¿Qué lugar mejor que unas viejas alcantarillas para encontrar restos de los que habitaban un lugar? Todo cae a ellas o se arroja intencionadamente. Esto es lo que ha acontecido en el Coliseo de Roma donde el equipo de arqueólogos adscritos al monumento iniciaron este trabajo de investigación y búsqueda por las milenarias tuberías subterráneas de un vestigio tan conocido y estudiado pero que aún sigue dando sorpresas después de más de 1.500 años de existencia.
Gracias a esta acción se tienen más certezas sobre cómo era el público que asistía a los espectáculos. Se han recuperando numerosos objetos y alimentos que los espectadores arrojaban desde el graderío. Dados, frutas y otros restos de comida y más de cincuenta monedas han sido el resultado de buscar entre el intrincado laberinto de las alcantarillas, piezas expuestas en una muestra denominada ‘La hidráulica del Coliseo: Presentación de los nuevos datos de las investigaciones en los colectores del alcantarillado.
Fue el pasado mes de enero cuando se inicio este trabajo que tuvo como objetivo analizar esta red de tuberías y canales subterráneos que solo en la zona sur del coliseo cuenta con 70 metros de extensión, una instalación cuya edificación fue iniciada por el emperador Vespasiano y se concluyó en el año 80, ya bajo el mandato de Tito.
Además de las piezas localizadas, también se han encontrado otros restos que delatan cómo era el público y algunas costumbres de los ciudadanos romanos tales como objetos y alimentos, prendas de vestir, zapatos o fragmentos de cuero, todos datados en la etapa final de la existencia del anfiteatro, sobre el año 520 d.C., fecha en la que quedó en estado de abandono y a merced de los saqueadores.
A muchos de aquellos romanos se les escurrieron de sus bolsas de dinero monedas que también se han localizado, hasta 53 todas en bronce menos un sestercio de oro dedicado al emperador Marco Aurelio y acuñado entre los años 170 y 171 d.C. Semillas y frutos como higos, uvas, melones, aceitunas, melocotones, cerezas, ciruelas, avellanas, nueces y piñones, así como restos de comida parece que eran los alimentos que se llevaba el público para distraer estómago mientras disfrutaban de lo que sucedía a pocos metros de su asiento.
También se hallaron fragmentos de las plantas que se usaban para decorar el espacio en aquellas jornadas de espectáculos sangrientos como el laurel o el arbusto boj. Huesos de animales como osos, leones, jaguares y perros forman parte del ‘tesoro’ que los arqueólogos han sacado a la luz, una colección de fieras que formaron parte de lo que se ofrecía en la arena del Coliseo donde se simulaban cacerías además de la lucha de gladiadores.
La directora del conjunto monumental considera que este estudio y los hallazgos permiten, de una parte, conocer el funcionamiento del sistema hidráulico, y de otra, ampliar los conocimientos sobre la vida y hábitos de los romanos aficionados a ocupar las gradas en los días de espectáculos.
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