Como comparsista de corazón, José María González Kichi tiene querencia por La Viña. Por La Caleta, en particular. Allí celebró con euforia desatada, hace cuatro años, una victoria electoral que le revalidaba como alcalde de Cádiz. A un paso, a un concejal, de la mayoría absoluta.
En el colegio Santa Teresa, situado sobre la cantada playa gaditana, junto a Teresa Rodríguez, protagonizó este sábado su despedida de la política pública, la partidista y exhibicionista, la que pide votos y da discursos. De la otra, la personal, dicen que no se irán nunca.
Era difícil eludir la cursi metáfora del ocaso, presente durante todo el acto electoral
A 20 metros de la arena, a 50 de la orilla "de plata quieta", con el aforo ataviado como corresponde a la campaña electoral de verano y al entorno, el famoso atardecer caletero cayó durante el mitin. Al fondo, la ajogaílla de la bola roja en el horizonte parecía el decorado más propio para vivir un final.
Gran dirección de arte. Resultaba difícil eludir la metáfora cursi del ocaso, a cada momento. El de la jornada, el de un plan político que parece varado, el de las carreras públicas de dos de las caras más reconocibles en la zona durante los últimos años.
El ex alcalde de Cádiz -parece que hace una eternidad- y la ex portavoz del grupo parlamentario han sido las voces y los rostros más eficaces y atrayentes de Adelante Andalucía durante la convulsa existencia de esta formación.
La ex diputada roteña pasó de ser la novata objeto de burla por los socialistas veteranos en el Parlamento a erigirse como una de las mejores oradoras de la cámara. El ex alcalde fue durante ocho años la representación del carisma, al menos a escala local, para sus votantes y simpatizantes, incluso para algunos detractores.
Los dos reiteraron el mensaje nacionalista y declararon "envidia sana" por la representación política que tienen Cataluña o Euskadi
Este sábado reunieron a un centenar largo de seguidores en "acto central" de su campaña por un escaño en el Congreso de los Diputados de Madrid. Ni siquiera un discurso dotado de datos dolorosos e incuestionables pareció acudir en su rescate.
"La provincia tiene cuatro años menos de esperanza de vida que Madrid". "Cádiz tiene tantos parados como toda Galicia junta". "Cádiz tiene más desempleados que todo Aragón". "La provincia tiene las únicas cuatro ciudades de más de 50.000 habitantes de España sin conexión ferroviaria: Chiclana, Sanlúcar, La Línea y Algeciras". "Teruel, con la misma población que Algeciras, tiene representación parlamentaria propia, voz propia".
Esas frases, pronunciadas por Teresa y Kichi durante el mitin caletero y durante toda la campaña refuerzan la necesidad de una representación territorial propia para Cádiz y Andalucía.
Canarias, Cataluña, Euskadi o el recurrente caso de Teruel confirman que la fórmula 'qué hay de lo mío', a cambio de apoyo parlamentario, siempre ha sido rentable para las zonas que lo alcanzan mediante el voto.
La intención de resucitar el andalucismo tiene mal pronóstico según los sondeos. "Vimos en el debate electoral de este jueves, con sana envidia, como Oskar Matute y Gabriel Rufián defendían a sus pueblos, a sus territorios, desde posiciones de izquierdas", afirmó Teresa Rodríguez con tono de resignación.
El intento, según los expertos y los propios protagonistas, no cala. La proposición nacionalista vuelve a encontrar un vacío como respuesta. "Ganarán los de siempre y esos no somos nosotros", resumía con humor negro un dirigente de Adelante Andalucía antes de comenzar el acto.
Mal pronóstico electoral
Ninguna de las capacidades personales parecen salvar a Teresa y Kichi de una despedida de la vida política activa el próximo domingo 23 de julio. El constante conflicto a la izquierda del PSOE, con el cambio de Anticapitalistas por Adelante y los enfrentamientos consecutivos desde Vistalegre con Podemos y Pablo Iglesias, con Izquierda Unida en Sevilla, luego con Yolanda Díaz o la idea de Sumar, dejan en nada el talento político de ambos, sea mayor o menor.
El anuncio de dejar la actividad institucional, extemporáneo en el caso de Teresa Rodríguez, se suma a las circunstancias políticas adversas. Ellos eran el patrimonio de Adelante, el que fuera. Y ya no van a estar.
Tienen que asumir, además, la acusación de dividir otra vez el voto de la izquierda. En las últimas municipales tuvo nefastas consecuencias. Los cálculos dicen que junto a Podemos y alguna otra lista habrían conservado la Alcaldía. Casi dos meses después, Adelante Andalucía sólo presenta una lista provincial a las Elecciones Generales, la de Cádiz.
En las últimas elecciones municipales logró sólo diez concejales en toda la comunidad autónoma, seis de ellos en la capital gaditana. En esta ciudad, en su feudo, perdió casi la mitad de los votos que obtuvo en 2019. Las matemáticas les matan a cada paso.
La paradoja constante hace que la pareja aparezca en los carteles escoltando a la número uno, Pilar González, aunque nunca vaya a acompañarla en la improbable aventura parlamentaria. Ambos candidatos gaditanos piden el voto, ocupan los puestos dos y tres, pese a dejar claro que renunciarían al escaño en el remoto caso de conseguirlo. Otro choque entre idealismo, coherencia y decisiones personales.
"Llevamos casi 40 años mandando a 61 diputados y diputadas de Andalucía que no han dado la cara. Llevamos 40 años soportando sus traiciones, sus mentiras, esperando que alguna vez alguien dé la cara por esta tierra, alguien que lleve nuestro día a día, que transmita nuestra solución. Ese momento, compañeros y compañeras, ha llegado. Tenemos la oportunidad de colocar la agenda andaluza en Madrid, la agenda gaditana en Madrid, con una persona. Esa persona se llama Pilar González", concluía Kichi. Entonó bien las frases que sonaron tan hermosas como todas las promesas.
Luego se dispuso, como Teresa Rodríguez, a escuchar a la número uno de su lista. La playa es buen sitio para las causas perdidas, las más bellas, las que más melancolía causan. El mar empequeñece. Suele ser buen escenario para el adiós. De vuelta a sus institutos, como profesores ya reincorporados, parece difícil volver a ver a Teresa y a Kichi en un escenario levantando a la vez puño y tono, con el micrófono delante, con una utopía blanca y verde como forillo.
Parece que fueron a La Caleta a despedirse, de otro día de verano, del sueño ideológico que ahora defienden y de una etapa de diez años en la política.
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