Las orcas ibéricas, conocidas como gladis, llevan varios años atacando a embarcaciones en el Estrecho de Gibraltar, y desde entonces se vienen sucediendo diferentes hipótesis sobre las causas de este comportamiento.
En mayo de 2020 se registró la primera interacción de orcas con veleros en el área del Estrecho. Desde entonces, son numerosas las que se han registrado, con roturas de timones y, en los peores casos, con el hundimiento del barco. En ningún caso se han producido ataques a humanos.
Desde hace cuatro años, cuando se tiene constancia del primer suceso documentado, hay contabilizadas unas 700 interacciones, contando con acercamientos a embarcaciones, haya o no contacto, según datos del Grupo de Trabajo Orca Atlántica (GTOA).
Este tipo de comportamientos de las orcas gladis no tiene precedentes en el resto del mundo, por lo que se viene estudiando hace tiempo los motivos de estos ataques. Desde un método de defensa tras tener una mala experiencia a un juego autoaprendido, los expertos manejan diversas hipótesis. Son una quincena de cetáceos los que tienen esta forma de actuar.
La última institución que arroja luz sobre este asunto es la Comisión Ballenera Internacional, en un informe en el que cuenta con la participación de expertos de distintos países. En este documento se recogen datos de diferentes organismos, para orientar al Gobierno español y también al portugués, sobre las causas de estos ataques y las medidas a tomar.
Biólogos, oficiales gubernamentales y representantes de la industria naval trabajan en la elaboración del informe, que recoge que los considerados ataques de las orcas no son más que orcas adolescentes aburridas que juegan con las embarcaciones, siguiendo una tendencia de comportamiento.
La teoría que manejan estos expertos es de que detrás de estos sucesos puede estar el crecimiento de la población de atunes, principal sustento de las orcas. Esto hace que la caza requiera menos esfuerzo y para ellas sea más fácil alimentarse, por lo que tienen tiempo para "aburrirse" y por eso buscan distintos estímulos.
"Cuando juegan con el timón, no entienden que pueden dañarlo y que esto afectará a los humanos. Es más lúdico que intencionado", asegura Alex Zerbini, presidente del comité científico de la Comisión Ballenera Internacional.
Las orcas gladis que atacan a los barcos son jóvenes, forman parte de un grupo de una quincena de individuos, y se acercan a las embarcaciones para golpear los timones con su nariz o con la cabeza.
"Las distintas poblaciones suelen tener especializaciones dietéticas distintas mantenidas por transmisión cultural, y estos 'ecotipos' suelen tener una variedad de tradiciones conductuales persistentes relacionadas con su alimentación divergente", asegura el citado informe.
"Cuanto más peligroso es el juego para las orcas, más les divierte", cuenta Naomi Rose, del Instituto de Bienestar Animal. Por eso se desaconseja intentar disuadir a las orcas de forma agresiva, porque puede resultar contraproducente y los daños pueden ser mayores.
El grupo de expertos propone, para minimizar los riesgos de posibles ataques, modificar los timones para hacerlos menos atractivos a las orcas, utilizando materiales más abrasivos o rugosos. Además, también aconseja probar dispositivos que emitan sonidos alrededor de los barcos, y colgar hileras de cuerdas lastradas, que no gustan a gladis.