Hace apenas seis meses, Vox agitaba el tablero político español anunciando la ruptura de los gobiernos autonómicos con el Partido Popular por discrepancias en la política migratoria y la acogida de menores no acompañados. Aquello supuso cambios importantes. Lo que hasta ahora había sido una relación 'natural' pasaba a tener cierto grado de incertidumbre. La formación de Santiago Abascal apretaba las tuercas a Alberto Núñez Feijóo de cara a la disputa de los votos en el nuevo ciclo electoral.
Dos meses antes de ese distanciamiento, PP y Vox estuvieron muy cerca de lograr en Sevilla un acuerdo que se había resistido durante el escaso año de mandato que los populares llevaban en el Ayuntamiento hispalense. Una coalición que estaba condicionada a las elecciones europeas y que, mediante intervención de la dirección regional del Partido Popular, saltó por los aires en el momento en que se conocieron las negociaciones.
Andalucía fue el lugar donde Vox irrumpió. Lo hizo en las elecciones andaluzas de 2018, año en el que llegó el final de la hegemonía del PSOE y el inicio del 'juanmismo'. Andalucía, al ser la primera comunidad en acudir a las urnas, también podía ser el primer lugar en el que Vox tocara poder. De hecho, los de Abascal enviaron a Macarena Olona para que se fuera familiarizando con lo que sería la vicepresidencia de San Telmo. Aquello no ocurrió porque el PP logró aglutinar votos desde todas las direcciones.
Sin embargo, Andalucía vuelve a estar en el foco de las relaciones de la derecha y lo ocurrido en Sevilla este miércoles puede marcar un antes y un después entre Partido Popular y Vox. La capital hispalense es la cuarta ciudad más importante del país y ha sido el lugar en el que ambas formaciones se han dado un apretón de manos para sacar adelante un presupuesto que supera los 1.000 millones de euros.
El acuerdo no lleva aparejado una coalición, pero sí cierta estabilidad. Además, en el pacto el PP ha aceptado varias de las reivindicaciones que Vox lleva por bandera y que permiten a la formación de Abascal apuntarse un tanto ideológico muy importante en materias como el aborto, la inmigración o la 'okupación'. "Con este apoyo de Vox al presupuesto se constata que estamos ante un tubo de ensayo de la ultraderecha", decía la socialista Sonia Gaya.
Mientras se negociaba hay que añadir que a Sevilla viajó uno de los hombres fuertes de Santiago Abascal. Ignacio Garriga estuvo en la capital hispalense hace unos días para mostrar su optimismo con este acuerdo. "Por fin vamos a sacar a Sevilla de la parálisis permanente en la que estaba instalada", aseguraba el secretario general.
Este acercamiento se enmarca en un contexto de política nacional en el que el Partido Popular comienza a hablar de forma repetida de una posible moción de censura para hacerse con la presidencia del Gobierno. Dicha moción necesita votos y, hasta el momento, el Partido Popular ha vivido en una situación muy complicada, ya que sus potenciales socios en materias económicas y sociales eran difícilmente compatibles en cuestiones territoriales.
Alberto Núñez Feijóo ha comenzado a hablar con mayor naturalidad de Junts, una formación a la que hasta hace nada los populares acusaban de querer romper España. Ahora el discurso se ha suavizado. El propio Juanma Moreno se ha manifestado en público a favor de esta relación.
La dificultad radica en convencer a Vox y a Junts al mismo tiempo, pero Santiago Abascal también se ha pronunciado recientemente. Según Abascal, Feijóo lo que debería hacer es abandonar la "cantinela" de la moción de censura y presentarla directamente para que una vez presentada el resto de partidos del hemiciclo, el suyo incluido, "se retraten". En la misma intervención, Abascal aseguró que no había avances para los presupuestos en las comunidades donde el PP depende de Vox. Una parálisis que se ha roto en Sevilla y que puede abrir el camino en otros territorios.