Cuando anunció el presidente de la Junta de Andalucía que las elecciones serían el 19 de junio lo hizo señalando que era la fecha en la que se facilitaba una mayor participación. Elías Bendodo también esgrimió palabras similares cuando hubo quejas sobre la celebración de oposiciones en el sector educativo durante el mismo día de la jornada electoral, "siempre hay algo", afirmó el portavoz para decir acto seguido que se había elegido ese día entre otras cosas porque favorecía que la gente acudiera masivamente a las urnas.
Desde luego, sería extraño que un presidente, en el ámbito que fuera, pidiera a sus posibles electores que se quedaran en casa, aunque lo cierto es que, en el caso del Partido Popular, las altas participaciones en las elecciones autonómicas de Andalucía no han sido demasiado positivas para sus intereses. Partiendo de la base de que correlación no es causalidad, el historial electoral muestra que los mejores resultados de la derecha han ido de la mano de bajas participaciones. Esto va de la mano con la renta de los barrios. Los barrios populares y pobres, de tradicional voto socialista, tuvieron una abstención descomunal en las pasadas elecciones, Los Pajaritos o el Polígono Sur de Sevilla son ejemplos de ellos. En el lado contrario, los de mayor renta, como Los Remedios, mantuvieron el porcentaje habitual. "La derecha siempre vota", señalan de forma habitual los políticos de la izquierda.
Lo que es lo mismo, la izquierda se aleja del triunfo cuanta menos gente vaya a votar. Después de unos años de confusión, parece que algo ha cambiado en ese lado del espectro político. No sabemos si es tarde, pero el miedo a la derecha ha sido sustituido por un intento de activar y movilizar a las bases. Todas las formaciones, de una u otra forma, han experimentado este giro, aunque si una lo ha hecho de forma radical ha sido el PSOE. Los socialistas se enfrentan a las primeras elecciones andaluzas que afrontan desde la oposición y tras la experiencia de que los 400.000 votos que perdieron entre 2015 y 2018 volvieron en 2019 para votar a Pedro Sánchez.
En el PSOE, convencidos aún de su fuerza militante, llevan días hablando de que "hay partido" y de que "si votamos, ganamos". Por Andalucía, siguiendo el legado de Anguita, se basa en el "programa, programa, programa" para superar las rencillas y movilizar. Adelante Andalucía, por su parte, busca "un proyecto que ilusione" para que la gente no se quede en casa.
La derecha sólo ha sumado en una ocasión: 2018. Y lo hizo con la segunda participación más baja de la historia. Sólo el 56% acudió a votar. Sólo las elecciones de 1990 tuvieron menos participación (54%), lo que entonces no impidió que el PSOE arrasara. Por aquel entonces la derecha aún no estaba asentada ya que UCD había desaparecido y Alianza Popular se acababa de refundar para convertirse en el PP.
Antes y después, las elecciones en Andalucía siempre superaron el 60% de la participación. En una única ocasión, la cifra se quedó justo en el 60%: 2012, el año en el que el Partido Popular de Javier Arenas fue la fuerza más votada. En tres de las cuatro veces en las que la participación superó el 70%, los socialistas alcanzaron la mayoría absoluta. En la restante se quedaron a tres escaños. Ese porcentaje no se ve en Andalucía desde 2008. A partir de ahí, el descenso en la participación ha sido considerable.
En el PSOE cuestionan que haya un trasvase de votos masivo hacia la derecha, "nuestro enemigo es la abstención, que la gente se quede en casa", indican. Y es que a pesar de lo mucho que se habla de un posible giro sociológico en Andalucía, los datos no respaldan estas afirmaciones. En el último barómetro del Centro de Estudios Andaluces, el 48,9% se sitúa entre el 3 y el 5 en la escala ideológica, "la mayoría del electorado andaluz se considera de izquierdas", apuntan fuentes de Por Andalucía.
La candidata de Adelante Andalucía también ha dejado claro en varias ocasiones durante estas semanas que el rival no es la derecha "sino la abstención". "No hubo subida del PP, de hecho tuvo los peores resultados de su historia en Andalucía y el incremento de Vox no hubiera sido suficientes si los votantes de izquierdas hubieran acudido a votar y la abstención fue muy importante", defendió hace unos días sobre las elecciones de 2018.
En su formación creen que existe una "desmovilización" en los sectores de izquierdas que pueden aprovechar al ser una formación nueva. "Hay gente cabreada y desilusionada con el Gobierno de PSOE y Podemos. Tenemos que darles una alternativa", explica Juan Ignacio García, número dos por Cádiz. "Tiene que haber una oposición de izquierdas porque si no todo el descontento se lo va a llevar la derecha". Pero en la formación también señalan otro perfil menos politizado pero contrariada con la coyuntura económica actual a la que se le pueden plantear propuestas de forma clara que mejoren la vida de la gente.
En Por Andalucía no se separan demasiado de este diagnóstico, "pensamos que la abstención fue lo que llevó al PP a San Telmo en 2018, que fue la convocatoria con mayor porcentaje de gente que no fue a votar", responde uno de los miembros de esta coalición. En este sentido, tienen claro que la estrategia no puede basarse en el miedo, algo de lo que también huye su propia candidata, Inmaculada Nieto, "yo no me muevo en esos términos", contestó en su entrevista para lavozdelsur.es. En la formación señalan que el "principal objetivo es convencer a toda esa gente que por desánimo o falta de confianza no votó en 2018, ofreciéndoles un proyecto de Gobierno que transforme Andalucía".
Sacar conclusiones tajantes en una comunidad donde el dominio del PSOE ha sido tan aplastante durante toda la democracia se antoja complicado. Aun así, los datos también muestran que la suma de Adelante Andalucía y PSOE en 2018 recibió unos 700.000 votos menos de los que recibió la suma de PSOE, Podemos e Izquierda Unida en 2015. Unas cifras que apuntan mucho más a la capacidad de movilizar de las formaciones implicadas que a la división del espacio político.
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