Más de tres horas de espera por una ambulancia en Jerez y al final tienen que contratar una privada

Una vecina de La Ina denuncia lo sufrido el pasado 29 de mayo con su padre, un hombre de 81 años enfermo, para el que pidieron una ambulancia a Jerez y, al ver que esta no llegaba, tuvieron que contratar una privada

Un servicio de ambulancia en el Jerez rural en una imagen de archivo.
Un servicio de ambulancia en el Jerez rural en una imagen de archivo. JUAN CARLOS TORO

Francisco Castellet, a quien todos llamaban Paco, vecino de la barriada de La Ina, en Jerez, sufría un tipo de demencia y era dependiente, pero podía hablar y expresarse, reconocía a todos sus familiares y hacía una vida relativamente normal, según explica su hija, Mónica: "se levantaba, se bañaba, desayunaba, luego nos íbamos a la calle, dábamos paseos...". El pasado 27 de mayo comenzó a sentirse mal, con fatiga y náuseas. Acudieron a su médica de cabecera y les recomendaron observarlo, ya que podía ser un cuadro de gastroenteritis. Aunque no vomitaba ni presentaba grandes síntomas, seguía sin tolerar lo poco que tomaba de alimento, según relata su hija. 

El 29, Mónica durmió con su padre y de madrugada tuvo fiebre, por encima de 38. Mónica fue de nuevo a consultar con la médica de cabecera y esta le dijo que quizá podía ser covid. Al regresar de la consulta, Mónica observó que su padre ya no tenía fiebre, pero "no estaba bien". En ese momento, llamaron al 061, y acudió un equipo médico al domicilio. "Les expliqué que estaba rígido, que no había podido tomarle la tensión por la rigidez del brazo y me preguntaron: ¿su padre normalmente está así? Les dije que no, que hace una vida normal, dentro de sus limitaciones. Cuando ellos vinieron, llevaba 16 horas sin hacer pis", relata Mónica. El equipo médico les dijo que podía tratarse de un cuadro de deshidratación, y se fueron tras comunicarles que mandarían una ambulancia a por él. "Pero no le dejan con un gotero ni con nada de medicación, a pesar de que nos dicen que es un cuadro de deshidratación. Nos dicen que le mojamos la boca con una gasita, y que mandan una ambulancia".

El relato de Mónica Castellet es uno de frustración e impotencia: "Pasa una hora y no vienen, volvemos a llamar al 061. Me dicen que están saturados, que cuando haya una libre la envían. A la hora volvemos a llamar y me dicen lo mismo". Esta jerezana explica que, por la rigidez de su padre, no podían introducirlo ni llevarlo en su coche al hospital. "Yo hablaba con ellos desde el salón, por no estar encima de mi padre, y oigo unos ruidos raros, voy corriendo a la habitación, y hacía como espasmos. Y les dije: mi padre está muy mal, muy mal... Y me dicen lo mismo, que no disponen de una ambulancia", cuenta.

En ese tiempo, Mónica también intentó llamar al centro de salud del que dependen y a Salud Responde, para ver si alguien podía orientar o ayudarla de alguna forma. Pero sin resultado: "En Salud Responde me dijeron que lo único que hacían era dar cita, pero que no podían atenderme en ese sentido". En ese momento se le ocurrió llamar a una empresa de ambulancias para ver si podían informarle del protocolo que se sigue en estos casos, y ver si, de alguna forma, podía dar con el motivo del retraso. Eran ya casi las 15.00, tres horas después de que el equipo médico del 061 abandonase la casa. 

Desde la atención telefónica de la empresa le informaron de que el protocolo lo establecía el médico que hubiera evaluado a su padre. "Yo le dije que no le habían dejado medicación ni nada, que no lo podía mover, pero que mi padre estaba muy mal. Y me dijeron: solo le queda el recurso de contratar el servicio de traslado. Yo ni sabía que eso se podía hacer, y le dije: ¿cuánto me va a costar? 75 euros. Se lo comenté a mi familia, porque también entraba la tesitura moral de por qué mi padre iba a tener que pagar una ambulancia", rememora Mónica. Finalmente, decidieron contratarlo y 25 minutos después la ambulancia llegó a la casa para trasladar a Paco al Hospital de Jerez. Mónica explica que, por responsabilidad, avisó al 061 para que ya no enviasen la ambulancia.

Allí estuvieron esperando un total de tres horas, con el padre de Mónica en una camilla en la sala de espera, hasta que les atendió una doctora y posteriormente otro médico, para confirmar que efectivamente Paco estaba muy grave. Les informaron de que el protocolo máximo de espera es de tres horas. "A las 19.30 le vio por primera vez un médico, desde las 12.00 que se fue el equipo del 061 de casa. Seis horas y media después. Eso es un crimen y no se puede consentir", expresa.

Finalmente, el hombre falleció unos días después, la madrugada del 1 de junio, en el Hospital. "Hubiera fallecido de todas formas porque tenía muchas patologías, una infección... Pero hubiera sido de otra manera", se sincera. "¿Por qué tengo yo que pagar una ambulancia? ¿Por qué nadie puede responder por el protocolo de atención? Yo sé que están saturados, pero ante una emergencia, ¿dónde llamamos? ¿Si llamo al 061 y me dicen que están saturados?".

Desde la Delegación Territorial de Salud de la Junta de Andalucía en Cádiz señalan sobre este caso que, tanto desde el Centro de Emergencias Sanitarias en Cádiz como desde el Hospital de Jerez "desean trasladar sus condolencias a la familia por su pérdida", y que "el paciente fue asistido en su domicilio por un equipo de urgencias de atención primaria, compuesto por un médico, un enfermero y un técnico de emergencias". Explican que el 061 recibió la llamada "solicitando asistencia para el paciente a las 11.45 y trasladó el aviso al equipo médico de la zona que se desplazó de forma inmediata al domicilio, donde tras valoración médica solicita su traslado al centro hospitalario por una ambulancia de la red de transporte urgente, que es anulada posteriormente por los alertantes". También señalan que una vez en el Hospital, el paciente, "como cualquier paciente que llega a Urgencias, es evaluado en función del perfil y de ahí se asigna una prioridad, se le realizan pruebas y tratamiento y las decisiones se valoran con el paciente o las familias en función del estado". Aclaran que por protección de datos no pueden facilitar más datos del caso concreto, "pero si la familia lo solicita tendrá toda la información".

Con su historia, Mónica Castellet expresa que quiere reivindicar, sobre todo, "la humanización en el trato" y que se refuercen los recursos. "Si hay una falta de recursos, que los pongan. Esto no puede volver a ocurrir. Mi padre tenía un derecho a ser asistido y no lo tuvo. Tuvimos que buscar un recurso privado y no es justo, porque ha trabajado toda la vida como un mulo, y prácticamente no ha necesitado médicos, y cuando los necesita no le responden", expresa.

También expresa su admiración y cariño por varios de los sanitarios que les han atendido en el tiempo que su padre ha estado enfermo, y también la labor de una enfermera que estuvo con ellos en las horas previas a su fallecimiento, en la que "ya no cabía más humanidad", según relata. "Esta gente sí que hace grande la sanidad", se sincera, y menciona a "la gente vocacional que con los pocos recursos que tiene hace un trato humano y las cosas más llevaderas, porque ellos lo están pasando mal. Que lo denuncien y se manifiesten, y yo estaré con ellos, por los recursos y por una sanidad pública de calidad".

Sobre el autor:

Alaia Rotaeche

Alaia Rotaeche

Graduada en Periodismo y Máster en Estudios Literarios por la Universidad Complutense. He pasado por medios locales, por comunicación política y de organizaciones y he participado en proyectos autogestionados. Me interesan particularmente la cultura, la política, las migraciones y los feminismos, e intento siempre tener la mirada puesta en quienes tradicionalmente han habitado los márgenes de la sociedad.

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