La historia de José Díaz refleja las dos caras de la eutanasia. Este joven onubense de 33 años ha celebrado la noticia de que, tras un año y medio pidiéndolo, por fin va a poder morir dignamente.
La Comisión de Garantías y Evaluación para la prestación de ayuda para morir de forma digna le ha comunicado el visto bueno. En el último año y medio, los médicos objetores del hospital Juan Ramón Jiménez habían bloqueado su deseo.
Hace tres años, una ingesta de metanol en un accidente doméstico le provocó una necrosis cerebral, llevando a la muerte de las células y de las terminaciones nerviosas. Estos daños cerebrales le llevaron a pedir a las autoridades sanitarias la asistencia para morir.
José está ciego y sufre fuertes dolores que le incapacitan y hacen un infierno su día a día. La autorización para su muerte digna ha sido recibida con un sabor agridulce. "Para él supone mucha alegría y para mí, mucha tristeza. Él no quiere ni que llore ni que esté triste, pero lamentablemente es así. Para él tiene que ser un día glorioso, pero para mí no", ha confesado su madre en Canal Sur.
Este onubense ya tiene la cita para decidir el día y la hora en la que se ejecutará, en un hospital, la marcha de José.
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