En un artículo anterior nos ocupábamos de una de las “fake news” inventadas por el PSOE en su estrategia de aniquilación de los andalucistas, en esa ocasión con motivo de los pactos municipales que en abril de 1979 permitieron a la izquierda hacerse con el gobierno de las principales capitales y ciudades de Andalucía. Mi admirado colega y amigo Manuel Ruiz Romero me hace llegar un libro de texto de Historia Moderna y Contemporánea, que utilizan los estudiantes andaluces de bachillerato, que es una excepcional prueba de la persistencia en el tiempo de la que fue, con toda seguridad, la más monumental de esa serie de “fake news” diseñadas por el aparato de propaganda del PSOE, dirigido entonces por Alfonso Guerra. Dice el libro de texto (Vicens Vives, Barcelona, 2003, vaya tela, por cierto) en su página 50: “A pesar de la derrota legal [en el referéndum del 28-F de 1980] los grupos políticos andaluces mantuvieron el objetivo de desbloquear la autonomía, iniciándose separadamente distintas líneas de negociación en Madrid por parte del PSA y PSOE. Al final se impuso la estrategia socialista de reconducir la autonomía por el artículo 151…”
Nada está más lejos de la intención de esta breve reflexión que cuestionar la solidez científica del autor del libro, uno de los más brillantes historiadores de la Andalucía contemporánea. Lo que me interesa es llamar la atención sobre cómo aquella “fake news” sobre el desbloqueo del proceso autonómico andaluz, elaborada en el otoño de 1980, se ha instalado tan férreamente en el imaginario colectivo andaluz que sus ecos se mantienen, nada menos, que más de cuarenta años después. Ni el hecho de que en todos los manuales de Derecho Constitucional y en las distintas ediciones de Comentarios a la Constitución, incluida la colgada en la propia página web del Congreso de los Diputados, quede acreditado cuál fue la realidad jurídica y política de aquel proceso, exactamente el contrario al de la “fake news”, ha servido para superar definitivamente, al menos entre las generaciones más maduras, aquella gigantesca mentira. Aunque pueda ser acusado de practicar el “umbralismo”, tengo que hacer referencia a mi último libro (“28-F: toda la verdad sobre la conquista de la autonomía por el pueblo andaluz”), donde transcribo las actas del Congreso de los Diputados y las hemerotecas de aquellos meses, que documentan indubitadamente que la fórmula para desbloquear la autonomía andaluza fue la pactada públicamente en la Cámara legislativa entre el Gobierno y el Grupo Parlamentario Andalucista, esto es, la utilización del artículo 144 de la Constitución para acceder a la autonomía por la vía “rápida”, la del artículo 151, inicialmente prevista por el constituyente sólo para las entonces llamadas “nacionalidades históricas”.
Es cierto que, tras el fracaso jurídico, que no político, del 28-F, tal como se señala en el libro de texto, los distintos partidos políticos (no sólo el PSA y el PSOE, sino también el PCE y el ya diputado del Grupo Mixto Clavero Arévalo) plantearon iniciativas para desbloquear el proceso autonómico, pero ninguna llegó a buen puerto. Incluso en las jornadas inmediatamente posteriores a la terrible noche del referéndum, sólo los andalucistas y Clavero mantuvieron con firmeza que no admitirían otra autonomía que la del artículo 151, aunque esto, en cambio, ha sido devorado por la desmemoria. Como también ha sido radicalmente borrado de la historia el hecho de que la UCD y el PSOE pactaran juntos, justo dos meses antes del 28 de febrero, la Ley Orgánica de Referéndum que con sus draconianas condiciones hacía definitivamente imposible el triunfo legal en la consulta que iba a venir. Los diputados del PCE y el PSA lo dijeron alto y claro en aquella sesión del Congreso del 28 de diciembre de 1979: con esta Ley, UCD y PSOE llevan a Andalucía al matadero.” Pero la desaparición de las páginas de la historia de este pacto era también indispensable para la construcción de la “fake news”.
Sólo cuando un Suárez terriblemente acosado, del Rey abajo en todos los frentes posibles, intentó recuperar la iniciativa política sometiéndose a una cuestión de confianza en septiembre de 1980, el proceso se pudo desbloquear. Suárez pidió el apoyo a los andalucistas que, lógicamente, lo condicionaron al acceso a la autonomía por la vía del artículo 151. Fue entonces cuando se puso encima de la mesa utilizar la llave del artículo 144 para sustituir la iniciativa autonómica fracasada en Almería sin necesidad de repetir el referéndum. Esta fórmula ya había sido sugerida por Clavero Arévalo en un debate en el Congreso en el mes de junio anterior, pero había caído en el olvido.
Porque, precisamente, la estrategia socialista a la que se hace referencia en el libro de texto consistía en que se repitiera el referéndum en Almería, como se acredita en el cartel editado por el PSOE que aquí se ve y que, obviamente, nunca llegó a ser pegado en las paredes andaluzas y fue devorado por el polvo en las sedes de ese partido. No hizo falta repetir el referéndum: las Cortes Generales, por los motivos de interés nacional a los que se refiere el título VIII de la Constitución, declararon sustituida en la provincia de Almería la iniciativa autonómica con objeto de que se incorporase al proceso autonómico de las otras provincias andaluzas por el procedimiento del artículo ciento cincuenta y uno de la Constitución. Este que he reproducido era, literalmente, el texto de la proposición de ley orgánica presentada por todos los grupos parlamentarios y que también puede leerse a continuación, firmas incluidas. Un detalle que roza el esperpento: el único artículo de toda la Constitución que habla de sustituir una iniciativa autonómica por motivos de interés nacional está, efectivamente, en el título VIII. Es el artículo 144, naturalmente. Pero el PSOE exigió que este artículo no fuera citado, era tabú. Y aunque su uso era indispensable para el desbloqueo del proceso autonómico, como Gobierno y andalucistas habían pactado, su elipsis y la perífrasis del título VIII eran también indispensables, aunque para un objetivo poco jurídico y nada ético: construir la brutal “fake news” que desarboló al PSA-Partido Andaluz. Una gigantesca patraña de la que, posiblemente, jamás se recuperó y que marcaría decisivamente, en nuestra opinión, toda la historia posterior de la organización andalucista.
En muchas ocasiones, y así sucedió entonces en el caso del proceso autonómico andaluz, se acostumbra a elogiar la habilidad del constructor de relatos, de “fake news”, o de mentiras, que vienen a ser lo mismo, destinados a destruir al adversario y hacerse con la voluntad de los electores. ¡Gran éxito!, ¡qué jugada política más brillante!, eran, y siguen siendo, exclamaciones que acompañan a estas sinvergonzonerías. Sin duda, no dejan de ser pervivencias del pensamiento de Maquiavelo en los estados sociales y democráticos de derecho. ¿Pero son compatibles con la ética que debe estar presente en todas las actividades del ser humano, incluida la política? ¿O acaso la política es un campo en el que la ética no opera?