La historia de Itálica se remonta al siglo IV a. C., cuando los turdetanos se establecieron en el cerro de San Antonio, una meseta situada cerca de lo que siglos después sería el teatro romano de Santiponce, a mitad de camino de Sevilla (Hispalis) y Alcalá del Río (Ilipa).
La ciudad experimentó un cambio significativo en el 206 a. C., cuando un grupo de soldados veteranos del ejército de Escipión el Africano, tras la victoria en la batalla de Ilipa contra los cartagineses, se estableció en la zona. Este episodio, en el contexto de la Segunda Guerra Púnica, marcó el inicio de Itálica como asentamiento de importancia en la península ibérica.
Con el paso del tiempo, la ciudad creció hasta alcanzar una población estimada de 10.000 habitantes. Entre sus ciudadanos destacaron figuras de gran relevancia histórica, como los emperadores Trajano y Adriano, los primeros nacidos fuera de Roma. Según Cristina Rosillo, catedrática de Historia Antigua de la Universidad Pablo de Olavide, este crecimiento se debió a la prosperidad de la urbe, que se consolidó como un centro económico y político relevante dentro del Imperio Romano.
La edad dorada de Itálica llegó en el siglo II d. C., bajo el mandato del emperador Adriano
La verdadera edad dorada de Itálica llegó en el siglo II d. C., bajo el mandato del emperador Adriano. Considerado "el más cultivado de los que ocuparon la más alta magistratura del Estado", según Juan Manuel Cortés Copete, catedrático de Historia Antigua de la Universidad Pablo de Olavide, Adriano impulsó un ambicioso proyecto para transformar la ciudad en un centro ceremonial de primer orden.
Esta etapa de esplendor ha sido objeto de estudio en el libro La Itálica de Adriano, una ciudad ceremonial, publicado por la Consejería de Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía. Coordinado por el profesor Fernando Lozano Gómez, el volumen reúne 23 estudios realizados por 16 investigadores con el objetivo de analizar y divulgar el proyecto urbano promovido por Adriano.
El libro incluye una gran cantidad de material visual, con fotografías del enclave y recreaciones ilustradas de la ciudad a cargo de Arturo Redondo. A diferencia de otros estudios académicos, la obra prescinde de notas a pie de página y citas bibliográficas extensas, con el fin de acercar el conocimiento al gran público. Su contenido se basa en un congreso internacional celebrado en Roma, donde especialistas en la materia expusieron sus investigaciones.
El proyecto de Adriano dotó a Itálica de una función religiosa y festiva, convirtiéndola en un centro de celebración de rituales imperiales. Como explica Lozano Gómez, la ampliación de la ciudad respondió a la necesidad de organizar juegos gladiatorios, desfiles, procesiones y competiciones deportivas, eventos que congregaban a miles de personas en torno al culto imperial.
Estas festividades explican el diseño de la ciudad, caracterizado por calles de grandes dimensiones y espacios públicos de gran riqueza ornamental. Entre las construcciones más destacadas figuran templos, termas, la palestra y el anfiteatro, descritos como "colosales" por los investigadores del libro. Además, el volumen profundiza en la decoración de estos espacios, incluyendo mosaicos y exvotos anatómicos hallados en el anfiteatro.
Uno de los hallazgos más llamativos es el del anfiteatro, cuya capacidad se estima en 35.000 espectadores
Uno de los hallazgos más llamativos es el del anfiteatro, cuya capacidad se estima en 35.000 espectadores, una cifra que triplica la población estimada de la ciudad. También destaca un fragmento escultórico de un antebrazo de 1,68 metros de longitud, que se cree pertenecía a una estatua de entre 9 y 10 metros de altura, representando probablemente una divinidad.
Si bien Itálica no fue la única ciudad reformada por Adriano con fines ceremoniales, otras como Esmirna, Pérgamo, Éfeso y Atenas también recibieron mejoras, el caso de Itálica es particularmente relevante. Su abandono a lo largo de los siglos ha permitido que su legado se conserve en un estado excepcional, ofreciendo un testimonio único de la arquitectura y el urbanismo del Imperio Romano en la península ibérica.
Actualmente, Itálica es objeto de un esfuerzo de conservación y promoción para su reconocimiento internacional. La Junta de Andalucía impulsa su candidatura para el Sello de Patrimonio Europeo y la Lista de Patrimonio Mundial de la Unesco, con el respaldo de un equipo de expertos que subrayan la relevancia histórica y cultural de este enclave.