Junio, nueve de la noche, calle La Palma. Donde caleteros y carnavaleros confluyen en su retorno a casa y en su llegada festiva. Festiva a medias, ya que este Carnaval de verano ha sido una experiencia a medio gas con respecto al ‘ilegal’ de febrero. “Nos esperábamos más ambiente, pero ha habido poquito durante toda la semana”, expresa uno de los camareros de la barra trasera del tablao de La Viña en Cádiz. Un barrio trabajador donde la izquierda es poderosa, pero el hastío compartido tambalea su posición en las próximas andaluzas.
“Vamos a girarnos un poquito y a mirar para La Caleta, que parece que somos un partido político”, ironiza Kike Remolino dirigiéndose al público, desde el tablao junto a su comparsa La boquita prestá. Minutos más tarde, durante la presentación, se escucha una letra de rabiosa actualidad: "Cádiz siempre opina, nunca permanece callá, jamás le hizo falta una boquita prestá". La poca afluencia de público se encuentra visiblemente emocionada, pero el paisaje no es propio de un jueves noche de carnaval, pues los huecos en la calle son más que evidentes.
Una vecina del barrio disfruta de la comparsa en un lateral de la calle. "La semana está siendo floja floja, estamos como en familia, con lo que esto ha sido, hija.... Este no era el tiempo, porque mira qué calor", comenta esta señora, que viste un fresquito traje floreado y presume de un visible moreno caletero. Preguntada por la situación política, responde con una sonrisa apresurada: "Yo no entiendo de política, pero voy a votar a Teresa Rodríguez, de Adelante Andalucía. A mi amiga Teresa, de aquí del barrio".
En las últimas elecciones andaluzas de 2018, Adelante Andalucía ganó en la capital gaditana con 17.306 votos, un 30,27% del total. Esa ilusión parece haberse evaporado entre los vecinos y la vecinas de Teresa Rodríguez, que vive en el barrio junto a su pareja, Jose María González 'Kichi', actual alcalde de la ciudad. El desencanto político se masca en el ambiente y en el barrio, concretamente, hay desazón con el matrimonio de políticos por el que depositaron su confianza en anteriores comicios.
La chirigota La Viña contrataca aguarda su turno de actuación. Uno de los miembros asegura que este Carnaval "está siendo una porquería y no solo lo digo yo, es lo que piensa la gente". A su juicio, "no puede haber un carrusel de coros cantando para dos personas". Y si hablamos de política, que arda Troya, o mejor el Parlamento. "Por mí que se pudran todos allí mismo y que viva la República", acierta a decir. "Salga quien salga nos va a robar, engañar y mentir", continúa. Poco tarda en salir el alcalde en la conversación, aunque la próxima semana se la juegue Teresa. "Al Kichi se le dio la oportunidad y la cagó, entonces la gente está aburrida", concluye este carnavalero, que aunque cansado de política, defiende el derecho al voto.
Muy cerca del tablao, en el Corralón de los carros, los forofos de El Manteca, ávidos de papel de estraza, se encuentran en la esquina aportando ambiente a la calle. Al fondo, un puesto de gofres regentado por dos hermanos gaditanos a los que les va a salir "a pagar" esta semana, debido a la falta de público. Sobre el 19J uno de ellos responde con onomatopeyas, que van desde el pitorreo al desprecio. "Ese es mi voto", asegura riendo. El hermano, por su parte, afirma que no ve a ninguno que le represente. "La gente está cansada y agobiada. No se puede confiar en nadie porque prometen mucho, pero cumplen poco", lamenta el más joven, que muestra su falta de motivación respecto al panorama político.
Los vecinos y las vecinas de La Viña viven la calle con alegría, aunque la decepción sea manifiesta. La barraca de María es muestra de ello. Allí se encuentran Teresa y Marijose rodeada de amistades durante la jornada laboral. "La semana va regular, aquí funcionan el viernes y el sábado, a partir de las 12 y media", comienza Marijose. Su compañera Teresa entiende que "esta no es la fecha del carnaval" y que tampoco "se ha tenido en cuenta que está El Rocío, la Feria de Chiclana", además de que "a las seis de la tarde no se puede ver un coro porque te puede desmayar, ni los niños tienen vacaciones todavía". Parece que todo son pegas, también para la política.
"Nadie sabe a quién votar y nos preguntamos entre nosotros", advierte Marijose. Teresa lo tiene más claro: "Yo dejaría a Juanma, no está haciendo las cositas mal", añade. Una vecina del grupo le responde con voz baja: "Bueno, la Sanidad está fatal...". A quien tiene claro que no va a votar es a su tocaya y vecina, Teresa Rodríguez. "Si el Kichi ya la ha liado aquí, imagínate la que puede formar ella en Andalucía. Yo me llamo Teresa, pero no soy de ella", espeta. Marijose no lo tiene claro, pero muestra su decepción con el alcalde, al que dice conocer personalmente, como tantas otras personas del barrio. "Vino con unas expectativas que no ha cumplido", dice.
La independencia personal y política entre Teresa y 'Kichi' es casi imposible de plantear en Cádiz, ya que se entienden como un pack indivisible. Y estamos a una semana de saber si el descontento local se reflejará en la candidatura andaluza de Rodríguez. Cerca de la calle La Rosa, Teresa, como toda madre viñera multitasking, lleva los mandaos en su carrito mientras porta a su niña menor y atiende el teléfono. La candidata no pierde un segundo en plena campaña y concilia con los trabajos reproductivos del día a día.
Su barrio está rebelde y quedan aún siete días para conocer el desenlace de una elecciones donde podrá haber sorpresas. Correos afirmaba ayer que las solicitudes del voto por correo habían subido un 98% respecto a las de 2018. ¿Habrá llegado Rodríguez a esos andaluces y andaluzas migrados de su tierra? ¿Qué pasará con todas esas trabajadoras hastiadas que dudan incluso si ejercer su derecho al voto? Alea jacta est en el gaditano barrio que desemboca en La Caleta, bastión de la izquierda de los currelas, en malos tiempos para la lírica política.