La semana pasada se hacía público que la mítica heladería sevillana de La Fiorentina no abriría sus puertas este verano debido a los efectos de la pandemia, que le dificultan afrontar tanto el alquiler del local en calle Zaragoza como las nóminas de sus empleados. Con unas fechas estivales en las que se prevé que en la capital andaluza el turismo esté lejos de las históricas cifras de 2019 en la que se superaron los 3 millones de visitantes, la hostelería de la ciudad será de los sectores que más sufra de cara a mantener la viabilidad de sus negocios. lavozdelsur.es ha hablado con Joaquín Liria, maestro heladero y dueño de un local que en 25 años ha sabido ganarse el corazón de sevillanos y visitantes con un producto artesanal que ha sido continuamente elogiado.
25 años como la heladería de referencia en el centro de Sevilla
La BBC o la Guía Élite Gourmet son algunos de los medios internacionales que en alguna ocasión se han hecho eco del producto que ofrece La Fiorentina. “Helados y algo más”, según el maestro Liria, que daba el pistoletazo de salida a este proyecto un Domingo de Ramos de 1995 que coincidía con su cumpleaños. Desde entonces, su forma de entender el negocio ha convertido a esta heladería de toque clásico en un absoluto referente en toda la ciudad y, pese a la cada vez mayor competencia de grandes cadenas de restauración, ha sabido afianzarse como un modelo a seguir por la calidad de un producto hecho de la forma más artesanal. Reflejar la cultura sevillana siempre ha sido uno de los objetivos de La Fiorentina, con helados que intentaban transmitir eventos tan importantes para la ciudad como La Feria. Incluso han elaborado todos estos años el helado para el famoso y lujoso hotel Alfonso XIII de la capital andaluza y también han diseñado productos de cara a personalidades internacionales. Uno de los más recordados fue su helado en forma de hamburguesa para el entonces presidente estadounidense Barack Obama, que finalmente no pudo probar al tener que suspender de última hora su visita a la ciudad hispalense en el verano de 2016.
“La temporada entera la damos por perdida”
“Si la única causa del cierre hubiese sido el alquiler, ya lo hubiéramos hecho hace tiempo”, contesta Liria a si la cuestión del alquiler en el centro, que ya se ha llevado por delante varios establecimientos legendarios en Sevilla, era el principal motivo para mantener las puertas de La Fiorentina cerradas. “Los meses que el negocio llevaba cerrados en invierno sumados a los de la pandemia por coronavirus han hecho que no podamos hacer frente a los gastos generales del negocio”, comenta el heladero que reconoce que la ubicación en pleno centro hace que el alquiler aumente considerablemente esos gastos. El cierre deja en paro a cuatro trabajadores, que en ciertas épocas del año llegan a ser cinco y, aunque dos obradores se han ofrecido para colaborar con ellos y les han ofrecido varios locales, Liria prefiere detenerse y pensar cuál es el modelo de negocio que quiere adoptar para el futuro.
“La temporada la damos por perdida completamente, no solo el verano”, puntualiza su dueño, que hace hincapié en la relevancia de la primavera como gran temporada para el turismo en Sevilla. “Es mejor parar ahora y repensar cómo queremos volver el año que viene en otra ubicación porque en verano la gente deja de venir a Sevilla por no ser una ciudad costera, incluso los sevillanos se van”.
La parte humana
La Fiorentina no es el primer gran clásico de la hostelería sevillana que cae (al menos temporalmente) en los últimos años, y detrás de esta pérdida de negocios simbólicos de la ciudad, para muchos está la especulación inmobiliaria que ha llevado al casco antiguo a tener los precios por metro cuadrado más altos de su historia. Pero para Joaquín esta no es una excusa a la que agarrarse. “Yo tengo los pies en la tierra y hay que saber que estamos en una economía de libre comercio, esto es una empresa privada, por lo que no se puede culpar a los políticos de todo”, sentencia. “No me voy a escudar en que no me han ayudado, lo que ha pasado es que simplemente la pandemia nos ha cortado todos los ingresos”. El propietario recuerda que las expectativas de turismo en la ciudad son mucho más bajas para este año, por lo que no se va a quedar en un sitio “por romanticismo para después no poder salir adelante”.
Liria se muestra agradecido con los sevillanos y con los miles de turistas que han pasado por su local en estos 25 años, pero ve necesario el cierre para “cortar el desangrado económico” que la pandemia ha producido en su negocio. “Abríamos el mismo fin de semana que se decretó el estado de alarma, el helado estaba hecho y no hemos podido abrir ni un solo día”. Cuenta que el helado excedente lo ha donado a comedores sociales como el Hospital de la Caridad en el barrio de El Arenal, el Pumarejo en la Macarena y a varios conventos que realizan labores caritativas, como hace cada año al cerrar estacionalmente en diciembre. Reconoce haber sido consultado por las autoridades respecto al Plan8 del equipo de gobierno de la ciudad, que intentará reactivar el turismo, y como empresario hostelero tiene claro qué es lo que no ha ayudado al sector. “Pienso que las contradicciones en el Gobierno no han generado confianza en el sector para afrontar la salida de esta crisis”.
Pero la parte que más le duele a Liria de la actual situación es la humana, y admite haberlo pasado mal estos meses. “Si el día de mañana tengo ánimos y fuerza para continuar, los que me van a ayudar son mis empleados, clientes, familia, amigos, medios de comunicación…” y se muestra orgulloso de helados tan sevillanos y con tanta entidad como el de aceite de oliva, el de azahar o el de la torta de aceite. El dueño de La Fiorentina insiste en la simbiosis con sus trabajadores como parte del éxito estos años y deja la puerta abierta a que se produzca de nuevo algún día para que, quienes vivan y visiten la capital de Andalucía, puedan volver a disfrutar de uno de los productos que han dado prestigio a Sevilla durante 25 años.