Monjas, rockeros, estudiantes... Jerez responde a la llamada del SAS para donar sangre

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Música celestial de fondo. Los bancos de la Capilla de las Angustias de Jerez están llenos de gente. Podría ser porque es hora de misa, pero no es el caso. Una buena causa ha movilizado a vecinos y vecinas este lunes 13 de enero. Donar sangre. Probablemente, la única forma de reunir en una iglesia a un rockero lleno de tatuajes, a dos monjas y a un cámara de televisión.

Presidiendo, la Virgen de las Angustias, y en los laterales, del altar, camillas con personas a las que no les importa recibir un pinchazo para ayudar a los demás. La escena es, cuanto menos, curiosa, pero muy común. Este templo se convierte en punto de donaciones con frecuencia. En los últimos días, el Centro de Transfusión, Tejidos y Células (CTTC) de la provincia de Cádiz ha alertado de que hacen falta donaciones con urgencia y la población ha respondido.

Desde el Servicio Andaluz de Salud (SAS), explican a lavozdelsur.es que después de Navidades puede haber un par de días de cierta escasez. “Máxime si, como ha sido el caso, se producen múltiples trasplantes en la comunidad”, añade. Sin embargo, desde el CTTC trasladan que “se han podido atender a todas las peticiones”. 

Tras haberse difundido por redes sociales que el Hospital de Jerez estaba suspendiendo intervenciones por falta de sangre, el SAS aclara que “los hospitales no han tenido que suspender nada por este motivo”. Eso sí, hace un llamamiento para que la población siga acudiendo a los puntos porque la sangre sigue siendo un recurso fundamental y siempre es bien recibida. 

Gregorio García, jerezano de 22 años, es una de las personas que está sentada en los primeros bancos. Acaba de donar y está tomándose un refresco. No es su primera vez, ya lleva casi tres años haciéndolo. “Una amiga me comentó que hacía falta en Urgencias, nunca había donado y me animé”, dice este joven cuya voz delata a lo que se dedica. Es cantante de ópera en la obra Macbeth, que se representará los días 24 y 26 de enero en el teatro Villamarta. 

Este lunes ha encontrado un hueco libre y se ha acercado junto a su padre. “Cada vez que puedo, vengo, no me supone ningún problema. Todo lo que sea ayudar a la gente”, comenta Gregorio, que se ha enterado de la campaña porque “no paran de bombardearme a mensajes”. 

En el banco de al lado, una madre y su hija también piensan que merece la pena. “Es la primera vez que vengo”, confiesa Rosa García, jerezana de 53 años. Siempre había tenido la inquietud y este ha sido el día. Su hija, Aitana Sibaja, de 24 años, la ha animado a ello. En su caso, es donante desde hace siete años. 

“Cuando cumplí los 18 años cayó en domingo, y el lunes dijimos todas las amigas, vamos a ir a donar juntas. Yo era la más chica del grupo y me tuvieron que esperar para poder ir todas juntas. Fuimos todas y desde entonces he estado donando”, dice Aitana mientras espera su turno. Para ella, lo más importante es “poder ayudar a la gente, es algo que se siente, que se lleva dentro, es un pinchacito de nada, no te enteras”.

En la mesa la espera María Alejandra Gallardo, médico del SAS, que se encarga de hacer una entrevista personal previa para comprobar si las personas son aptas o no. A veces, no solo basta con la buena intención. “De 60 personas que vienen, 10 son rechazados por anemia, por estar malos o haber tomado cierta medicación”, explica la sanitaria, que se dispone a mirar que los niveles de tensión estén dentro de la normalidad. 

También comprueba los niveles de hemoglobina, el hierro. “Siempre pedimos que tengan de sobra para poder regalar a los demás y así no provocar anemia”, explica Alejandra, que pregunta a los donantes si tienen tatuajes, piercings o se someten a acupuntura; si han tenido contacto con covid o si presentan alguna enfermedad crónica. 

Al otro lado, los enfermeros están al pie del cañón controlando las bolsas, realizando las extracciones y atendiendo a las personas que lo necesitan. Otras, están tumbadas, abriendo y cerrando las manos entre 5 y 10 minutos. “Como hay escasez de sangre, aparte de los mensajes se está llamando por teléfono”, comenta Ana Morales, enfermera del SAS desde hace 35 años. 

“Está viniendo bastante gente. Viene más o menos dependiendo de los llamamientos, de la época del año. En verano suele venir menos gente por el calor, las vacaciones. Y en Navidad es más reacia”, comenta la sanitaria mientras introduce la aguja en la vena de un donante. 

"Muchas veces se hace un llamamiento, no hay sangre y todo el mundo acude corriendo. Pero si lo hacemos de forma progresiva mejor, para garantizar que las reservas estén llenas”, dice Ana, que concreta que los grupos sanguíneos que más se necesitan son el A positivo y el cero, al pertenecer a estos la gran mayoría de la población.  

Desde la capilla, anima a seguir donando. “Siempre hace falta. La sangre tiene caducidad, aproximadamente dura 40 días”, añade.