Principios de agosto. En plena ola de calor (otra más). La situación exige refrescarse como sea posible, pero hay un problema: no hay suficiente hielo. En el momento clave en el que más se consume, existe un desabastecimiento generalizado en toda España.
Pero, ¿por qué no hay suficiente hielo? Para ello, hay que remontarse unos meses atrás, con el inicio de la guerra de Ucrania y la subida exponencial de los costes. La electricidad y el precio del plástico no han parado de subir mes a mes, y eso se ha traducido en que durante los meses de abril y mayo se ha almacenado mucho menos hielo de lo habitual.
El uso de cámaras frigoríficas para conservar este producto casi llegó a triplicarse, por lo que las empresas vieron que no les compensaba continuar trabajando como lo habían hecho años anteriores. Dicho de otra forma, para intentar mantenerse en los niveles de gasto habituales, comenzaron a guardar menor cantidad de hielo de cara al verano.
Regreso de las ferias y olas de calor
Con la desaparición de las restricciones por la pandemia volvieron las ferias, los festivales y las verbenas, eventos multitudinarios que necesitan una inversión muy elevada, entre otros productos, en hielo. También los bares comenzaron a llenarse de nuevo y a solicitar este producto.
Por si fuera poco, el clima tampoco ha ayudado y las constantes olas de calor en primavera han disparado la necesidad de hielo. Podría considerarse que la situación actual es resultado de una 'tormenta perfecta' que ha provocado que haya oferta, pero que no responda a la totalidad de una demanda absolutamente disparada.
Problemas de conservación de alimentos
Otra arista de esta problemática es la necesidad de usar el hielo para conservar los productos. Los barcos y camiones que transportan las mercancías necesitan de grandes cantidades de hielo para mantenerlos frescos hasta la llegada a su destino y, aunque se prevé que a corto plazo se pueda asistir a todos ellos, no está claro lo que puede ocurrir si la situación se mantiene así.
La situación actual es relativamente diferente dependiendo del negocio que solicite el hielo. Los establecimientos de hostelería, por lo general, no se están encontrando con grandes trabas, ya que trabajan con proveedores fijos que les aseguran el suministro. No ocurre así con los supermercados, que han llegado a racionar este producto durante las semanas de más calor, limitando la compra a una o dos bolsas por cliente.
A priori, la solución a esta crisis del hielo depende de las temperaturas. Con el final del verano y la llegada del frío, la demanda se reducirá notablemente y, a expensas de cómo evolucionen los precios, podrá llegar a equilibrarse con la oferta.