Pedro Sánchez ha sido reelegido secretario general del PSOE, tal y como rezaba el guión -y el sentido común-, en este congreso federal que celebra el partido en Sevilla durante el fin de semana. Lo ha hecho con más del 90% de los votos de los delegados, que han aprobado un comité federal continuista con Santos Cerdán y María Jesús Montero como secretario de organización y vicesecretaria general. Sin cambios en los puestos dos y tres del PSOE.
Pero lo más relevante era el esperado discurso que ponía el broche al cónclave. El presidente llegó a Fibes el sábado, pero sin articular palabra públicamente. Ni atención a medios ni desde ninguna tribuna. El sábado se reunió con todos sus barones autonómicos. Ha logrado que Emiliano García Page y Salvador Illa consensúen un texto sobre financiación autonómica. El PSOE ha decidido retirar la expresión Q+ de las siglas para definir el movimiento por la igualdad sexual, una victoria del feminismo clásico que impone su idea de lo LGTBI. Y ha anunciado el presidente una empresa pública estatal de vivienda que, teóricamente, puede colisionar con las competencias de las autonomías, para construir y gestionar VPO.
De lo demás, muchos estaban expectantes del gesto, de la interpretación de sus palabras. “Andalucía volverá a ser socialista”, ha dicho sin mencionar, calculadamente, a Espadas. Podría haber gritado un “Juan, serás pronto presidente”. Pero Sánchez ha decidido abstenerse este fin de semana, como ya explicaba lavozdelsur.es este sábado, y no decantarse ante la posibilidad de que haya primarias con un candidato de los críticos andaluces.
Un sector que sale nada reforzado en la conformación de la ejecutiva federal. No hay nadie de ese sector y sí varios barones provinciales y municipales que han dicho que apoyan a Espadas. Entre ellos, el alcalde de Chiclana, José María Román, que será responsable del comité de ética del partido, un cargo importante en lo que respecta a la retirada del carné del PSOE a personas investigadas, por ejemplo.
Sánchez ha celebrado que este congreso “fortalece” al partido, a través del debate interno, de la que salen muchas ponencias. “La militancia del Partido Socialista es el corazón del proyecto”. En su discurso, el secretario general ha atacado “las mentiras” de la ultraderecha. “Bulos de los intolerantes”. “Han llegado a la agresión verbal y física”. Un discurso que va, como buena parte del congreso, a la defensiva. “A cada ataque suyo, políticas progresistas”. Múltiples han sido las referencias de los ministros y ministras, entre otros líderes, que han criticado las aperturas de investigaciones. “Somos una fuente de fortaleza e inspiración para muchos partidos socialistas”.
En ese arranque defensivo, Sánchez ha mencionado que “en estos meses he meditado mucho qué hacer con mi vida”, tras el desgaste de la presión judicial sobre Begoña Gómez, como explicó en una carta tras un inesperado ‘periodo de reflexión’ en el que anunció que continuaría en La Moncloa. “Mi familia es víctima de los odiadores profesionales”. Pero “en nuestra responsabilidades, nos toca dar un paso al frente, no a un lado” cuando las cosas se ponen difíciles. Unas palabras que han levantado al público, y en primera fila, a la propia Gómez.
Al PP le ha dicho que antes era “un partido de Estado”, pero que ha dejado de serlo cuando ha introducido en sus gobiernos a la ultraderecha. “Los conservadores han perdido sus valores para caminar junto a los propagadores del odio”. Una derecha que va “contra todas las banderas de los socialdemócratas”, en igualdad o en la ciencia, a cuenta del negacionismo.
Sánchez ha pedido a los suyos que no hagan caso al “ruido” de tertulias y titulares para afirmar que, “con datos”, España “vive uno de los mejores momentos de la historia en crecimiento económico y empleo, en reducción de desigualdades y en paz social, en ejemplaridad, en convivencia territorial y en proyección internacional”. En esas, ha reclamado “poner de moda el optimismo”, y que “el gris cenizo se lo quede la derecha y la ultraderecha”. “Hemos hecho mucho con el viento en contra, pero imaginaos de lo que seremos capaces cuando sople a favor, y lo volverá a hacer”.
El acto, con el brazo izquierda, ha acabado cantando La Internacional. Pero como su fuera un festival de música, con las luces apagadas pero con los delegados con pulseras de luz que se encendieron cuando tocaba al unísono.
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