Son casi las doce del mediodía y Guadalcacín respira tranquilidad a esta hora de la mañana. Otra cosa diferente es cuando se acerca la noche, momento elegido demasiadas veces en los últimos tiempos por los delincuentes para perpetrar robos y actos vandálicos en esta entidad local autónoma de Jerez.
El sonido de los pájaros y de alguna olla exprés se cuela entre la paz matinal de una ELA que, sin saberlo, está en boca hasta de la ministra de Hacienda, María José Montero, por una presunta empresa fantasma que ha recibido contratos y adjudicaciones de la Consejería de Fomento de la Junta de Andalucía por un importe de cuatro millones de euros.
Una de las vecinas de Guadalcacín, Bárbara Veas, es la que aparece como administradora única de Barveal SL, empresa que lleva sus iniciales y que tiene como sede el número 29 de la calle San Francisco. Un conocido empresario de la construcción, que no tiene nada que ver con esta historia, es el propietario de la vivienda. Dividida en dos partes y alquilada por sendas familias, en la parte de arriba es donde está registrada la referida empresa y donde reside su administradora.
Horas más tarde, el asunto llegaría hasta la sesión de control del Parlamento andaluz, pero por la mañana nadie sabía nada de la existencia en Guadalcacín de esta sociedad. Solo la alcaldesa, Nieves Mendoza, parecía tener cierta información al respecto. Al menos, hace unos días se pasó por la zona preguntando por las personas que vivían en ese número 29 que ha pasado a estar en el foco mediático.
Dos vecinas que guardan entre sus arrugas el paso del tiempo muestran una enorme sorpresa al conocer la noticia, que tratan de digerir, ya que no entienden que un escándalo de este tipo tenga como epicentro la casa que tienen justo enfrente. "¿Corrupción? Lo que le faltaba ya al pueblo", afirma una de ellas. "En la parte de arriba vive un matrimonio joven. Él es albañil y ella creo que peluquera", comenta la otra compañera de charlas y paseos.
En la casa no hay nadie. Ni en una planta ni en la otra. O no quieren abrir la puerta. Los vecinos comentan que por las mañanas no suelen estar ninguno de los residentes, que andan con sus respectivas ocupaciones y que llegan al caer la tarde-noche. "Ni por el asomo hubiera pensado que en esta calle tenemos una empresa fantasma", destaca Juan, un vecino que lleva toda la vida viviendo en el pueblo.
Según van pasando las horas y la noticia va llegando a los medios de comunicación, el runrún se hace presente y muchas de las conversaciones vecinales apuntan hacia la calle San Francisco. "El padre de ella es constructor y está bien situado. Si todo esto que se está diciendo es verdad, esta chica va a tener un serio problema", afirma una de las vecinas que representa la sorpresa que ha causado este tema en Guadalcacín.