En menos de un año, el virus ha contagiado a más de 64 millones de personas y ha causado casi 1,5 millones de muertes. Cada vez son más las afirmaciones que niegan que las infecciones sean reales o que cuestionan la eficacia de las mascarillas. Así, a medida que la crisis de Covid-19 empeora, el mundo también se enfrenta a una pandemia global de desinformación.
“El coronavirus no existe realmente”
Una de las teorías conspirativas más populares afirma que "el covid-19 no existe realmente". Los que lo creen aseguran que las élites del mundo mienten sobre el covid para provocar miedo y mantener bajo control a una sociedad cada vez más descontenta.
Otros dicen que el covid-19 existe, pero no es tan peligroso como se dice. Las tonterías de tal o cual celebridad en Twitter se vuelven más válidas que las conclusiones de un investigador que pasó meses estudiando el virus. Artistas como Paty Navidad o Miguel Bosé han presentado públicamente sus ideas sobre el coronavirus, apoyando la teoría de que Bill Gates y sus fundaciones de salud pueden estar detrás de la pandemia.
Los profesionales de la salud advierten del peligro de estas afirmaciones negacionistas. “Hay comportamientos que rayan lo delictivo. No entiendo cómo se puede ser tan perverso con la salud de la ciudadanía”, ha declarado el jefe de sección de Epidemiología y Prevención de la Dirección General de Salud Pública del Gobierno de Canarias, el doctor Amós García. Las autoridades médicas invitan a estos manifestantes a "pasar una tarde en una unidad de cuidados intensivos o a tomar un café con las miles de familias españolas que han perdido a un ser querido por el virus".
“Las mascarillas son ineficaces, incluso peligrosas”
Entre los rumores infundados que circulan por Internet, la idea de que las mascarillas impiden la buena respiración sigue siendo persistente. Algunos usuarios incluso sostienen que el uso de una mascarilla se asocia con una falta de oxígeno en el cuerpo (hipoxia) y una alta absorción de CO2, lo que es perjudicial para la salud.
Las mascarillas, especialmente las quirúrgicas, están concebidas para que los profesionales de la salud las usen durante varias horas, sin obstaculizar su capacidad de trabajo ni afectar a su capacidad respiratoria. Si algunas personas pueden sentirse incómodas usando una mascarilla es porque no están acostumbradas a ella: estas protecciones están pensadas para dejar entrar el oxígeno en el cuerpo. El riesgo de intoxicación por CO2 no está probado de ninguna manera.
El coronavirus se transmite principalmente por la nariz y la boca, un estornudo puede enviar gotas a nueve metros de distancia, cuanto más se habla (en voz alta), más gotas se emiten. Las personas asintomáticas y presintomáticas pueden infectar sin saberlo. Más que una herramienta para protegerse a sí mismo, la mascarilla es sobre todo útil para proteger a los demás, porque evita la proyección de gotas. Así, el uso de una mascarilla sólo es útil si la llevan todos los miembros de una comunidad (y no sólo un puñado de individuos o los enfermos).
Sin embargo, en la práctica, las mascarillas a menudo se olvidan en los bolsillos o bolsas, raramente se lavan, se reutilizan una y otra vez, se bajan bajo la nariz, se aplastan todo el día... Sus oponentes no se equivocan: tratadas así, su eficacia está lejos de ser óptima.
“Una conspiración de Bill Gates”
Según los miembros del movimiento QAnon, fundado por los defensores de Donald Trump y de la comunidad antivacunas de los Estados Unidos, el actual presidente de EEUU se ha aliado con las Fuerzas Armadas para hacer frente a las "élites mundialistas" que tratan de debilitar el país.
A través de Facebook y Twitter, varios usuarios comenzaron a compartir una idea errónea sobre el supuesto complot de Gates con un laboratorio británico, el Instituto Pirbright, que obtuvo una patente para estudiar el coronavirus. Sin embargo, los informes de Pirbright muestran que el laboratorio no trabaja con coronavirus humanos y su investigación se centra en el uso de una "forma atenuada de coronavirus" para tratar enfermedades respiratorias en animales de granja. La tesis es que el cofundador de Microsoft y su esposa están financiando este instituto y, por lo tanto, les gustaría obtener un rendimiento económico de su inversión a través de las vacunas, o simplemente les gustaría crear el caos en los Estados Unidos.
Por otro lado, el nombre de Bill Gates suena con fuerza entre los conspiranoicos después de que se publicara una conferencia Ted en 2015 sobre la epidemia del ébola. En este documento, el filántropo dijo: "Puede que exista un virus con el que las personas se sientan lo suficientemente bien mientras están infectadas para subirse a un avión o ir al supermercado y eso haría que se extienda por todo el mundo de manera muy rápida". Y fueron precisamente estas declaraciones las que hicieron que la gente cuestionara la responsabilidad de Bill Gates en la creación del Covid-19. A pesar de todo esto, no hay pruebas de que Gates haya tenido algo que ver con esto.
Una reciente variación de esta teoría afirma que el Covid-19 es una conspiración liderada por Gates para vacunar a la población mundial. Por supuesto, la vacunación de una gran parte de la población mundial puede ser la única forma de evitar la pérdida de decenas de millones de vidas. Pero los antivacunas no creen que las vacunas funcionen. Por el contrario, algunos activistas antivacunas dicen que Bill Gates quiere implantar chips digitales a través de la vacunación que permitan rastrear y controlar a las personas.
“El 5G es culpable”
Esta teoría de la conspiración debería ser fácil de refutar: ya que es biológicamente imposible que los virus se propaguen a través del espectro electromagnético. Hay que repetir, como señala la Organización Mundial de la Salud (OMS), que los virus no pueden viajar en las redes móviles y que el Covid-19 se está propagando rápidamente en muchos países que no tienen redes 5G.
A pesar de esto, esta idea extrema de que la 5G tiene algo que ver con la causa de Covid-19 ha llevado a la quema de torres celulares de 5G en el Reino Unido. Más de 70 torres de telefonía móvil se han incendiado debido a esta teoría conspirativa.
"No muere mucha gente"
Algunos incluso dicen "no muere mucha gente". Es cierto que en esta "segunda ola", las muertes han disminuido en comparación con los primeros meses de la pandemia. Sin embargo, los datos muestran que en España se han producido casi 46.000 muertes por esta enfermedad, y en el mundo, casi 1,5 millones.
En España, el aumento de la tasa de mortalidad entre 2019 y 2020 fue del 17,6% hasta el momento. Este aumento en 2020 es equivalente al que se produjo durante la Guerra Civil. Entre 1935 y el período 1936-1939, la tasa aumentó en un 16,6%. Por lo tanto, en términos proporcionales, en 2020, la tasa de mortalidad aumentó de manera equivalente a lo que ocurrió durante la Guerra Civil española.
Además, es muy probable que en muchos países se subestimen las cifras de infecciones y muertes por Covid-19. Hace unos días, por ejemplo, la CNN dio a conocer documentos chinos sobre los inicios de la epidemia de Covid-19 que muestran que las autoridades subestimaron las cifras de la crisis en sus primeras etapas.
¿Qué caracteriza al pensamiento conspiranoico?
Stephan Lewandowsky, autor de The Conspiracy Theory Handbook, explica las características del pensamiento conspiranoico a la revista Rolling Stone. Explica que hay diferencias entre el pensamiento convencional y el pensamiento conspiranoico. Él contrasta el sano escepticismo con la absoluta sospecha. "Como científico, por supuesto, soy un escéptico. Cuestiono todo lo que la gente dice. Miro mis propios datos y los de los demás con un ojo escéptico". Pero una vez que los escépticos son escépticos, son perfectamente capaces de aceptar pruebas. Una vez que algo ha resistido el examen, lo aceptas. Si no, no puedes creer nada".
"Esta crucial segunda etapa de aceptación está ausente en los teóricos de la conspiración". Su escepticismo es un pozo de escepticismo sin fondo y sin fin sobre cualquier cosa que tenga que ver con los datos oficiales. Y este escepticismo va acompañado de una extrema credibilidad sobre cualquier cosa que tenga que ver con la conspiración. "Es un desequilibrio entre el escepticismo por todo lo que una fuente oficial puede decir y la total credibilidad por todo lo que un tipo en internet va a tuitear."
Los teóricos de la conspiración son inmunes a las pruebas y pueden creer simultáneamente cosas que son contradictorias. Por ejemplo, dicen que el Covid-19 viene de un laboratorio en Wuhan y al mismo tiempo que todos estamos infectados con el virus debido a las vacunas. Algunos teóricos de la conspiración también cuestionan la verdadera letalidad del Covid-19, alegando que es exagerado, mientras que explican que el virus fue creado para reducir la población mundial.
"Los teóricos de la conspiración manifiestan este pensamiento contradictorio presentándose a la vez como víctimas y como héroes". Se ven a sí mismos como héroes en posesión de la verdad. Pero también se ven a sí mismos como víctimas. Se sienten perseguidos por este malvado sistema o por el “Estado profundo” o lo que sea.
El autor explica que "algunas personas encuentran consuelo en el uso de una teoría conspirativa cuando sienten que están perdiendo el control o cuando se enfrentan a un evento adverso importante sobre el que nadie tiene el control", así que siempre que hay ataques terroristas o desastres naturales, es inevitable que haya una teoría de la conspiración sobre el asunto.
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