Al filo de las dos de la tarde, hay tres urnas repletas de papeletas. Con varios vigilantes de seguridad, el ambiente es de tensa espera. Con alguna barricada humeante a las puertas de esta industria, con una valla perimetral que sirve de improvisado tablón de protestas, y con un bombo de basura en el que reza una pintada: Si tu voto es ‘sí’, esta es tu urna, este jueves, desde las cinco y media de la mañana, y hasta las once de la noche, se ha votado si la plantilla aceptaba o no el acuerdo de nuevo convenio planteado por el Consejo Andaluz de Relaciones Laborales (CARL), dependiente de la Consejería de Empleo, árbitro entre empresa y personal.
A las cuatro de la tarde ya había participado el 80% de los trabajadores y trabajadoras de uno de los últimos gigantes industriales de Andalucía, una compañía que cotiza en el Íbex35. A las diez y media de la noche, seguían llegando empleados para votar. La participación ya se elevaba entonces al 96%. La respuesta ha sido tan masiva como rotunda: un ‘no’ contundente a la referida propuesta. Habrá que seguir peleando y tratando de acercar posturas con la multinacional.
En el recuento de la votación, cuyos resultados se han conocido pasadas las once y media de la noche, había cientos de trabajadores en las zonas exteriores de la planta, mientras que otros compañeros llevaban a cabo dentro el conteo papeleta por papeleta. Los nervios iban en aumento, pero finalmente, se conoció la noticia que estaba cantada: no al convenio al que instaba el CARL.
Tras los aplausos, el portavoz del comité de huelga, José Antonio Gómez Valencia, ha dado lectura del recuento tras una participación "récord" en el medio siglo largo de la factoría. En total, 1.639 votos (de un censo de 1.732 trabajadores): 427 síes, 7 votos en blanco, 5 votos nulos, y 1.200 noes.
"Se abre un nuevo escenario con la empresa, pero hay que seguir luchando, ya no podemos dar marcha atrás", asegura uno de los trabajadores del acero en el Campo de Gibraltar, inoxidable tras más de 100 días de huelga en una planta cuyos propietarios incluso han llegado a amenazar con el cierre patronal y cuantifican las pérdidas por la paralización en más de 30 millones de euros.
Rostros desencajados por el cansancio. Bromas entre compañeros después de más de 100 días de huelga ininterrumpida. Gestos solidarios que ya nunca se olvidarán (como ese compañero al que hubo que buscar una vivienda de urgencia tras el derrumbe en la que vivía). Familias de acero, reza un cartel emulando a superhéroes por los derechos laborales. Una caja de resistencia, promovida por ATA (Asociación de Trabajadores del Acero), el sindicato mayoritario en la planta, para que literalmente ninguna casa pase hambre después de tres meses sin ingresos en la unidad familiar.
José Antonio Gómez Valencia es el rostro más visible, pero hay algo más de 1.700 familias que viven directamente de Acerinox en su planta de Palmones, en el municipio gaditano de Los Barrios. Mientras atiende a lavozdelsur.es y cuenta cómo sobrevive a esta vorágine de lucha obrera, casi sin ver a sus dos hijos y a sus nietos, el portavoz del comité de huelga se dirige al local del comité de empresa, justo al lado del Salón Social de la factoría de una multinacional que presentó en 2023 un beneficio neto de 228 millones de euros y una facturación de 6.608 millones.
En el rechazo a la última propuesta de los mediadores de la Junta ha pesado el hecho evidente de que se hayan visto las costuras sobre de qué lado se ha posicionado el Gobierno de Juanma Moreno en uno de los conflictos laborales más largos de los últimos tiempos en España.
Como explica Gómez Valencia en relación a la propuesta del CARL, "la verdad que a mí me parece un poco vergonzoso, la verdad, pero bueno, no se han querido mojar, no han querido ser imparciales, y como decíamos en asamblea a los compañeros, es que no se han preocupado ni de corregir alguna errata que tenía la propuesta que la empresa nos trajo hace dos meses. Incluso hay un grupo de personas que han metido en el tema de la disponibilidad, que no estaba incluido y ellos lo han incluido sin haberlo pedido la empresa en su anterior propuesta".
La votación, de hecho, se ha producido después de 18 reuniones entre las partes, de las cuales 15 han sido de mediación, una informativa y dos para reanudar el proceso tras las convocatorias de huelga. La disponibilidad de vacaciones (la empresa quiere introducir paros en la planta), revisión de IPC y la flexibilidad del personal son los puntos enquistados para llegar al cuarto convenio en una fábrica con más de medio siglo. La cuestión última es quizás el punto de mayor choque “porque no la acepta nadie”.
"Ya no hay diferencia entre trabajar en la industria o en el sector servicios"
En la propuesta de la empresa, y en la del CARL, que este jueves se ha rechazado, asegura el portavoz sindical, Acerinox quiere pedir un ERTE (expediente de regulación de empleo temporal) y "les dice a los trabajadores que si no quieren perder dinero, les dan voluntariamente la posibilidad de que recuperen esos días. Si tú me estás mandando al paro, donde voy a perder parte de mi sueldo, evidentemente cuando entre 15 días o varios meses después, me voy a apuntar voluntariamente a recuperar los días que he estado en el paro, porque es que si no, no voy a poder vivir".
Después de 26 años en la factoría de Los Barrios —hay compañeros que tienen una antigüedad desde casi 40 años—, Valencia explica que un trabajador medio de la planta, haciendo noches, fines de semana y festivos, puede tener una nómina de 2.100 o 2.200 euros, "pero con el ERTE del que ha salido recientemente la empresa en Palmones ha habido nóminas de unos 1.600 euros".
Empleos peligrosos, tóxicos "y hasta a 50 grados"
Y aun sin ser sueldos estratosféricos, puntualiza, "nosotros trabajamos en una acería donde las condiciones laborales tienen que ver con la peligrosidad, la toxicidad... trabajamos a veces a temperaturas de 50 grados en verano. Es un régimen de turnos que hay que pagar, pero en esta factoría llevamos años en los que no se paga, ya no hay diferencia entre trabajar en la industria o en el sector servicios. Desde 2008 los sueldos no han ido acordes con el aumento del coste de la vida".
"Después de lo de hoy la empresa se tiene que dar cuenta de que la gente no está contenta con lo que está ofreciendo ni con la propuesta que ha hecho el CARL; al final, tendrán que ceder en nuestras pretensiones porque solo estamos pidiendo que se equiparen los sueldos al nivel de vida con una revisión del IPC y que en los descansos no tengamos que estar pendientes de un teléfono, tampoco es tanto lo que se pide", asegura el representante sindical. Un hombre que, junto a otros seis compañeros (de los 12 del comité), tiene propuesta para sanción de despido sobre su mesa.
"Hemos estado negociando con una pistola en la cabeza. Se lo dices a cualquier sindicalista y te dice que eso es una locura; nos demandó la empresa porque iniciamos la huelga y decía que era ilegal, pero tenemos prueba que demuestran que no lo era", zanja, pensando ya en el siguiente paso dentro de una guerra laboral que acaba de librar una victoriosa batalla, como demostraba a última hora de la noche de este jueves la euforia y las energías renovadas de una amplísima parte del personal.