Viernes 11 de marzo de 2022. Varios minutos pasan de las siete de la tarde. Acompañamos a una familia en su compra semanal en dos supermercados de Jerez. "Al final hemos cogido más cosas de lo que compramos habitualmente por todo lo que se está hablando. Da miedo cómo se está poniendo todo", señala María.
El Súper Carmela es la primera parada. Más coches de lo habitual en el exterior, pero no hay grandes problemas para aparcar. Dentro, los carros se acumulan esperando turno delante de las cajas, pero todo más o menos dentro de la normalidad. Otra cosa son los estantes, donde faltan muchas cosa. Un cliente pregunta a una de las empleadas sobre un producto de limpieza. Ya no queda ninguno. "Esto se está poniendo peor que cuando estábamos encerrados", comenta.
En los productos de higiene íntima hay un vacío enorme. También en la zona dedicada a los garbanzos y harinas varias. En los estantes de los aceites se repite la tónica de los últimos días: nada de nada. Como si hubiera pasado un ciclón y hubiera arrasado con todo. A la entrada, por si acaso, un cartel avisaba del racionamiento, de la prohibición de coger más de cinco litros. Pero es que no queda ni uno. Al menos, papel higiénico sí. Todavía en alguna que otra casa seguro que hay provisiones de los primeros tiempos del covid. A las leches también le han dado una buena vaciada. De algunas marcas no queda ya rastro. Y eso que las trabajadoras encargadas de reponer los alimentos no paran. "Llevamos todo el día reponiendo. Esto no es normal. La gente piensa que se van a acabar las cosas".
Al final, la compra semanal de la familia acaba siendo más grande de lo previsto. Al carro van metiendo cosas "por si" y "por lo que pueda pasar". El paro en el transporte anunciado para el domingo y el encarecimiento de los precios en numerosos productos ha creado un clima de histeria colectiva similar a aquel marzo de hace dos años cuando comenzó la pandemia.
Del Súper Carmela nos vamos a Mercadona, supermercado donde esta familia jerezana completa su compra. Tres coches esperan para entrar al parking. Dentro hay varios sitios libres. No hay gran problema para aparcar. Ya en el establecimiento, en la zona de las verduras y las frutas escasean muchos productos. Pero la gran sorpresa llega en el pasillo de las carnes. No queda prácticamente nada. Ni a la derecha, ni a la izquierda. "Tendremos que venir mañana", indica María. Tampoco encuentran una marca de leche en concreto, pero al preguntar, el reponedor no tarda en traer de dentro del almacén. En el resto del supermercado, con la excepción de la zona de los aceites, no se aprecia la falta de ningún producto. La atención en las colas es rápida, con el runrún en las conversaciones entre clientes y trabajadores de lo que puede avecinarse.