabilidad clara del empresario. En una fábrica de uranio en Jaén los trabajadores estuvieron trabajando con sus manos desnudas, provocando casos de cáncer y muertes. Se asociaron. Todavía no han logrado ningún resultado.
Entonces, algo falla.
Cada puesto de trabajo se plantea que no sea dañino para la persona, y que no la dañe en el tiempo. La ley lo desarrolla según cada sector. Los trabajadores deben tener su salud protegida. Y la salud no es solo el accidente, como una amputación de un pie, como hemos visto en un caso hace poco, o una muerte como la de Marcos, es también un bienestar psicológico, físico.
La crisis que viene no ayuda.
Desde la crisis de 2008 hasta aquí han aumentado los casos de ataques al corazón en el trabajo. Según estudios, viene causado por el drástico empeoramiento de las condiciones laborales. Tienen presiones añadidas, que hacen que no hagas valer tus derechos y que aguantes carretas y carretones. Eso genera una carga emocional en todos los sentidos, como en la ansiedad en la que llegan luego los percances. No tenemos color político en la asociación, pero sí creemos que la reforma laboral tiene medidas que hacen que la posición del trabajador sea cada vez más débil. En el caso de un accidente al salir de trabajar, con el coche, por ejemplo, puede ser un accidente de tráfico, pero no piensas en las preocupaciones que tenía para saltarse un semáforo, si se le acababa el contrato, el cansancio que arrastra, y eso hace que tenga un despiste puntual que cueste la vida o una discapacidad.
¿Cómo se soluciona?
La llave la tienen la patronal y los sindicatos. En aquellas empresas con una presencia sindical estable, la siniestralidad suele bajar. Hay excepciones y sindicalistas que no se portan con honradez, claro, pero en general hay menos accidentes.
Luego llegamos al autoempleo, la alternativa al paro, con unas condiciones muy complicadas.
Ahí entramos en la autoexplotación. Pero sí ha habido un avance, y es que las estadísticas de siniestralidad excluían a los autónomos en el Ministerio de Trabajo. Ahora se incluyen. Hay casos de gente que trabaja para sí mismo y se tiene que autoexplotar. Y luego están los casos de falsos autónomos, que las empresas piden que tengan una relación mercantil pero son trabajadores.
El horizonte es de que subirán los casos con esta crisis, entonces.
En la anterior crisis pegaron primero un bajón, porque la actividad económica se depslomó. Pero luego suben. En Andalucía, cada mes mueren 10 personas en accidentes de trabajo. Diez entierros al mes. Pero son la punta del iceberg. Si vemos estadísticas de accidentes graves, de invalidez permanente... Depende de qué grado obtengas de incapacidad, tendrás una vida al menos digna o una vida miserable.