La campaña electoral de verano alberga horrores y, quizás, errores. Seguro que incluye calores y novedades. Ofrece imágenes nuevas a un ritual necesitado siempre de sorpresas. Nadie se queja. Al menos no es lo mismo de siempre. Mezcla a partidarios con forasteros en idénticas proporciones. No es poco.
"Ah, politics", responden los visitantes cuando se les dice que en el escenario de la plaza de la Catedral de Cádiz, el segundo domingo de julio, no va a sonar flamenco ni van a bailar reguetón. Parece una atracción cultural. Pero es otra cosa. Muy otra.
Las familias de turistas españoles -¿por qué casi siempre son cuatro, sean dos parejas o dos adultos y dos niños?- o los de idiomas distintos sumaban tanto como los lugareños partidarios que iban a escuchar a la gran esperanza roja de las elecciones generales del 23 de julio: Yolanda Díaz.
La vicepresidenta y estrella intervino la primera, algo inusual en este tipo de actos
Las extrañezas o diferencias también toman el escenario, delante de la Catedral más joven de Andalucía. La vicepresidenta y ministra sale la primera, cuando la estrella siempre se reserva el último lugar para retener al respetable atornillado al suelo.
Cuando pisa el tablao entre vítores, banderas, aplausos y abanicos suenan las campanas a todo lo que dan. Son las ocho. Así que resulta fácil cronometrar. Cuando se despide, son las ocho y ocho.
En ese tiempo trata de ofrecer esperanza sobre el futuro laboral de la Bahía de Cádiz. La crisis industrial que ya dura 40 años, la que ha reducido el número de trabajadores en el sector naval a la décima parte, queda resuelta en ese tiempo. "Salimos a ganar y os digo una cosa, soy de una ciudad como la vuestra, que sabe lo que es el monocultivo de la industria", comienza Díaz.
La ministra en funciones se reunió antes con un centenar de trabajadores que protestan contra cuatro despidos en contratas de Navantia
Antes del mitin de bolsillo se ha reunido con un centenar de trabajadores concentrados a las puertas de la factoría de Navantia, en la carretera industrial. Protestan por el despido de cuatro compañeros a manos de una contrata.
Los sublevados, representantes de una clase obrera cada día menor, irrumpen después en la plaza, en el acto electoral, y se llevan la ovación de los cientos de espectadores y las preguntas de los cientos de forasteros que pasan (siempre estuvieron presentes en idéntica proporción).¿Quiénes son? ¿esto qué es? "Ah, politics, ok, thanks".
"Paro intolerable"
La ministra de Trabajo en funciones tardó tres años, de la legislatura que termina, en visitar Cádiz para interesarse por la situación laboral de la provincia con más desempleo de España. Ha tardado tres días de campaña en visitar la ciudad para ofrecer soluciones y esperanzas. "Las cifras de paro de vuestra ciudad no son tolerables. Hemos hecho mucho por avanzar, hemos mejorado mucho pero esas cifras no son tolerables".
Para resolver esa situación, para remediar el trasvase gigantesco de trabajadores de la industria naval a la hostelería o la emigración, asegura que "comarcas como la vuestra las vamos a industrializar, a reindustrializar". Para conseguirlo propone que la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) sea una "agencia real" que deje de depender "del Ministerio de Hacienda, ya sabéis lo que significa eso". A saber.
Los manifestantes irrumpieron en la plaza, en el acto electoral, entre la ovación de todos los asistentes
"Algunos han dicho que la política industrial es aquella que no existe, pero no es verdad. Cádiz va a tener futuro, un futuro industrial y laboral", afirma Yolanda Díaz. Presume de una reforma laboral que ha dado estupendos números y asegura que va a "seguir subiendo el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) y el resto de salarios", además de "reducir la jornada" para compatibilizar la vida laboral con la otra, la real.
Han pasado ocho minutos desde que empezó y se despide. Algo de sorpresa entre la multitud concentrada o en la gente de paso que, siempre en manga corta, siempre en pantalón corto, esperaba más discurso, más protagonismo, más palabras. Intervienen otros tres compañeros de formación, candidatos y dirigentes de Sumar en la provincia de Cádiz, pero ya todo el mundo está en retirada.
Rápida retirada
Yolanda Díaz tarda algo menos de dos minutos en desaparecer cuando acaba el acto. Se esfuma. Son las obligaciones del verano, la ubicación periférica y el transporte. La provincia de Cádiz está muy lejos de todo (hay quien piensa que es todo lo que está lejos de la provincia) y mañana habrá que seguir campaña en algún lugar distante. Hay prisa. Nos vemos, Cádiz. Hasta siempre.
Los trabajadores de las contratas del sector naval siguen gritando en la plaza. Así van a seguir mañana, este lunes, cuando la ministra en funciones esté lejos. Ojalá su breve receta sirva para paliar un conflicto tan antiguo y extenso. Parece complicado que ocho minutos sirvan para resolver 40 años pero será cuestión de creer. Cuestión de fe.
La tensión "polarizada" se deja ver entre tanto turista
El acto electoral de Yolanda Díaz comenzó con una declaración llamativa: "Vamos a remontar", aseguró la presentadora. Un espectador se volvió a su compañero, los dos ataviados con una cerveza y le dijo, "coño, que vamos perdiendo". Raúl Ruiz-Berdejo, el concejal jerezano que va en el número dos de la lista de Sumar en la provincia de Cádiz, tomó el relevo de la vicepresidenta.
Animó a los asistentes a "defender la alegría, a avivar ese fuego" que los propios oradores dan por débil. "Contra los derogadores y los privatizadores" asegura que va dirigido su discurso, uno que "entierra el miedo, el odio y el revanchismo de los que creen que estas elecciones están ganadas de antemano".
El público grita el célebre "no pasarán" de la Guerra Civil y el ambiente anacrónico también aparece cuando un grupo de espectadores se encara, y casi algo más, con un provocador que lanza mensajes de ultraderecha. La manida polarización se deja ver entre turistas, abanicos y calor, entre los que van a la playa y vuelven, entre los que buscan restaurante para su velada turística o se terminan el helado.
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