Lo más importante de la llegada del 2025 es que ya se ve de cerca el 2026. El último verano era el ecuador de la legislatura de Juanma Moreno. Pero, desde entonces, cada pronóstico electoral, cada sondeo, parece más difícil de derribar para el PSOE. Esa necesidad de tener aspiraciones para los próximos comicios autonómicos ha precipitado la salida de Juan Espadas, que ha anunciado este martes que no concurrirá a las primarias para revalidarse en el cargo de secretario general de los socialistas andaluces.
Por esas cosas de los tiempos en la política, Espadas no ha querido ser quien dé ningún nombre. "Solo una opción podía llevarme a cambiar la opción de continuar". Es decir, que solo un nombre le animaría a echarse a un lado y ofrecer su apoyo a otra persona. "Necesitamos un revulsivo" en el PSOE andaluz, explicaba, y pasa de dirigir el partido a "apoyar otro proyecto". Hasta que María Jesús Montero no oficialice su candidatura, nadie, ni siquiera Juan Espadas, hablará en su nombre. Pero es ella, la vicepresidenta del Gobierno, la elegida finalmente por Pedro Sánchez para tratar de resucitar las opciones electorales del PSOE en Andalucía.
Al igual que Susana Díaz, María Jesús Montero es de Triana. Participó allí en el Movimiento Juvenil de la Acción Católica. De entonces, guarda buena relación con el cura Manolo Mallofret, de aquellos tiempos en la parroquia de Nuestra Señora de la O. Estudió Medicina también en Sevilla y fue creciendo en la gestión dentro del SAS, en el Hospital de Valme y luego en el Virgen del Rocío, del que llegó a ser gerente, hasta que fue nombrada viceconsejera de Salud.
Apenas duró un par de años en ese cargo, pues fue ascendida a consejera en 2004, con menos de 40 años, permaneciendo casi una década al cargo de la cartera que más recursos consume de la gestión en las autonomías. En 2013, Susana Díaz llegó al poder en la Junta y automáticamente mandó a Montero a Hacienda. Allí lidió con la crisis y con pactos a varias bandas, con IU de un lado y con Ciudadanos del otro, para sostener el Gobierno andaluz.
En 2018, con la sorpresiva e inesperada moción de censura de Pedro Sánchez, el recién elegido presidente la eligió para el Ministerio de Hacienda. Seis meses después, Susana Díaz era derrotada por un pacto de las derechas y, en cambio, Montero empezaba los años más importantes de su carrera política. De aquel primer gabinete, solo quedan Luis Planas, Margarita Robles y Fernando Grande-Marlaska. Pero de ellos, quien ha ascendido es Montero, desde diciembre de 2023 es vicepresidenta primera.
Ahora, le toca la vuelta a Andalucía. Pedro Sánchez es quien, parece, la ha convencido. Significa dejar despachos, reuniones internacionales, para ponerse al frente de un partido que necesita reivindicarse, recuperar el optimismo y convencerse primero de que puede ganar. No tendrá asiento en el Parlamento, así que enfrentará a Juanma Moreno desde las declaraciones en la calle. De dirigir España como segunda del Gobierno a los paseos en la calle y las ruedas de prensa frente a centros de salud. Por un tiempo, parece, se mantendrá como vicepresidenta del Gobierno, pero cuando se acerque la fecha de las elecciones andaluzas, tocará remodelar el Ejecutivo. Antes, será clave en la negociación de los Presupuestos Generales, que deben abrochar una difícil mayoría en el Congreso, pero que darán aire a Sánchez para el resto de la legislatura.
Seguramente, parte de la decisión que toma Pedro Sánchez tiene que ver con la capacidad comunicativa de Montero. Es capaz de levantar auditorios, de gritar sin chillar, a la antigua usanza de los discursos políticos. Por eso, quien empezó en la política sin ser aún militante, hoy es vicesecretaria general del PSOE. Propiciará titulares casi a diario. Y lo hará una persona conocida en las ocho provincias, con un altísimo grado de conocimiento entre los andaluces, lo que aumenta las posibilidades de un vuelco electoral.
En su contra, el PP no ha tardado ni una hora desde la marcha de Espadas en recordar su pasado en la Junta, que suena a caso ERE, un asunto en el que ella nada tuvo que ver, porque llegó a Hacienda cuando ya no estaban ni Chaves ni Griñán. En la misma línea se ha adentrado por medio de mensajes en redes Adelante Andalucía. Pero nunca estuvo imputada, ni investigada, ni nada parecido. Tampoco tardarán mucho el resto de partidos en insistir sobre Carlos Moreno, jefe de gabinete de Montero desde sus tiempos en la Junta, y a quien Víctor de Aldama acusa de haberle hecho favores dentro de la trama.
Es probable que Moreno acompañe a Montero en la aventura andaluza, ya que es su mano derecha, aunque es pronto para avanzarlo. Aún con eso, tendrá que montar su propio equipo, algo que irá avanzando a medida que se acerque el congreso regional en Armilla que la nombre secretaria general, o bien por aclamación o bien tras votaciones si prospera al menos una candidatura que obtenga los avales.
Sea como fuere, Montero apunta a 2026 con un estilo distinto a Espadas. Él ya ha anunciado que va a apoyar a ese "otro proyecto" que está por llegar, y que, ha venido a decir, le ilusiona personalmente. Antes del viernes, como muy tarde, será público el anuncio de María Jesús Montero, debido al calendario de primarias que justo se abre este martes 7 de enero. Juanma Moreno tendrá delante a una todoterreno. Tiene distancia en las encuestas de sobra, a día de hoy, para mantener la Junta, si no es en solitario, al menos con Vox. Salvo que la política dé alguna sorpresa. Como ya las ha dado en los últimos años. De haber dimitido Pedro Sánchez cuando amagó con hacerlo la pasada primavera, le habría tocado a Montero. Aquella pirueta no se dio. La de ser presidenta de la Junta está por verse.
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