Asediado por el sol que empieza a apretar desde bien temprano, cruzando esa miniferia de la parrillada con carnaza y la maceta de cubalibre a destiempo, el trasiego es incesante por todas las zonas de aparcamiento en los momentos previos al inicio de las carreras. Un camión de Red Bull tiene a tope a los Nirvana. Las neveras y las sillas de playa se echan al monte en tropel. Bocatas y sombrillas. Los datos oficiales hablan de unos 30.000 espectadores menos en esta edición, pero aún así, los más de 120.000 espectadores reunidos son más espectadores que en el Camp Nou. En la Super Bowl, que siguen millones de personas en todo el mundo, apenas hay unos 70.000 espectadores en el graderío.
Hay orden dentro de ese caos previo. Ha vuelto por todo lo alto el Gran Premio de España de Motociclismo al Circuito de Jerez tras dos años de pandemia y vuelve la liturgia del domingo de motos junto a la vieja Torremelgarejo. Enseñas varias veces el pase, cruzas un túnel, dos, y llegas por fin a destino: es la mesa presidencial. Después de recorrer muchas otras mesas de la planta segunda de la tribuna principal del Circuito de Jerez —en la planta alta están los megavip, donde no creo que falten croquetas— bajas, con tour guiado, al paddock, que es como visitar un concesionario de camiones, de casas-camión para ser exactos. Camiones con mucho pulimento y glamour, pero camiones al fin y al cabo. Vuelves arriba. Es como Fitur pero al lado de la carretera de Arcos. Y con una prueba de renombre mundial de fondo.
Tras el vallado, el asfalto echa humo y las motos lo atraviesan como un rayo. El sol radiante contribuye a caldear el ambiente. Comparece Juan Manuel Moreno Bonilla pasado el mediodía. Le sobra la chaqueta entre tanto apretón y tanto selfie. Pasillea como el que más, saludando a unos y a otros. “El Gran Premio en Jerez es Marca Andalucía”, comenta a los periodistas, celebrando el regreso del público a las gradas y el éxito entre administraciones para que la coordinación sea perfecta y todo salga de lujo. Junto a él, su inseparable Elías Bendodo.
Después de dos cervezas y un par de gyozas, toca un fino. Se escucha el zumbido de las motos de lejos. Desde la cristalera de una de las mesas se ve la pole position. Hay una banda de música, la orquesta Álvarez Beigbeder, y muchas paragüeras. Muchos políticos haciéndose la foto. Moreno saluda a Mamen Sánchez, alcaldesa de Jerez. Un saludo cordial, poco más. Ni rastro de "Mamen, ya hablamos de la ampliación de capital para salvar al Circuito". Nada. Mamen, ya en la mesa del Ayuntamiento de Jerez, no cree que haya habido menos ambiente motero en Jerez que otros años. Los tiempos están cambiando, pero hay quienes no calculan bien. Hay hosteleros cabreados que iban a hacer su agosto y no han visto un alma en el centro. Otros quieren hacer la caja de un mes en un par de días. “Hay más drones de la Policía que moteros”, raja uno. “Yo he visto mucho ambiente en la avenida de Europa…”, espeta otro. División de opiniones. "Aquí, echando el ratito", es el comentario socorrido más repetido.
En la mesa de Turismo Andaluz hay otro ambiente, como distendido, pero sobrevolando el cálculo electoral por el anticipo de las autónomicas del 19 de junio. Pasado mañana, como aquel que dice. Tampoco llegan con el ritmo esperado las croquetas. Juan Marín intercambia impresiones con el cronista: habla de su foto con el salvavidas en una entrevista este domingo en El Mundo —contento, está todo el mundo hablando de su foto: que hablen aunque sea mal—, dice que si saca uno o ninguno se vuelve a Sanlúcar, y lamenta que se haya “hartado de trabajar” para que ahora las mieles las disfruten otros. Moreno se ha ido al podio. Saludamos a Agustín Muñoz, ese político jerezano del PP que cae tan bien y que es director general de Protección Civil y de Emergencias en la Junta. Otro de los que comanda el operativo para que todo salga cronometrado.
En la barandilla del pasillo, conversamos con Abraham Granadino, antiguo concejal del PSOE, cuya empresa, una ETT, da servicio de recursos humanos a diferentes empresas con mesa en la tribuna. "Llevamos toda la semana trabajando aquí sin parar". Del actual agobierno local jerezano creo que no me falta nadie por esta pasarela del politiqueo local, provincial y regional. De la oposición, alguno que otro, pero son pocos los que no están. Unos y otros, arriba y abajo, van de mesa en mesa, de lado a lado, siguiendo de refilón las carreras, pero dejándose ver, haciéndose notar. Si no es una croqueta, es un chisme, una confidencia vuelta y vuelta. Un anticipo electoral a todo gas y unas municipales por venir.
Llega Juan Carlos Ruiz Boix directo desde la manifestación del Primero de Mayo en Cádiz. Siempre como con un punto acelerado que hoy, día de carreras en Jerez, tiene hasta sentido. Comparte arroz con Mamen Sánchez. Ya no está. Es Ruiz Boix: ahora lo ves, ahora no lo ves. ¿Y Juan Espadas? Alguien debería haberle avisado...
Me dicen que ya ha acabado la carrera. Ha ganado un italiano. Ni idea. Quiero saludar a Ana Mestre, delegada del Gobierno de la Junta en Cádiz —a punto de dimitir para ser número 1 del PP en Cádiz en las autonómicas— pero está junto a Juanma y, al cortar su conversación y reemprender la marcha, creo que se hace la despistada. A pocos metros de allí, sí saludo a Antonio Saldaña. Sonriente, con su largo carrete habitual. Varias puertas más allá, José Antonio Díaz, que habla de los aparcamientos gratis que van a poner en la Feria del Caballo. Y Paco Camas, tranquilo por lo suyo en la Faffe. "Eso es solo para desgastar, está todo documentado".
Regresa el circo de las dos ruedas a la ciudad y vuelve esta hoguera de vanidades al olor de la gasolina quemada. En apenas seis días tocará la Feria. Mírala cara a cara que es la primera (postpandemia). Consigo una croqueta con un pase VIP de los sencillitos, con el coche aparcado a dos kilómetros de allí y con el salpicadero marcando 43 grados en el exterior cuando llego. Sonrío. Puedes tener la tarjeta supermegavip del domingo de carreras y estar loco por las formas curvilíneas de una croqueta, codiciada fritura no siempre alcanzable hasta para esa supuesta crème de la crème. Todo puede cambiar en apenas una curva. Y cuántos políticos acabaron achicharrados, como San Lorenzo, tras pasar por esa parrilla de salida del Circuito jerezano.
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