Un día más, Pedro Sánchez sacó a pasear su Manual de Resistencia. El líder del PSOE prácticamente aguanta ya envites por inercia, algo que hace prácticamente imposible explicar los motivos para que, a pesar de la agonía que siempre le acompañe, acabe siendo el gran triunfador de cada momento político o, al menos, siendo el que no cae derrotado.
El 23J simplemente es un capítulo más en su historial. Seguramente ni siquiera sea el más heroico, pero sí el que le da sentido a toda la historia. Pedro Sánchez volvió a dominar las expectativas a partir de una campaña desenfadada y con clara tendencia ascendente. El Partido Popular cometió el error que comentieron sus rivales anteriores: sobrevalorar al líder del PSOE.
No hay que irse muy lejos para saber quién fue la primera en hacerlo. El ansia de Susana Díaz por quemar etapas y hacerse con el control del PSOE fue el pistoletazo de salida para crear el mito que rodea a Pedro Sánchez siete años después del 'golpe' que la que, por entonces era presidenta de la Junta, asestó al secretario general socialista para desbancarlo del poder y permitir que Mariano Rajoy pudiera gobernar. Aquel 1 de octubre en el que todo se llevó a cabo se convirtió en un trauma para la militancia socialista. Las heridas, más de un lustro después, ya parecen cicatrizadas completamente.
Lejos de renunciar a lo que había conseguido democráticamente a través de las primarias que se celebraron en 2014 (y en las que recibió el apoyo de Susana Díaz), Sánchez decidió autoproclamarse como el líder de las bases y emprendió el famoso camino con su Peugeot para recorrer pueblo a pueblo el país. Ni la oposición de Susana Díaz, ni el rechazo de Felipe González fueron suficiente para evitar que Pedro Sánchez volviera a dirigir el PSOE con el apoyo mayoritario de la militancia.
Una vez lograda la épica en el partido, le faltaba la épica en el país. El PSOE se encontraba bajo mínimos en el Congreso de los Diputados. Sin embargo, la sentencia de la Gurtel lo cambió todo. Sánchez no dudó y en su equipo prácticamente tampoco. En apenas 48 horas los socialistas prepararon una moción. De haber fracasado, Sánchez hubiera quedado tocado, pero no lo hizo. Dieron los números y la política española cambió. Ciudadanos lideraba las encuestas en ese momento, pero la maniobra del líder socialista provocó un cambio de tendencia.
Todo se confirmó en abril de 2019, menos de un año más tarde. El PSOE recuperó terreno para convertirse en la fuerza más votada, pero la tensión con Unidas Podemos provocó una repetición electoral. En la segunda, varios meses después, Sánchez reforzó su liderazgo y el pacto de legislatura se firmó en pocas horas.
Desde ahí ha mantenido un bloque de investidura muy cuestionado, pero eficaz. Entre medias la gestión de una pandemia y los efectos de una guerra. También un enfrentamiento interno en el Partido Popular. El PP parecía haber encontrado la fórmula contra lo que bautizaron como 'sanchismo' con Feijóo. De hecho, esta sensación se ha mantenido hasta una semana antes de las elecciones.
Feijóo, sustentado por las mayorías de Isabel Díaz Ayuso y Juanma Moreno y por los resultados de las elecciones municipales del 28 de mayo, sobrevaloró la capacidad de Sánchez para resurgir. El presidente del Gobierno volvió a mostrar su capacidad estratégica al convocar elecciones después de la pérdida de poder territorial que sufrió el PSOE en mayo. Un golpe de timón que ha terminado siendo decisivo.
Sin embargo la clave ha estado en la campaña electoral. El presidente hermético que se ha visto durante los periodos de gestión se convirtió en el candidato desenfadado en entrevistas de diferente tono hasta el punto de darle la vuelta al descalificativo de 'Perro Sanxe'. El líder socialista pudo haber parafraseado a Lopera en la celebración. Estaba en la UVI, pero Pedro Sánchez ya sabe lo que es salir de ella en varias ocasiones.
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