Los profesores de educación especial quieren alzar la voz. Profesionales de este campo han denunciado que sufren "agresiones involuntarias" por parte del alumnado, pero no quieren poner el foco en ello. Se sienten marginados en el sistema educativo y demandan el replanteamiento de su actividad laboral, dado el esfuerzo físico que realizan.
En una encuesta realizada a docentes de educación especial por parte del sindicato UGT resaltan que el alumnado no es responsable de sus conductas disruptivas y agresiones. A menudo se originan por sus dificultades para comunicarse, sus desajustes adaptativos, medicaciones que no dan solución o no están adecuadamente actualizadas a la evolución cronológica y peso de los alumnos, así como por sus dificultades para gestionar sus emociones.
Las agresiones que más aparecen en la encuesta a nivel físico son escupir, pellizcos, patadas, mordiscos, arañazos, tirón de pelos o recibir el impacto del lanzamiento de un objeto. En el plano emocional sufren nsultos, amenazas y acoso, entre otros aspectos.
"No quereomos centrar el tema en las agresiones, sino poner soluciones al perfil de educador, que se conozca lo que es el perfil del docente de educación espercial, (modalidad de escolaridad C y D) dentro del sistema educativo. Tiene importancia de cara a cuestiones médicas porque este profesional no da una clase magistral, tiene un perfil muy técnico y también es un trabajo totalmente físico. Eso es lo que no se conoce y no se entiende. Si tienes un alumno con discapacidad motórica, el hecho de ponerle el chaquetón se complica bastante. Si vas al médico por una lesión ese perfil no se conoce. Yo me puedo lastimar el brazo y si al fínal el día siguiente lo repito, estamos en las mismas. El criterio médico no contempla que mi trabajo es el que es", explica un docente a lavozdelsur.es.
"Es necesario que haya un personal en los centros contratados expresamente para cuando hay que hacer contenciones físicas. Nosortos venimos formándonos para hacer estas intervenciones para que el alumno no se haga daño a sí mismo ni a un tercero. Esas demandas están sobre la mesa y queremos que se conozca el perfil", expone otro profesional.
Los profesores insisten en no responsabilizar de sus actos al alumnado de educación especial, pero tampoco niegan que conllevan problemas de salud en los profesionales que los atienden. "No contamos con los recursos humanos necesarios para poder desarrollar nuestro trabajo desde la individualización y generalización de habilidades, algo necesario y recomendable para intervenir con nuestro alumnado. A menudo trabajamos compartiendo recursos con otras aulas o centros. Nada que ver con los apoyos que, en determinados países de nuestro entorno comunitario, donde se llega a un apoyo fijo por aula y en ocasiones varios en función de las características de los alumnos/as", explican en la encuesta. Roturas fibrilares, luxaciones de hombro... "Cuando llegas a una edad estás molida", explica una profesora.
Otro aspecto en el que hacen hincapié es que cuentan con ratios muy elevadas que no tienen en cuenta las características del alumnado. "Aunque se nos dice que estamos dentro de la estimación legal (6/8 para psíquicos, 3/5 para autistas y 4/6 para plurideficientes), siempre se contempla la organización escolar y administrativa desde el máximo de estas horquillas propuestas". Es decir, las aulas están compuestas por 8 alumnos/as de psíquicos, 5 ó 6 de autistas y 6 en el caso de plurideficientes. "Este planteamiento no favorece la calidad educativa ni permite implementar estrategias de intervención cuando un alumno/a presenta un cuadro de agitación psicomotriz y/o agresividad", denuncian.
Una solución propuesta por los profesores y profesoras de educación especial es que puedan acceder a mejores condiciones de jubilación parcial anticipada, reduciendo significativamente el tiempo de trabajo y sin penalizaciones económicas. "Es imposible trabajar en estas condiciones hasta los 65 años, con el deterioro físico producido por tantos años de trabajo físico", señalan.
Piden que que se reconozcan las lesiones o limitaciones físicas y psicológicas como consecuencia del alto nivel de exigencia y esfuerzo físico en el trabajo y establecer protocolos de intervención ante problemas graves de conducta, creando equipos de intervención y contar con un apoyo por aula de forma permanente.
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