Nunca un saladito ha salido tan caro. Que se lo digan a Mari Ángeles García y Patricia Cecilia Román, empleadas de Mercadona hasta el pasado 6 de junio, cuando la empresa les anunciaba a ambas su despido por comerse, cada una, uno de estos tentempié, a punto de caducar y de apenas 15 céntimos.
La historia se remonta al pasado 28 de mayo. La jornada en este supermercado de la avenida Puerta del Sur es frenética. La final de la Champions entre Real Madrid y Atlético hace que sean miles los clientes que pasen por allí para hacer sus compras de cara a disfrutar del partido. Tras una larga jornada de trabajo, y a punto de concluirla, a las 21:40 horas Mari Ángeles, exhausta, afirma que no pudo ni beberse una botella de agua que había adquirido en un supermercado vecino ante la negativa de su encargada. Es entonces cuando en la zona de panadería, y tras comentarle a una compañera la “fatiga” que tenía, ésta le ofreció un par de saladitos que estaban destinados a la basura. Uno se lo comió y el otro se lo ofreció a Patricia, que acepta y se lo come porque también estaba “cansada”.
Lo que a la postre podría parecer una nimiedad, es una "deslealtad" y una “falta laboral muy grave” para Mercadona, en concreto al artículo 34 de su convenio colectivo, que contempla “el robo, hurto o malversación cometidos (…), sea cual fuere el importe” por la “apropiación indebida de productos destinados a la basura o promoción”.
Su coordinadora, que ve la acción, les llama la atención por comerse el snack y las reúne en la oficina. “Empieza a decirnos que cuánto tiempo llevaríamos haciendo una cosa así y nos hace firmar un documento en el que se refleja que nos habíamos comido el mini saladito. Creíamos que era una simple acta disciplinaria, nada más”, explica Mari Ángeles.
Días después, la ya exempleada afirma que pagó los saladitos, algo que, parece, molestó aún más a su coordinadora. “Cuando se enteró me dijo que cómo había hecho eso, que ahora iba a quedar mal ante sus superiores porque ya había dado parte de lo que habíamos hecho y que le diera el tique de la compra, a lo que me negué. Desde entonces ya fue un acoso diario hasta el 6 de junio, cuando al finalizar nuestra jornada nos llaman a Patricia y a mí para decirnos que estamos despedidas”.
Mercadona, que hablará con lavozdelsur.es “cuando crea conveniente”, según apunta la encargada del establecimiento, despide a ambas sin indemnización tras 16,5 años en la empresa en el caso de Mari Ángeles y seis y medio en el caso de Patricia. Desde entonces, la primera lleva concentrándose de manera periódica a las puertas del supermercado para denunciar su situación y exigir, si no su reincorporación, al menos que se la indemnice. Patricia, por su parte, no ha sido hasta ahora cuando ha querido dar el paso. “He estado en cama muy mal, con antidepresivos. Estoy divorciada y tengo dos hijos de 16 y 11 años que dependen de mí, mi familia está destrozada y la única que lleva adelante a mis hijos soy yo”, dice entre lágrimas. El caso de Mari Ángeles es parecido. Es madre soltera de una niña de 10 años y aunque le corresponde paro, considera injusto que tras más de tres lustros en la empresa ahora se vea sin indemnización por algo tan simple como comerse un mini saladito a punto de tirarse a la basura y cuando faltaban unos minutos para acabar su jornada laboral.
Junto a ambas, la CNT se está concentrando a las puertas del supermercado. Francisco Cuevas, secretario local de este sindicato, explica que en toda España, en Mercadona se han dado muchos casos parecidos a los de Ángeles y Patricia y otros de “abusos” a los trabajadores, hasta el punto que han creado un foro, ‘Merca Acoso’ auspiciado por la propia CNT y en el que denuncian diferentes situaciones. “Esto es una secta”, “trabajo hasta la 1 de la madrugada y sólo pagan una hora de nocturnidad” o “mi coordinadora me encerró en la oficina con llave” son algunos de los post que pueden leerse en el foro.
Desde su experiencia, Cuevas piensa que ambas trabajadoras tendrán “prácticamente imposible” ser readmitidas, aunque piensa que no así el que se las indemnice, ya que “esto es un claramente un despido improcedente”. De hecho, el pasado octubre, el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña le daba la razón a una trabajadora que, por haberle regalado a un cliente una pescadilla que iba destinada a la basura, había sido despedida sin indemnización. El tribunal consideró indisciplinaria la decisión de la empresa y la condenó a readmitirla o indemnizarla.
Lo cierto es que estas polémicas prácticas no quedan ahí. A pesar de que la empresa que preside Juan Roig aprobó un nuevo convenio colectivo entre 2014 y 2018 que contó con el beneplácito de los sindicatos CCOO y UGT, lo cierto es que muchos empleados han denunciado en prensa lo que consideran un abuso de sus derechos laborales. En diciembre de 2014, lamarea.com publicaba testimonios que explicaban cómo Mercadona presiona a sus empleados para evitar bajas por enfermedad y que ahorra en despidos forzando expedientes disciplinarios y este mismo medio, el pasado 7 de julio, informaba que la empresa utiliza cláusulas de confidencialidad con extrabajadores despedidos para evitar que critiquen, hablen con periodistas, o cuenten su experiencia en redes sociales. No es el caso de Ángeles y Patricia, que desconocían esta cláusula, por lo que afirman que se puede estar incluyendo en los nuevos contratos.