En la década de los años 70 del siglo pasado, con la dictadura franquista dando sus últimas bocanadas, a las afueras de Puerto Real se planificó la construcción de una barriada, dentro de los Planes de Actuaciones de Urgencias, para solucionar el problema de suelo existente en Cádiz. A esa barriada se le dio el nombre de Río San Pedro.
En esos momentos se planteó “un proyecto megalómano donde venían a construirse más de 30.766 viviendas y albergar una población total de 140.000 habitantes, además de todo un tejido industrial”, como ha criticado en multitud de ocasiones la plataforma vecinal Río San Pedro.
Hasta el otoño de 1982 no se entregaron las primeras viviendas en una barriada joven, pero que ha envejecido muy rápidamente. “A medio acabar”, como la define la entidad vecinal, y confirman sus vecinos cuando lavozdelsur.es visita esta zona de Puerto Real, en pleno Parque Natural Bahía de Cádiz, en la que viven unas 6.000 personas.
El Río San Pedro, últimamente, ha copado titulares de prensa por el episodio de la tanqueta durante las protestas de los trabajadores del metal. La Policía Nacional utilizó este vehículo para reprimir disturbios, lo que provocó muchas quejas de vecinos, políticos locales y del tejido social de una barriada “deprimida” y “olvidada”, en palabras de sus propios vecinos.
En una más de las crónicas preelectorales que lavozdelsur.es está elaborando durante la campaña de las elecciones andaluzas, desde la barriada La Negrilla de Sevilla hasta Tomares, pasando por el Jerez rural, el vecindario del Río San Pedro muestra sus inquietudes y preferencias de cara al 19J, cuando los andaluces están llamados a votar (o no).
En el paseo marítimo de la barriada, donde apenas hay un par de caravanas, algunos paseantes de perros y algún intrépido pescador, se encuentra Alfredo Muñoz, caña en ristre. “Ya estaba recogiendo para irme…”, comenta nada más iniciar la conversación. ¿Ha habido suerte? “Qué va… Aquí el otro día pesqué el tapón de la Bahía, porque empezó a vaciarse”, comenta entre risas.
Alfredo es del Río San Pedro “de toda la vida” y siempre acude a su cita con las urnas. “Hay que votar. Al que sea, pero hay que votar”, insiste. “No soy de ningún partido fijo, del que mejor se explique y el que mejor lo haga”, advierte, pero confiesa que “con Juanma Moreno no veo que Andalucía tenga problemas”. “Si no sale por mayoría le va a faltar muy poco”, asegura, porque “no ha habido corrupción… o lo tendrá muy tapado”.
El pescador, jubilado, se acerca al paseo marítimo todos los días, “para echar el rato”, y distraerse. Durante la campaña electoral, cuenta que ha visto el debate provincial, pero no los de los candidatos a la Presidencia. ¿Qué le pareció? “Bien, cada uno cuenta sus mentiras a su gusto”. Y apostilla: “Mi padre decía que media España se levanta para engañar a la otra media. Es un dicho que es verídico”.
Alfredo es muy crítico, eso sí, con el estado de la barriada, que está “llena de boquetes, con los jardines sin arreglar…”. Su sentir también lo comparte otra vecina, que pasea con sus padres por el Río San Pedro. “Tengo ganas de irme, porque esto está abandonado”, confiesa. Y critica el estado de las calles, la falta de asistencia sanitaria los fines de semana o la ausencia de comisaría. “Aquí es donde más droga se junta, hace poco ha habido una pelea…”, comenta. Ella dice que no va a votar el domingo. “Me da igual, la política no me gusta, no voy a votar por nadie, me da igual quién salga o quién deje de salir”, insiste, porque “vote o no vote se hace lo que le da la gana al gobierno”.
Su madre, que escucha la conversación, asiente. Ella también quiere irse del Río San Pedro, después de llevar más de dos décadas residiendo en la zona. “Ya no aguanto más, cuando llegué no estaba así. Ahora solo hay droga y los chavales no tienen vergüenza, se meten conmigo…”. La madre sí votará. “Salga el que salga es lo mismo, pero tengo que ir a votar, porque después no me puedo quejar si no voto”, reseña.
En un parque de la barriada, unas pancartas blancas dejan patentes las reclamaciones de los vecinos. "Hartos de estar hartos: cables sin soterrar, pésimo servicio de autobús, aceras destrozadas, barreras arquitectónicas, centro cívico y pabellón cerrados, descarga de graneles tóxicos que incumplen la ley, iluminación de calles tercermundista". Las reclamaciones continúan en un poste con señales de madera: "Ratas, paseo marítimo sin farolas, calles oscuras, tardes sin punto limpio...". La lista es amplia.
"Ilusión por votar no tengo ninguna", comenta una mujer, que va con su carrito de la compra, cuando se le pregunta por el 19J. "Todos los que entran hacen lo mismo que el anterior. Todos prometen mucho y al final nada". Y luego matiza. "Supongo que iré a votar, pero no lo tengo decidido, pero hace tiempo que no tengo ilusión por votar", dice, antes de continuar su marcha.
Por senderos que discurren entre unos bloques van andando las hermanas Isabel y Carmen Rubio, ambas octogenarias. Isabel reside en el Río San Pedro, su hermana lleva más de 50 años en Barcelona, aunque ahora está de visita. "¿De qué vais a escribir, de que hay mucha mierda, no?", se arranca la primera. Cuando se entera de que la crónica va sobre las elecciones andaluzas, no tarda en confesar el sentido de su voto. "Voy a votar por los verdes, por mi perro", dice, en referencia a Pacma. "Para no darle el voto a ningún ladrón...", añade. "No creo en ninguno pero quiero seguir votando. Eso es lo que hay", remacha Isabel, empuñando su andador y siguiendo su camino.
Cerca del paseo marítimo, un hombre anda agobiado. En la mano lleva un papel con una fecha: 6 de julio. Ese día es el que tiene derecho a recoger comida en Cáritas. "¿Y mientras qué comemos en mi casa?", se pregunta. En la vivienda hay doce personas, que subsisten a duras sin apenas ingresos. "No tenemos para comer, me van a dar la vital (Ingreso Mínimo Vital), pero no llega", comenta. Él dice que el 19J votará, pero no da pistas. Demasiado preocupado está con la situación que tiene en casa.
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