Hace menos de un año que Jerez inició el primer intento serio de realizar sondeos bajo supervisión de especialistas arqueológicos para tratar de rescatar de la fosa del olvido los restos de sus alrededor de 400 fusilados por el franquismo. La búsqueda, en esas primeras catas en el Parque Scout, fue infructuosa, lo que, lejos de desmoralizar a los familiares y miembros de los movimientos memorialistas de la ciudad, dio paso a nuevas investigaciones para retomar los trabajos en una segunda fase que, gracias al apoyo económico de la Diputación de Cádiz, está a punto de comenzar.
"No era lógico esperar que en ese primer nivel de exploración se diera con restos de represaliados, ya que tras aquellos sucesos se continuó enterrando durante muchos años a más personas en esas fosas comunes", aseguró en noviembre pasado el arqueólogo Jorge Cepillo, tras concluir los primeros trabajos en la zona del antiguo cementerio de Santo Domingo, desmantelado en los 70. En estos meses, el trabajo del incansable archivero municipal y presidente de la asociación de memorialistas de Jerez, Cristóbal Orellana, parece que pone la exploración sobre una pista más fiable. Todo apunta al llamado tercer patio del antiguo cementerio, junto a lo que hoy son las grandes Torres de Córdoba y próximo a la glorieta de Juan Holgado.
"En el Archivo Municipal conservamos una fotocopia de un plano de noviembre de 1914, realizado por el arquitecto municipal Rafael Esteve, del llamado tercer patio o patio de ampliación del cementerio de Santo Domingo, al final del patio antiguo y al final del patio protestante. Esta zona del cementerio es la que está actualmente situada en la parte de las torres de Córdoba y cercanías a la rotonda de Juan Holgado", cuenta Orellana a lavozdelsur.es, quien asegura que en la fotocopia, por distintas manos, "se fueron anotando trazados, numeraciones y otros pequeños datos que desvelan la evolución de dicho tercer patio entre 1914 y al menos hasta los años 40, datos que se refieren sobre todo al uso y colmatación de fosas".
Observando bien el documento, se concluye que las fosas 15, 16, 17 y 18 podrían haber sido las últimas en rellenarse. "Esto vendría a coincidir con otros tres expedientes de excavación de fosas (de unos 15X15X5) de las décadas de los años 20 y 30". A través de planos y fotografías ya se sabe que las fosas 15 y 16, que estarían hoy situadas más o menos al pie de las Torres de Córdoba, eran las que estaban más cercanas a un gran árbol que se emplazaba justo en el medio del mencionado tercer patio. A través de los testimonios de familiares de víctimas, insiste el investigador, "sabemos también que algunos de los cuerpos de los asesinados fueron enterrados en una fosa muy cercana al árbol grande, es decir, o en la 15 (la más cercana al árbol) o en la 16". Si se traslada el plano del antiguo solar del cementerio de Santo Domingo a la situación urbanística actual del entorno de la calle José Cádiz Salvatierra la situación de esas fosas es donde ahora se pretende intervenir.
"Es muy fácil advertir —abunda Orellana— que el tercer patio, donde probablemente se produjeron la mayoría de los enterramientos de los fusilados, porque las fosas activas en el 36 estaban situadas allí, fue fuertemente urbanizado a partir de los años 80. Aunque no con exactitud todo el perímetro de todas las fosas… es decir, cabe la posibilidad de que en la parte de las fosas donde no se edificó queden aún restos de los fusilados. Por tanto, las dificultades son grandes y las posibilidades son limitadas, pero esos cuerpos están ahí esperando a que se lleve a cabo lo que es de justicia que se realice sin más tardanza tras años de ignominioso olvido e incuria absoluta de la administración pública".
En el Proyecto de monda, demolición, adecentamiento y pavimentación del antiguo cementerio de Santo Domingo (AMJF, Legº 5.369), firmado por los arquitectos José J. Ferrari y José A. Laguillo en 1973, se habla, literalmente, de “desmonte de las fosas comunes con su correspondiente separación de huesos y traslado al nuevo cementerio; relleno de las fosas y nivelación del terreno”, de “demolición total del cementerio, incluso rebajes de tierras necesarias para igualar rasantes y transporte de escombros a vertederos autorizados”, y de “excavación, cribado para separar restos de tierra y tapado de fosas… m3 de carga y transporte de restos al cementerio de Ntra Sra. de la Merced… limpieza de terreno y refino del mismo”. Todo ello por un importe de 3.224.144 pesetas y un plazo de tres meses.
"No podemos saber qué se hizo realmente en la zona a la hora de extraer restos y llevarlos hasta el cementerio de la Merced, ni podemos saber hasta qué cota real se desmontaron las fosas y qué fosas", deja en el aire el memorialista, consciente de la dificultad de que de una vez por todas haya familias de represaliados en la ciudad que puedan encontrar la ansiada justicia y reparación. "Sentimos una gran satisfaccion de poder retomar los trabajos en el Parque Scout y continuar con la búsqueda. El entorno está muy urbanizado, pero no perdemos la esperanza", asegura Orellana.
Entretanto, desde este grupo de memorialistas jerezanos se insiste en acelerar otras cuestiones, más allá de las hipotéticas exhumaciones, que dependen exclusivamente de la voluntad municipal: renombrar el Parque Scout como Parque Víctimas del franquismo en Jerez, y erigir un monumento memorial como homenaje, cuyo proyecto incluso está ya diseñado. "El nombre de ese parque se puede poner en otro lado de la ciudad, pero esta sería una forma de recordar a quienes lucharon por la libertad y la democracia, varios cientos de jerezanos masacrados por los militares y bandas fascistas a las órdenes del comandante Salvador Arizón".
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