Llegar a Andalucía y autodenominarte como "Macarena de Graná" sin venir a cuento y sin haber estado más que de vacaciones en esta tierra no suena bien ni para un sketch de televisión. Mucho menos si tus aspiraciones son gobernar esa comunidad autónoma a la que llegas soltando un tópico tras otro y sin una demostración en los tres meses que las elecciones han sido protagonista de que se conoce realmente la tierra en la que aterrizas.
'Macarena de Graná' se puso un traje de flamenca para promocionarse dentro de su partido y demostrar que era la mejor candidata posible. Sin embargo, ha acabado convertida en una caricatura. 'Macarena de Graná' volvió a ponerse un traje de flamenca para acudir a la Feria de Abril y decir "aquí estoy yo", sin caer en que el traje de flamenca se lleva con naturalidad y casi sin darle importancia. Como algo que va intrínseco a la celebración de lo que no hace falta presumir. El traje de flamenca iguala y 'Macarena de Graná' quería que la diferenciase.
Una vez que se convocaron las elecciones vimos que su mano derecha, su jefe de prensa y gran implicado en la campaña electoral era Álvaro Zancajo. A Zancajo lo echaron antes de varios sitios, pero el último fue Canal Sur. Se marchó con eso de la 'derechita cobarde' por las interferencias del Partido Popular y volvió creyendo que esos meses en el cargo ya tenía todas las herramientas para convertir a una persona de alma castellana en la presidenta de la Junta de Andalucía. El resultado ya lo sabemos todos. Posiblemente, hasta un cono podría haber sacado los catorce escaños de Olona bajo las siglas de Vox porque la tendencia iba disparada. Necesitaban no meter la pata y la metieron hasta el punto de ofender.
Andalucía vio nacer a Vox y no es descartable que Andalucía haya comenzado a ver morir a Vox. Desde que irrumpieron en el Parlamento andaluz, la tendencia de la extrema derecha ha sido siempre al alza. Ninguna excepción. Elecciones tras elecciones. Hasta este domingo. Hubo una apuesta fuerte con Macarena Olona que ya había preparado su empadronamiento en la costa granadina. La vecina de Salobreña tenía una motosierra preparada para entrar en San Telmo cuando posiblemente no tuviera conocimiento ni de quién la acompañaban en las listas. Porque Vox ya tenía diputados andaluces. De extrema derecha, sí, pero conocedores de la realidad andaluza sin necesidad de llevarla a una comedia de las malas.
Con el traje de flamenca, el mantón de manila, el abanico y la flor de la cabeza Álvaro Zancajo creía que tenía la campaña hecha. Eso y mucho España. Sin tener en cuenta que en los sondeos casi un 70% suele afirmar sentirse tan andaluz como español. Olona quería ser andaluza, pero sólo en lo folckórico y como algo completamente excepcional. La Semana Santa o la Feria son cosas ordinarias porque ocurren cada año. Las celebramos y nos gustan pero sin imposturas más allá de que cada uno sea más o menos 'jartible' con sus fiesta favorita. Para Olona era como si sólo fuera a ocurrir una vez en la vida y con más interés en demostrar que en disfrutarlas. En hacer ver que nadie lo sentía como ella. Un error que lo único que refleja es que aquella imagen era falsa. Quiso hacer creer que todo lo andaluz había nacido desde el espíritu castellano y le salió mal. Lo andaluz lo prestamos a quien quiera, pero sin que nos pisoteen. Y eso mismo parece que cala hasta en el electorado de derechas.
El mejor marketing es el que consigue mostrar una cara natural. Aunque no sea esa la tuya. Y si no, que se lo digan a Moreno Bonilla. Olona en ningún momento logró quitarse la etiqueta de que no era andaluza. No por no haber nacido aquí sino porque cada una de sus actuaciones eran como si no hubiera nacido aquí y viniera de turismo. Su programa fue una muestra clara. Diez medidas vagas que podría haber presentado en cualquier comunidad autónoma. Es complicado que te elijan para representar si no conoces bien lo que le representa a tus posibles votantes.
Pese a cada una de sus imposturas donde Andalucía ha sido un parque de atracciones, la evidencia llegó en el segundo debate con una situación absurda pero mucho más profunda a la que ni Olona ni Zancajo estaban preparados para enfrentarse. El momento torrijas dejó claro que a la candidata de Vox le faltaba mucha agilidad. El resto se había tomado un respiro con bastante cachondeo donde las diferencias ideológicas quedaron al margen. La de Vox, sin embargo, aquello lo tomó casi como una ofensa, con una seriedad que no era lo que demandaba el momento. Quedó completamente fuera de juego.
Ya había dado alguna muestra tras el debate anterior de que no se encontraba demasiado cómoda con los términos en los que se había planteado la campaña de las andaluzas. Tras no ser protagonista en el primero de los debates a seis, hubo apagón informativo para pasear por los pueblos. Quién sabe si aquello tenía el objetivo de empaparse de algo de aquí de forma más natural. Pero esa etapa de la campaña tampoco brilló. De hecho puede ser que hasta sumara para el fracaso de su candidatura. El vídeo con el que decía ser afiliado del PP fue una muetra más de que todo era teatro. Su "qué pasa, pues" fue una señal de desorientación absoluta.
Sea como fuere, el destino de Olona está en las manos de Dios según ella misma ha dicho. Y junto a su persona estará Zancajo, algo que también estará en las manos de Dios. De momento, la estética rancia para ir a comprar el pan o la España una, grande y libre, donde Andalucía sólo sirve de pasatiempos, no ha calado entre la mayoría de andaluces. Porque aunque no se grite, Vox competía con el electorado del Partido Popular. Y el Partido Popular ha logrado mayoría absoluta.