El PSOE ha logrado apuntarse un tanto con el que hace no tanto habría sido imposible soñar: teñir de rojo Cataluña. El PSC vuelve al poder después de que José Montilla dejara el bastón en 2010. 14 años han pasado en la comunidad con líderes independentistas. Desde que Artur Mas protagonizara el viraje de partidos que, hasta entonces, habían pactado con PP y PSOE, la política en Cataluña no se medía ya por derecha e izquierda, sino por independentismo y constitucionalismo.
Hasta Illa, que ha logrado amarrar un acuerdo con ERC -además de los Comuns, conformado por las formaciones de Sumar-, imponiendo así un nuevo tiempo. No contaba con ello. La lógica decía que Carles Puigdemont aparecería en la sesión y sería detenido al entrar o al salir, haciendo saltar por los aires la investidura. Pues ni Puigdemont ha sido detenido, a pesar de haber estado en Barcelona, ni se ha tenido que posponer la investidura de Salvador Illa.
La jornada empezó con un acto de Puigdemont ante el Arco del Triunfo de Barcelona, muy cerca del Parlament. Tras un baño de masas por la calle y 10 minutos sobre el atril, se ha dado a la fuga en un coche blanco. Propiedad de un mosso que ha sido detenido, con un segundo arresto de un agente que estaba fuera de servicio pero habría ayudado a Puigdemont a marcharse.
Horas después, lo que se suponía que iba a ser una entrega escenificada, ha acabado con Puigdemont apareciendo para elevar el enésimo pulso al Estado y las fuerzas de seguridad. La derecha ha salido en bloque contra Pedro Sánchez y el PSOE, al recordarles que ya dijo en su día que acabaría deteniendo a Puigdemont, pero hoy pacta con su partido y se le vuelve a marchar.
En realidad, el dispositivo era de los Mossos, la policía que dirige la Generalitat. Había intención de detenerlo, parece, pero no de hacerlo rodeado de miles de personas a primera hora, para evitar disturbios. Es lo que ha aprovechado el expresident.
Lo que no ha logrado es suspender la sesión. Junts lo ha reclamado, toda vez que Puigdemont fue elegido. Pero no. Ha continuado incluso con la presidencia del Parlament de un miembro de Junts, que no ha visto justificado acabar con la normalidad parlamentaria.
Illa ha prometido gobernar para todos, piensen o no como él. Una frase que es común en el primer día de trabajo. En esta ocasión, tendrá más que nunca que hacerlo, porque Puigdemont ha evidenciado que, en parte, el procés no acaba hasta que él diga. O le pillen.
Comentarios