Manuel Bustos, el cirujano que cose heridas y salva vidas entre el tercer y el primer mundo

Desde quirófanos sobrecargados en Andalucía hasta campañas quirúrgicas anuales en África, este especialista en digestivo lo tiene claro: "Los centros de salud necesitan más recursos, más profesionales y más apoyo"

Manuel Bustos posa en su despacho ante una foto de una de sus campañas y ropa típica del continente negro.
Manuel Bustos posa en su despacho ante una foto de una de sus campañas y ropa típica del continente negro. MAURI BUHIGAS

Que la Medicina, en mayúsculas, como deben colocarse los campos del saber, y más éste tan necesario y necesitado de manos, es una carrera vocacional, de las que nacen desde la cuna, es una verdad como decir que la sístole y la diástole hacen latir al corazón. Y entre los miles y miles de médicos, héroes de bata blanca que trabajan a lo largo y ancho de Andalucía, destaca, con cierta fuerza desde su pequeña atalaya de Mairena del Alcor, la figura de Manuel Bustos. A sus 64 años, vive con un pie en dos realidades completamente opuestas. Desde hace un cuarto de siglo trabaja entre bisturíes en el Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla, uno de los cinco más importantes de España, donde ha construido una sólida carrera como especialista en aparato digestivo. 

Sin embargo, cada año deja atrás su rutina diaria y cruza ese Estrecho de Gibraltar tan señalado con el dedo en los medios para llegar a África, donde ofrece sus conocimientos de manera altruista. Ya saben aquello que dice el refranero español: “Es de bien nacidos el ser agradecidos”. Y tanto que lo lleva a la práctica. En esas dos semanas en el continente negro, su trabajo como médico adquiere un significado distinto: opera bajo condiciones extremadamente precarias, con un equipo limitado y materiales reciclados que, aunque en España serían desechados, en África representan la diferencia entre la vida y la muerte para cientos de personas. Bustos es un médico entre dos mundos, uno donde la medicina está sujeta a las limitaciones y la burocracia de un sistema saturado y otro donde la medicina se practica en condiciones mínimas, pero con una necesidad que recuerda el valor fundamental de la sanidad.

“Llegué a África porque un residente me pidió que le ayudara a organizar un grupo e irnos de voluntariado”, recuerda sobre sus primeros viajes. Al principio, la idea de enfrentarse a lo desconocido, de operar sin las herramientas a las que estaba acostumbrado y de trabajar sin saber a ciencia cierta lo que encontraría al llegar, lo abrumaba. Sin embargo, fue precisamente esa incertidumbre la que le dio a su carrera un nuevo sentido. “El primer año fue horrible. No sabíamos ni por dónde empezar. Conseguir el material, la medicación, saber dónde dormir, comprar los vuelos… pero cuando estás allí, en África, todo el esfuerzo vale la pena”. Desde entonces, este mairenero y su equipo de Cirujanos en Acción en Sevilla se han convertido en un grupo constante que, cada año, organiza una expedición para realizar operaciones en zonas rurales y marginales del continente africano. Sus destinos han incluido Benín, Tanzania o Uganda, donde la sanidad es prácticamente inexistente. Y es que para el galeno, el trabajo en África es una oportunidad de redescubrir la medicina en su estado más esencial, una medicina de urgencia, sin burocracia ni políticas y donde el único objetivo es salvar vidas.

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Foto de una de sus intervenciones con su equipo médico. MAURI BUHIGAS

En los hospitales a los que llegan, la falta de equipo es angustiante. Llegar a un quirófano en el que no te encuentras nada. Nada de nada. Improvisando para poder operar. Una simple malla quirúrgica, hecha de polipropileno y desechada en hospitales españoles, puede convertirse en un recurso fundamental para tratar hernias en África, donde estas afecciones son una causa frecuente de muerte, algo impensable en territorio patrio. “Te puede llevar a la muerte si no se interviene”, lamenta. Por eso su ahínco recolectando materiales desechados para después esterilizarlos y empaquetarlos cuidadosamente con el fin de llevarlos en sus expediciones. Incluso las mallas quirúrgicas sobrantes, que aquí se cortan y desechan, son recolectadas para reutilizarlas en África. “Este es el compromiso de la gente del hospital. Mis compañeros de estéril se portan con nosotros muy bien, empaquetan y esterilizan las mallas para que podamos llevárnoslas”, comenta con una sonrisa.

Cirujanos en Acción

El apoyo de Cirujanos en Acción es clave para establecer un equipo estable conformado por cirujanos, anestesistas y enfermeros, quienes también financian parte de sus viajes y gestionan la logística de cada expedición. Con el tiempo, la organización de cada campaña se volvió más eficiente. Clave en la vida de Manolo Bustos fue la doctora Teresa Butrón. Desde Sierra Leona, recién aterrizada para una campaña con su equipo de Madrid, habla con lavozdelsur.es: “Manolo es un trabajador nato, con mucha humanidad y muy cercano. Siempre ha estado dispuesto a ayudar en todo, incluso en las duras jornadas que comienzan temprano por la mañana y terminan por la noche. Nos conocimos en congresos y desde el principio, se unió a nosotros junto con otros colegas”. 

Butrón alaba “su compromiso”, que considera clave en las misiones por toda África. Cirujanos en Acción es una fundación creada en 2011 que centra su labor en llevar atención quirúrgica a regiones desfavorecidas de África. Su principal objetivo es operar patologías como las hernias, que, al no tratarse, pueden llegar a impedir una vida normal o causar fallecimientos por complicaciones como la estrangulación. Además, se han incorporado intervenciones de tiroides y otras patologías de difícil manejo en estas zonas. El esfuerzo del equipo médico transforma vidas, reflejando el compromiso humano y profesional de sus integrantes, quienes trabajan bajo condiciones exigentes para mejorar la calidad de vida de sus pacientes.

Un equipo multidisciplinar

Manolo no viaja solo. A cada campaña, además del equipo médico, se suman en ocasiones especialistas en endocrinología, pediatría o incluso radiología, quienes complementan el trabajo quirúrgico en el terreno. “Hacemos lo que podemos. Limpiamos el quirófano, organizamos las camillas, operamos… Allí no importa el rol habitual de cada uno; todos hacemos lo que haga falta”, comenta, destacando que, en medio de esas condiciones, el trabajo en equipo se vuelve esencial. Bustos también se encarga de impartir docencia a los médicos locales y a otros profesionales de la salud que colaboran en las expediciones. “La medicina es cooperación. Enseñar y aprender al mismo tiempo. Para mí, ese intercambio es tan importante como las cirugías que realizamos”, subraya.

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Útiles de hospitales españoles que son reutilizados en África tras ser esterilizados. MAURI BUHIGAS

El código hipocrático se reinventa en África para poder salvar vidas con creatividad. Los médicos oriundos enseñan al equipo español cómo ellos mismos intentan suplir la falta de materiales con su ingenio. “Nos muestran qué técnicas han desarrollado para paliar las carencias. Se han vuelto verdaderos maestros en la improvisación y esa sabiduría es algo que me llevo a casa siempre”. Asimismo, la convivencia entre los miembros del equipo y los médicos africanos fomenta la cohesión y el respeto mutuo. Cada campaña finaliza con una reflexión en grupo, a modo de terapia. “Al final de cada día, compartimos nuestras experiencias, lo que funcionó y lo que podríamos mejorar. Lo hacemos con franqueza porque sabemos que estamos allí para crecer y salvar vidas juntos”, asevera.

No duda en mencionar la dureza emocional de sus experiencias. “He visto pacientes que no han tenido la oportunidad de recibir atención temprana y, a veces, ni siquiera básica. A veces tengo que decirles a sus familias que la intervención no será suficiente para salvarles la vida y eso es devastador”. Emocionado, recuerda a un niño de cinco años que no pudo salvar en una de sus primeras misiones. “Me cambió para siempre; me enseñó a no dar nada por sentado y a valorar aún más lo que hacemos en cada operación”, indica.

La sanidad andaluza: Quo vadis?

De vuelta en Sevilla, Manuel Bustos se enfrenta a una realidad opuesta: la de un sistema sanitario saturado y lleno de tensiones. Cada día tiene consultas de especialidad de 30 pacientes y en una mañana tiene que atenderlos a todos. “Esto no es sostenible, ni para los médicos ni para los pacientes”, lamenta. Según Bustos, el problema de la sanidad andaluza no solo se debe a la falta de personal, sino a la estructura y la inversión que deberían enfocarse en la atención primaria. El envejecimiento de la población y la gratuidad del sistema, explica, han aumentado de manera desmesurada la demanda de servicios médicos. En su opinión, es esencial que los profesionales de atención primaria reciban un mayor reconocimiento, pues son el “primer eslabón de la cadena” en el sistema de salud.

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Posando a las puertas del centro de salud de su Mairena natal. MAURI BUHIGAS

“La atención primaria está en crisis porque el médico de cabecera, que es quien realmente detecta los problemas y orienta a los pacientes, es también el menos valorado”, asegura. Considera que es imperativo ofrecer incentivos adecuados a los médicos de familia, tanto en términos económicos, como en reconocimiento y prestigio. Sin embargo, advierte que el problema de la falta de personal empeorará en los próximos años: “Muchos de los médicos que ahora se están jubilando fueron formados en un sistema que ya no existe y estamos perdiendo esa experiencia sin que haya suficiente reemplazo. Los jóvenes no quieren ir a la atención primaria, por el sueldo y las condiciones, que no son tan atractivas como en otras especialidades como la cirugía plástica”, explica con frustración.

Para este mairenero, el modelo actual necesita un cambio profundo: “Debemos generar una cadena de profesionales que consideren la atención primaria como un pilar de la salud, no como una estación de paso”. Además de la revalorización de la medicina de familia, Bustos propone que se fortalezcan las estructuras de colaboración entre los centros de salud y los hospitales para optimizar los recursos, evitar saturaciones y reducir las listas de espera. Sugiere que los hospitales y centros de salud colaboren en programas de intercambio, donde los médicos puedan rotar entre distintos niveles asistenciales. Según él, esto permitiría tanto la actualización profesional como la prevención de la saturación. “Imagina un sistema donde los médicos puedan trabajar unos meses en atención primaria y luego en un hospital, donde conozcan ambas realidades. Esto facilitaría que comprendan el sistema en su conjunto y ayuden a mejorar su eficiencia”, apunta".

Otro de los puntos claves es la necesidad de mejorar la organización y la gestión de los recursos en la sanidad pública. “El presupuesto de sanidad es limitado y aunque sería ideal que se destinara más, lo importante es priorizar bien lo que tenemos. Los centros de salud necesitan más recursos, más profesionales y más apoyo para poder dar la atención adecuada y no saturar a los hospitales”, defiende.

Un cambio de perspectiva: la lección de la cooperación

De vueltas con su labor humanitaria, Manuel Bustos regresa cada año de sus campañas en África con una nueva perspectiva que transforma su visión sobre la medicina y la vida misma. “África te da una claridad de mente, una percepción sobre lo que realmente importa impresionante”, asegura. Tras semanas enfrentándose a la escasez y a los desafíos de operar en condiciones de pobreza extrema, regresar a la sanidad pública andaluza le hace valorar los recursos y la infraestructura de un sistema que, a pesar de sus limitaciones, ofrece un acceso gratuito y universal que en otros lugares es impensable. “Lo que he aprendido allí es que la medicina es también adaptarse, colaborar y respetar las diferentes culturas”, añade.

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Varias figuras de hueso de sus estancias en África. MAURI BUHIGAS

Ese vínculo como raíces de baobab es una forma de reencontrarse con la vocación que lo llevó a estudiar Medicina. “Voy a seguir yendo mientras la salud me lo permita. Mi mujer me ha pedido que deje de ir, pero le he contestado que es mi único vicio”, bromea. Cuando vuelvo, ya no le importan las cosas materiales. Se da cuenta de que aquí la gente se preocupa de cosas que realmente no tienen tanta importancia. En este sentido, considera que el tiempo en África le ha dado la paciencia y la serenidad necesarias para afrontar los retos que la sanidad andaluza le plantea a diario y le ha enseñado a valorar los momentos de paz y reflexión.

Con su doble faceta de cirujano y voluntario, este mairenero con alma africana es mucho más que un profesional de la salud: es un hombre dedicado a su vocación, que entiende la medicina como una herramienta para cambiar vidas en cualquier parte del mundo, pero sobre todo donde más falta hace: en África. Como él mismo apostilla, “no se trata de tener más o menos recursos, sino de hacer todo lo posible con lo que tienes. Allí aprendes a valorar hasta la más pequeña contribución, porque sabes que para alguien, puede significar la diferencia entre vivir o morir”. 

Sobre el autor:

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Ezequiel García Barreda

(Carmona, 1985) Periodista, profesor de Secundaria, licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y máster en Dirección en Comunicación Empresarial e Institucional por la misma universidad. Posgrado en Lingüística Aplicada a la Enseñanza del Inglés como Lengua Extranjera por la Universidad Europea del Atlántico. Profesor titulado en Inglaterra y Gales. Comencé en 2003 en medios como Onda Carmona, TV Carmona, Estadio Deportivo, Grupo Publicaciones del Sur, 16 Escalones Producciones (Canal Sur) y, desde 2014, en las aulas y corresponsal para El Correo de Andalucía. En los últimos años, me he especializado en periodismo cultural, Geopolítica, Historia, Educación y el fascinante mundo de los libros. Y siempre llevando a Andalucía por bandera.

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