Andalucía ha registrado un aumento significativo en los casos de enfermedades de transmisión sexual (ETS) entre las personas mayores de 65 años. En los últimos cinco años, los diagnósticos se han incrementado en un 215 %, siendo Sevilla la provincia que concentra la mayor parte de los nuevos contagios.
El fenómeno afecta principalmente a personas que han comenzado nuevas relaciones sentimentales tras enviudar o divorciarse. En este contexto, se han detectado con mayor frecuencia infecciones como la sífilis y la gonorrea, enfermedades que históricamente se han vinculado a otras franjas de edad pero que ahora están creciendo entre la población sénior.
Los datos apuntan a que aproximadamente el 75 % de los nuevos casos corresponden a mayores que han rehecho su vida afectiva sin adoptar medidas de prevención adecuadas. El uso del preservativo y las revisiones médicas periódicas siguen siendo poco comunes en este grupo, lo que incrementa el riesgo de transmisión.
El tabú de la sexualidad madura y la falta de información
Especialistas en salud sexual indican que el envejecimiento de la población y el aumento de la esperanza de vida han transformado el panorama afectivo y sexual de las personas mayores. Sin embargo, la educación sexual no siempre acompaña estos cambios. En muchos casos, la libertad afectiva viene acompañada de un desconocimiento de los riesgos asociados a las ETS.
El problema no reside en el deseo, sino en la ausencia de prevención. Las clínicas especializadas señalan que aún persisten tabúes en torno a la sexualidad en la madurez, lo que dificulta una atención médica adecuada y sin prejuicios. Es fundamental ofrecer un entorno sanitario profesional, donde se incluyan chequeos específicos y pruebas de detección precoz para mayores de 60 años.
Una de las principales barreras es la creencia errónea de que las ETS solo afectan a la población joven. Esta percepción errónea lleva a muchas personas mayores a no utilizar protección durante sus relaciones íntimas, aumentando así las posibilidades de contagio.
Urge adaptar la atención sanitaria a una nueva realidad demográfica
A la falta de información se suma la carencia de programas de educación sexual orientados a la tercera edad. Este vacío formativo impide que muchas personas mayores identifiquen comportamientos de riesgo o adopten hábitos saludables en sus relaciones afectivas y sexuales.
Los profesionales sanitarios insisten en que el aumento de la longevidad debe ir acompañado de una mayor conciencia preventiva. En este nuevo contexto demográfico, los chequeos urológicos y ginecológicos periódicos no deberían limitarse a la población joven, sino extenderse a todos los grupos de edad.
Vivir más tiempo también implica cuidarse mejor. La atención médica y la educación sexual adaptadas a las necesidades de los mayores son claves para abordar un problema que, si bien aún es invisible en muchos casos, ya muestra señales claras de expansión.