Isabel Pantoja sigue sin encauzar el rumbo de su vida. Tras su relación con Julián Muñoz y posterior paso por prisión, la tonadillera no ha vuelto a levantar cabeza. Salvo pequeños momentos de alegría por algún concierto o aparición televisiva especial, su vida lleva años reducida a su encierro permanente en la finca Cantora.
El enfrentamiento con su hijo Kiko Rivera por la herencia de Paquirri empeoró su situación, que recibió otro golpe más con la muerte de su madre, a la que estaba muy unida. La reciente boda de su hija, a la que no ha acudido, también ha sido otro varapalo importante para la artista.
En los últimos días, se había rumoreado sobre la posibilidad de que ofreciera las campanadas en TVE, pero finalmente esta opción parece no haber sido planteada por el ente público. Aislada por completo del mundo, solo sale esporádicamente para alguna actuación.
La relación con sus hijos es nula e incluso se ha debilitado el vínculo que tenía con su sobrina Anabel. A los graves problemas económicos que arrastra desde hace tiempo se han sumado también los de salud. Recientemente, se estuvo haciendo unas pruebas en una clínica de Córdoba.
Isabel Pantoja incluso ha podido dejar ya por escritas, como recoge El Economista, sus últimas voluntades. Las mismas son tristes y dudas. No quiere que le hagan ningún funeral ni velatorio. Y, lo más llamativo, no quiere que sus hijos vayan a despedirla cuando le llegue la hora del adiós. La tonadillera, al parecer, ha comentado que "quiere irse sola y sin hacer ruido".
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