Juanma Moreno se toma la recuperación de la Alcaldía de Cádiz como algo personal

Para ser tan afable, cercano y empático, Juanma Moreno ha tomado como hábito en esta campaña electoral la impuntualidad. Como el mayor de los informales. Y eso que él fija la hora y el sitio. Otra vez con 50 minutos de retraso, como el sábado en el Teatro de la Tía Norica, como Pedro Sánchez en la víspera, en Jerez.

El presidente de la Junta de Andalucía confirmó con su tercera visita a la ciudad de Cádiz en 11 días de campaña (primer y segundo sábado, además de este último miércoles) que se toma la recuperación de la Alcaldía de Cádiz como un objetivo personal. Fue el propio líder andaluz el que decidió la presencia de Bruno García como número uno de la candidatura, frente a las opciones del pujante José Manuel Cossi (finalmente, número dos) y del anterior candidato a la Alcaldía en 2019 y portavoz en el último mandato, Juan José Ortiz.

Si las dos visitas anteriores habían tenido escenarios destacados, como el centenario Parador Hotel Atlántico y el teatro ubicado sobre el asentamiento humano más antiguo de la Península Ibérica, en esta ocasión fue a pie de calle, acera pura. Eso sí, frente al hospital universitario Puerta del Mar que el Partido Popular promete trasladar y reconstruir a poco más de un kilómetro, en el solar de la desaparecida factoría de Construcciones Aeronáuticas, al borde de la Bahía de Cádiz, junto a los barrios de Puntales y Loreto.

A por los socialistas "descontentos"

Su tercera y última llegada a Cádiz tuvo un mensaje claro, explícito, inusual en campaña por lo directo. Pidió a los vecinos, ante cámaras y micrófonos pero también uno a uno, que voten a Bruno García como alcalde, como le votaron a él hace poco. Tal cual. Se dirigió sin ningún tipo de maquillaje "a los que me votaron el pasado 19 de junio, a los que me dieron su confianza, que se la den a él ahora".

Con esa línea argumental, Moreno trata de trasladar a la ciudad gaditana el mismo trasvase de votos que le habría beneficiado hace 11 meses para obtener 58 diputados autonómicos y pide el respaldo de "los votantes socialistas descontentos con el Gobierno de Pedro Sánchez, con ese Gobierno Frankenstein que incluye algunos miembros que llevan al extremismo y la inestabilidad". Asegura que en Cádiz, de forma ocasional, también se ha dado ese fenómeno asociado a la amalgama de siglas ubicadas en el ámbito nacionalista y a la izquierda de los socialistas.

"Los que me dieron su confianza el 19 de junio de 2022 que se la den a Bruno García ahora"

El presidente, con ese mensaje ya propio de final de campaña, trata de recabar el apoyo de los que la teoría política definiría como socialdemócratas, "los moderados", también llamados centristas de modo coloquial y ambiguo. En definitiva, de todos esos votantes capaces de cambiar de papeleta y que habrían desequilibrado la balanza a favor de su mayoría absoluta en Andalucía hace un año.

"Estamos en la recta final. Pido para Bruno García un voto amplio, generoso, que le dé una mayoría suficiente para sacar a Cádiz del letargo en el que la ha sumido el actual Gobierno municipal. Para que Cádiz recupere el pulso y el dinamismo con un proyecto integrador y moderado. Bruno García, por su forma de ser y por su experiencia, representa a ese proyecto integrado. A cinco días para que los gaditanos voten, es la gran opción de cambio", resumió el presidente de la Junta de Andalucía.

"El PP es la gran opción de cambio para que Cádiz recupere el pulso y salga del letargo"

Una petición casi particular para defender una decisión personal: que Bruno García sea el aspirante a la Alcaldía de Cádiz. Juanma Moreno se juega su palabra, su fiabilidad dentro del Partido Popular de Andalucía. Sus compañeros gaditanos se juegan superar ocho años de ostracismo, el regreso a los 20 años de gobiernos locales representados por Teófila Martínez entre 1995 y 2015.

Muchas sonrisas y algunos reproches

La convocatoria consistía en un paseo por el barrio de La Laguna –ubicado junto al estadio de fútbol para los menos familiarizados con Cádiz–. Es una de las áreas de mayor densidad de población de Andalucía, con edificios altos y comercios apiñados en un área muy reducida, bajo el nivel del mar. El vecindario está lleno de pensionistas, funcionarios y estudiantes. Hay muchos pisos en alquiler. Es territorio favorable al Partido Popular, como buena parte de los extramuros gaditanos que flanquean las avenidas principales de acceso en coche. Otro asunto sería el casco antiguo.

El encuentro con los ciudadanos siempre reserva sorpresas y esta tercera visita de campaña del presidente las tuvo aunque moderadas. Todo es moderación alrededor del líder andaluz. Juanma Moreno y Bruno García mostraron cintura y capacidad de escucha, cercana a la paciencia. Aunque abundaron los abrazos, las sonrisas y los besos, los saludos a las familias con niños y toda la escenografía electoral más previsible, hubo reproches.

Nada más comenzar el recorrido electoral, una vez acabado el corro con los medios, pidió la palabra una mujer mayor ataviada con un andador. Esos complementos han aparecido por centenares en la ciudad -ya con uno de cada cuatro habitantes por encima de los 65 años- en los últimos diez años. La anciana le reprochó al presidente de la Junta que el SAS haya dejado de costear el calzado ortopédico que necesita, sólo un año después de que le aprobasen la ayuda. "Me voy a interesar por eso, esté usted segura", contestaba Moreno en una exhibición de la campechanía hecha marca personal.

Una compañera de quejas esperaba turno a dos metros. Se presentó como profesora jubilada y señalando al hospital Puerta del Mar le espetó al presidente: "Dijo usted que iban a bajar las listas de espera, que se iban a reforzar las plantillas, que habría más personal y todo eso no ha pasado. Eso [señalando al centro sanitario] está cada vez peor, está fatal". Moreno Bonilla insistió en las inversiones y en los esfuerzos que habría hecho su Gobierno autonómico en los tres últimos años pero aceptó que aún hay mucha tarea pendiente en la sanidad pública. 

Luego llegaron ya los apoyos, los abrazos, los saludos amables. Cuando recibía muestras de afecto, el presidente las compartía con Bruno García. A cada encuentro, más de una veintena, retomaba el argumento central de su tercera visita a Cádiz: "Bruno sí que es buena gente, es más buena gente que la mar", contestó varias veces a los que le halagaban por la calle. Besadle a él, besadle a él, parecía decir con su lenguaje corporal.

Tras protagonizar escenas clásicas de campaña como saludar a una familia con un bebé en una terraza, charlar con una madre y su hijo pequeño o entrar en algunos comercios, aún se encontró con otro ciudadano crítico. Con extrema corrección y tono muy bajo, despacio, con gran serenidad, este vecino cercano a los 60 años lamentó que la provincia tenga "las carreteras que tiene, que se haya perdido toda la industria, que no haya llegado el AVE ni se le espera ya". El presidente encajó el golpe, aceptó la parte que le toca y le concedió la razón en buena parte, con la promesa de seguir en la lucha.