Durante tres décadas, la panadería El Artesano, ubicada en el Parque Atlántico de Jerez, estuvo surtiendo de pan, en sus diferentes formas, a los miles de clientes que pasaron por el negocio durante su existencia.
A finales de 2018, la panadería echó el cierre, por la prejubilación de sus dueños, Manuel Rodríguez y Ana Capote. El coqueto despacho hace unos años que no tiene actividad, pero ahora la familia ha querido rescatar su historia en forma de documental.
El hijo de Manuel y Ana, Antonio Rodríguez Capote, dirige una pieza audiovisual en la que el padre recuerda sus inicios en el mundo de la panadería y la trayectoria de un negocio que perduró en el tiempo gracias a su buen hacer.
"La panadería es como un matrimonio, tienes tus altos y tus bajos, te quieres separar 20 veces, pero te vuelves a encontrar", sostiene Manuel Rodríguez, al inicio del documental, que describe "la historia de una vida en la panadería".
"Salía llorando de trabajar, pero cuando volvía por la mañana, me daba cuenta de que me gustaba hacer pan", cuenta Rodríguez, al que siempre le ha "encantado" su oficio, pero también confiesa que lo "estaba matando" en algunas ocasiones.
Fue su abuela quien inició la saga familiar panadera, abriendo la panadería Faustino —un nombre en honor a su abuelo—, donde Manuel empezó a repartir pan con apenas doce años. Una tarea que no le gustaba nada, pero que estuvo realizando hasta que aprendió a hacer su propio pan.
"La única manera de salir del reparto era aprender a hacer pan por las noches, pero no te enseñaban", cuenta Manuel Rodríguez, que considera que fue un antes y un después cuando conoció a Ana Capote, su mujer, "que cambió el sentido de muchas cosas".
Con el tiempo, la familia Rodríguez Capote abrió una pizzería, "aunque nos dimos cuenta de que era una locura, no era nuestro negocio", recuerda Manuel, que se muestra en el documental "muy agradecido por la gente que me he encontrado el camino". "Me he equivocado, me he arruinado dos veces y la panadería me ha salvado", remata.
Tras 30 años de éxito, vendiendo pan artesano, pero también dulces, empanadas, tartas, bizcochos, almendras y salados en el Parque Atlántico, la panadería El Artesano echó el cierre a finales de 2018.
"Nuestro trabajo ha sido vocacional, con mucho amor. Cada pan, cada tarta o cada empanada, lo hemos disfrutado y siempre hemos intentado hacerlo lo mejor posible. Nuestro afán de superación, de aprender y de mejorar se convirtió en el 'pan nuestro de cada día'. Pero llega un momento en la vida en el que hay que decir, no un adiós, sino un hasta luego", decían desde El Artesano cuando anunciaron el cierre. Sus clientes, desde luego, no los olvidan.
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