Cientos de trabajadores andaluces se están enfrentando a unas semanas muy complicadas. La empresa de telemarketing ICCS, con sedes en Sevilla, Granada y Málaga amenaza con un ERE masivo que puede afectar al 40% de la plantilla, según fuentes sindicales. El despidos sería la peor de las consecuencias, sin embargo, los empleados afectados ya están viviendo en sus carnes la situación que alude la empresa.
Durante el último mes, los trabajadores ya han vivido impagos y retrasos en sus nóminas que no parecen que se vayan a solucionar en el corto plazo. "Estamos sin cobrar y nos pagan de manera fraccionada. No podemos planificar nuestras vidas", explica Anabel a lavozdelsur.es, una joven de 31 años que lleva cuatro vinculada a la empresa. Ahora mismo desconoce su futuro, únicamente sabe que se están negociando. "Da igual que una persona sea soltera o esté casada y tenga hijos, el dinero nos hace falta igual. Yo tengo una ansiendad que no he tenido en mi vida", añade.
En el último año, la complicada situación ha provocado varias bajas de larga duración por ansiedad o enfermedad, algo que usa la propia empresa para presionar a los trabajadores y enfrentarlos entre sí. "Nos meten presión desde arriba aunque estemos sin cobrar y tenemos que seguir viniendo como si no pasara nada", denuncia José Carlos. En los últimos días, los responsables les han pedido que no bajen los brazos y que tienen que trabajar todos a una. "Nos dicen que lo que ellos han malversado lo tenemos que pagar nosotros", critica este joven de 31 años tras siete trabajando para ICCS.
La situación es tensa cada uno de los días que el edificio de la Avenida Kansas City de Sevilla abre sus puertas. "Algunos coordinadores están con la empresa señalando a la gente de baja, pero la gente lleva un año muy mal porque es un trabajo complicado mentalmente. Si la estructura no te apoya, se hace aún más duro", continúa José Carlos.
Este empleado cada día realiza entre 200 y 250 llamadas. Tras él, un coordinador que aprieta para vender. El día 5 de septiembre los afectados aún no han cobrado un euro de la nómina de agosto. El pasado mes, cobraron el sueldo de forma fraccionada: un 60% el 5 de agosto y un 40% el 25. El porcentaje fue a la inversa para aquellos que estaban de baja.
"El día 25 nos dijeron que no había dinero para pagarnos pero de repente salió liquidez de debajo de las piedras", confirma Carmen, de 38 años y con casi una década en la empresa. Lo único que les han trasmitido a día de hoy es que la próxima nómina también será fraccionada y no llegará al 100%. "Nos piden un rendimiento cuando las bases de datos son malas y ellos lo reconocen. Trabajamos con lo que podemos y nos están acusando de flojos para echarnos", explica. Esta trabajadora, además, denuncia que la propuesta actual de la empresa es un despido con la indemnización mínima y en diferido. "Piden indemnizarnos cuando se recuperen económicamente".
No es el primer ERE que realiza ICCS. Ana Terrada es la representante de CGT y conoce muy bien lo que ocurrió hace dos años porque lo vivió en sus carnes. Aquel fue por el fin de una campaña de fidelización para Orange. Entonces se planteó despedir a 185 personas. Por entonces no había siquiera comité de empresa, por lo que se tuvo que constituir una mesa de negociación ad hoc. "Negociamos y consiguieron quitar el ERE porque no había fundamento. Reubicaron a algunas personas y convocaron un ERE voluntario".
Aquello ya hizo presagiar que el futuro no sería prometedor. "Sabíamos que iba a venir otro ERE porque no cambiaron la forma de trabajar", comenta la portavoz del sindicato. La negociación se alargará hasta el 19 de septiembre. De momento, los representantes de los afectados están comprobando la documentación. "Pintar, pinta mal", reconoce. "CGT lucha por mantener los puestos de trabajo. La gente está frustrada y hay muchas bajas voluntarias de gente que no ha aguantado. Ha habido una mala gestión, cuando han tenido dinero no han sabido qué hacer".
Beatriz es una de las que ha sufrido ansiedad, aunque de momento sigue acudiendo al puesto de trabajo. "Estamos sin ganas de venir pero teniendo que venir. Compañeros que viven fuera de Sevilla han tenido que solicitar teletrabajo porque no tienen capacidad económica para desplazarse. Cuando llego por la mañana el corazón me late a mil porque no sé lo que me espera", cuenta sobre lo que vive a diario. "Somos comerciales, tenemos que vender pero en esta situación tenemos pocas ganas".
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