La Consejería de Salud y Consumo de Andalucía ha puesto en marcha una búsqueda activa de los casos leves de fiebre del Nilo Occidental (FNO) en las comarcas de La Janda (Cádiz) y el Bajo Guadalquivir (Sevilla), que históricamente han concentrado más del 95% de los casos confirmados en la región. Esta acción también se extiende a las zonas en alerta, con el objetivo de detectar posibles contagios y prevenir la propagación del virus.
El protocolo establece que todas las personas que acudan a urgencias en hospitales de estas áreas, y que presenten síntomas compatibles con FNO tras descartar otras enfermedades, se someterán a pruebas PCR para confirmar si se trata de un caso leve del virus. Este enfoque permitirá reforzar las medidas de control de los mosquitos, así como las campañas de sensibilización entre la población, con la finalidad de evitar casos graves y formas neuroinvasivas, como la meningitis, encefalitis o parálisis flácida, que son las complicaciones más severas asociadas al virus.
La fiebre del Nilo Occidental afecta en su mayoría a personas de manera asintomática, aunque aproximadamente un 20% de los infectados desarrollan síntomas similares a la gripe. Los casos graves representan menos del 1% de los infectados y suelen estar relacionados con daños neurológicos. Esta ampliación de la vigilancia en humanos es una de las principales novedades del Programa de Vigilancia y Control Integral de Vectores para la temporada 2025.
El programa para 2025 incluye una mejora significativa en el modelo predictivo de riesgo de circulación del virus, integrando los datos del CSIC-Doñana y los propios de la Consejería de Salud. Además, se han incorporado nuevas variables en el modelo, como el uso del suelo y la presencia de aves o mosquitos, con el fin de evaluar con mayor precisión las áreas más vulnerables.
Este año, el programa de vigilancia afecta a todos los municipios andaluces, ya que todos ellos están expuestos al riesgo de contagio del virus a corto, medio o largo plazo. La clasificación del riesgo ha sido simplificada, dividiendo a los municipios en tres niveles: alto, medio y bajo. Asimismo, se ha introducido la figura del "área en alerta", que se activa cuando el virus es detectado a menos de 1,5 kilómetros de una población o en caso de un caso humano confirmado durante la temporada.
La Consejería de Salud ha informado a todos los municipios sobre el nivel de riesgo en el que se encuentran, así como las medidas que deben implementar. Los municipios en riesgo bajo deberán contar con un Plan de Control de Mosquitos dentro de los programas locales de Desratización, Desinsectación y Desinfección. Además, se les ha recomendado realizar un diagnóstico de los focos larvarios cercanos a los núcleos urbanos y mantener una vigilancia constante.
En los municipios de riesgo medio, las intervenciones se concentrarán en la vigilancia y control de los focos de mosquitos en las cercanías de las zonas habitadas. En aquellos con riesgo alto, se extenderán las medidas a todo el territorio municipal, con un enfoque especial en los focos de mosquitos a menos de 1,5 kilómetros de las poblaciones.
Además, se ampliará la vigilancia entomológica con el incremento de trampas para la captura de mosquitos, que pasarán de 27 a 120 unidades, cubriendo todas las provincias andaluzas y comenzando en mayo, un mes antes que en años anteriores. Este esfuerzo se complementará con un incremento en la toma de muestras para detectar el virus mediante PCR.
Los objetivos de 2025
El programa de 2025 también incluye una movilización de recursos humanos y materiales en los municipios de mayor riesgo. Profesionales de la salud, como enfermeras y miembros de la Red Local de Acción en Salud (RELAS), se encargarán de promover acciones de prevención y sensibilización. Asimismo, se ha habilitado un segundo laboratorio de referencia en el Hospital Universitario Virgen del Rocío, que se suma al ya existente en el Hospital Universitario Virgen de las Nieves, con el fin de mejorar la capacidad de respuesta diagnóstica.
La coordinación con otras administraciones y la intensificación del trabajo conjunto con los ayuntamientos también son aspectos clave de este plan. Desde marzo, se han realizado visitas de los agentes de salud pública a los municipios más afectados, y se ha reforzado la comunicación con la población para asegurar que esta se convierta en un actor activo en la vigilancia y control del virus.
El objetivo de estas medidas es mejorar la preparación de los municipios para el control de los vectores, identificar precozmente la llegada del virus y ofrecer una respuesta más rápida y eficaz ante posibles casos de alerta. La Consejería de Salud espera que esta actualización del programa permita reducir la incidencia de casos graves y mejorar la gestión de la epidemia de fiebre del Nilo Occidental en la región.