Un 16 de mayo de 1995 fallecía en Madrid a los 72 años de edad Lola Flores. La artista se convertía en leyenda. Más de 150.000 personas pasaron por la capilla ardiente para darle el último adiós a La Faraona.
Su entierro en el cementerio de La Almudena se convirtió en un acontecimiento en la historia de España. Todavía, casi tres décadas después, el panteón donde reposan sus restos sigue recibiendo visitas de fans que no olvidan a una artista inigualable.
La jerezana más universal, que el año pasado fue recordada en su ciudad y todo el mundo al cumplirse el centenario de su nacimiento, marcó a varias generaciones que siguen manteniendo vivo su legado inmortal.
De Lola se han escrito ríos de tinta. Fue una adelantada a su época, la primera de las influencers. Llevó a la copla a versiones 2.0 introduciendo otros estilos y géneros como el rap. Su forma de ser y de vivir la hicieron diferente, única.
En esa herencia audiovisual que ha dejado se encuentran momentos míticos como el día que se le cayó el pendiente durante una actuación en el Florida Park. "Se me ha caído un pendiente. Perdón, pero se me ha caído un pendiente de oro. Ustedes me lo vais a devolver porque mi trabajito me costó. Muchas gracias de todo corazón, pero el pendiente, Íñigo –por el presentador José María Íñigo– no lo quiero perder, por favor", comentaba al tiempo que intentaba retomar su actuación.
Célebre es su frase "si me queréis, ¡irse!" durante la boda de su hija Lolita en Marbella en el año 1983. Una frase lapidaria que sigue empleándose a día de hoy y que ha sido ilustrada en camisetas, tazas, felpudos y numerosos objetos.
El humor de Lola también era muy valorado por quienes la conocieron. Hace treinta años protagonizó un instante de oro en la tele durante el programa La Clave que presentaba José Luis Balbín. Preguntada por los motivos por los que había abandonado la bata de cola, la artista jerezana señalaba: "Pero cuánto hace que no me veis. Si no me la quito. Moriré con ella, espero que no en el escenario. Pero a lo mejor pido que me la metan en la caja". Y tras un silencio, añadió una puntualización: "La bata de cola".
Los problemas con el fisco le llevaron a mostrar su lado más amargo y triste, pero hasta en esos momentos Lola era genuina. Solo a ella se le podía ocurrir pedir ayuda de una forma tan curiosa. "Si una peseta me diera cada español, pero no a mí, sino a donde tienen que darla, quizás saldría de la deuda".
Un legado de Lola Flores que por fin cuenta con un sitio al que visitar para ver algunas de sus batas de colas, joyas y pertenencias. El Museo de Lola Flores, que se abrió en Jerez en marzo del año pasado, guarda parte de esos recuerdos eternos que siempre irán acompañados a la figura de una mujer irrepetible.