La conmemoración del quinto aniversario de la declaración oficial del estado de alarma sanitaria en España, el inicio estricto de la pandemia que impactó a todo el mundo a inicios de 2020 coincide en la provincia de Cádiz con la celebración del XXXIX Congreso Anual de Samiuc, la sociedad que agrupa a los médicos intensivistas y de urgencias en Andalucía.
La cita, de jueves a sábado, en el Palacio de Congresos que ocupa la antigua fábrica de tabacos de Cádiz era la ocasión más oportuna para hacer balance y ese recuerdo colectivo tiene forma de libro: Cuaderno de bitácora de la pandemia por covid-19 la UCI.

Ese título formal oculta un conjunto de testimonios, muchos de ellos con origen en la provincia, que tratan de dar forma al inaudito impacto, el golpe nunca conocido antes, que supuso la enfermedad respiratoria en el sistema sanitario gaditano, andaluz y español.
El doctor Ángel Estella es el coordinador del grupo de Enfermedades Infecciosas y Sepsis de Samiuc. Suya es también la dirección de esta obra que pretende ser documento histórico, profesional y científico basado en vivencias particulares.
"No se trata de un libro al uso", adelanta. De hecho, su finalidad es "que pueda ser útil para aprender de nuestros errores y también reforzar las cosas que se hicieron bien".
El título de la obra recuerda al que reciben "los diarios de la gente del mar, en los que resumen sus jornadas en tiempos de tormenta, por si pudiera ser de utilidad para próximos navegantes".
"Aquí hemos hecho igual, están recogidas sin modificación alguna las cartas que cada domingo desde marzo de 2020 hasta el fin de la pandemia emitimos a todas las UCI de Andalucía".
Tienen tono de "parte de guerra", incluyen conceptos tan subjetivos como los estados de ánimo de los equipos médicos y su enorme desgaste psicológico pero también otros más técnicos como la evolución de los pronósticos, los nuevos tratamientos y la organización.
Estella recuerda que las unidades de cuidados intensivos de Andalucía atendieron a 7.500 afectados por SARS o Covid. El resumen grueso que sale de los recuerdos y del libro es que fueron "los peores días" que han vivido en sus carreras. Ahora esperan convertir su recuerdo en "una información muy valiosa".
Cuaderno de bitácora de la pandemia está lleno de vivencias personales de los profesionales que trabajaron en la primera línea de fuego, las urgencias y los cuidados intensivos: "Muchos de nuestros compañeros dejaron de ir a sus casas tras las jornadas de trabajo por miedo a contagiar a familiares".
"Los que volvíamos a casa tampoco contactábamos físicamente con nuestras familias por temor a perjudicarles. Dejamos de visitar a nuestros padres, de ver a nuestros hijos, por trabajar en la UCI".
"Cuando se empezaron a flexibilizar las medidas de confinamiento no participamos, ni nuestras familias, en reuniones o actos sociales porque nos podíamos contagiar y no podíamos permitirnos enfermar, causar baja en el hospital", recuerda el especialista.
"Nos dimos cuenta de que nuestros sistemas de salud, que creíamos preparados, eran mucho más frágiles"
"Nuestras familias pagaron un coste que no les correspondía, que menos que reconocerlos en una dedicatoria", dice casi emocionado al recordar la crudeza particular e íntima de aquellos meses.
Estella cita la pandemia como un "baño de humildad" para la profesión y el sistema sanitario en Andalucía como en tantos territorios: "Nos dimos cuenta de que nuestros sistemas de salud, que creíamos preparados, eran mucho más frágiles de lo que pensábamos".
"Era impensable que situaciones como la epidemia de polio a mitad de siglo XX en Copenhague pudiera repetirse ampliada. No solo escasearon respiradores y camas, también elementos básicos como equipos de protección en los días iniciales. Nos vimos obligados a gestionar recursos en condiciones extremas".

Los aplausos de los ciudadanos, cada tarde, quedan como un recuerdo transformado en recuperada distancia entre los sanitarios y los usuarios. Con todo, se queda con una certeza: "La población se volcó con nosotros y percibimos que no estábamos solos".
El punto de vista, la memoria práctica, de los profesionales de urgencias y UCI es particularmente fecunda para toda la profesión: "No solo atendimos a los enfermos más graves, también lideramos la organización de recursos, coordinamos otras especialidades y generamos conocimiento en tiempo real".
"Es una especialidad en la que hay que tomar decisiones complejas a diario con una tradición fundamentada en el conocimiento del enfermo grave. Evidencia científica y ética al mismo nivel".
"La clave no estaba en tener cama física y respirador. Sin intensivista, sin enfermería, no cabe hablar de cama"
La falta de camas en las unidades de intensivos, en la zona cero del desastre pandémico, fue una de las denuncias más repetidas en aquellos días de hace cinco años. "La clave no estaba en tener cama física y respirador. Cada cama precisa de personal especializado. Sin un intensivista, sin enfermería, no cabe hablar de cama, fue un tema mal entendido por algunos".
El trabajo en UCI, especialmente en situaciones como la provocada por el covid-19 en marzo de 2020 "no va de intubar pacientes o ventilarlos bocabajo, va de tomar decisiones prudentes. Se tardan años en saber cuándo un tratamiento es el indicado".
El objetivo último de su formación, de sus vivencias, de este libro y de cualquier experiencia compartida, resume Estella, es "la toma de decisiones complejas en situaciones extremas. Entrenamos para eso, formamos equipos para eso, basándonos en el rigor científico y los antecedentes clínicos".
"Lo más duro fue ver la cantidad de pacientes que ingresaban en estado crítico y no poder garantizar los mejores recursos"
Preguntado por los momentos más difíciles en las UCI de Andalucía durante los peores días de la pandemia, afirma que "lo más duro fue ver la cantidad de pacientes que ingresaban en estado crítico y no poder garantizar que todos recibirían los mejores recursos".
"Hemos de aprender de lo vivido y preparar en condiciones de calma para la próxima ocasión que tengamos que afrontar algo similar. Hubo un abismo entre la ética del despacho y la que se ejerce a pie de cama".
"Ahora es momento de retomar lo vivido con calma y preparar un plan de actuación para el futuro", afirma el médico con tono optimista. Sin embargo, inmediatamente aparecen las incertidumbres: "Dudo que sea de interés, pero sería recomendable no tener que improvisar en la próxima tormenta".
"Hubo un abismo entre la ética del despacho y la que se ejerce a pie de cama"
Cuando habla, en un descanso del congreso que se celebra en Cádiz, es viernes 14 de marzo. Justo en la fecha en la que se cumplen 5 años del confinamiento "y parece haberse olvidado. Los que estuvimos ahí sabemos bien de lo que hablamos, de situaciones de final de vida, de buscar medios para comunicar los enfermos con sus seres más queridos".
Aunque parezca lejana la mayor crisis sanitaria de todas las generaciones que viven, por más que muchas personas hayan decidido comentarla poco y de paso como medida de autoprotección, los médicos que representa el doctor quieren recordar que se vivieron momentos de mucha confusión.

"En medio de la incertidumbre, algunas personas, algunos medios, promovieron tratamientos sin base científica. Fueron tiempos en los que hubo que combatir la charlatanería a través de las redes. El rigor científico y la prudencia han de caracterizar las buenas decisiones".
En ese mar de dudas y chismes, de negacionismo y miedo, la vacuna se llevó el premio a las sospechas de muchos. "Fue un antes y un después. La llegada de la vacuna redujo no solo el número de ingresos, sino también la gravedad de los casos".
"La vacuna fue un antes y un después. Su llegada redujo el número de ingresos y su gravedad"
Los que desconfían de la vacuna sólo merecen un dato, dice: "Pasamos de UCI saturadas con pacientes jóvenes y graves, a pacientes inmunodeprimidos o con otras enfermedades previas. La llegada de la vacunación se vio reflejada en nuestros informes semanales inmediatamente".
Cinco años después, con la situación superada, con aquel desastre inesperado y comunitario convertido en recuerdo, sólo queda intentar sacar conclusiones a través de testimonios como los de ese Cuaderno de bitácora: "Los médicos no queremos que se nos reconozca. Queremos que sirva para analizar lo que pasó, aprender de nuestros errores y mejorar la atención sanitaria para las futuras generaciones".