España está llena de huellas del pasado en estado ruinoso, monumentos y edificios que entran en la lista roja de patrimonio que elabora la asociación Hispania Nostra en busca de la conservación. El último inmueble de Andalucía en incorporarse a este listado es el Ingenio azucarero de San Joaquín, una antigua fábrica ubicada en la localidad de Maro, en Málaga, que antaño de se dedicaba a la explotación de la caña de azúcar.
En sus orígenes, obtenía azúcar refinado y de azúcar antillano, aunque a medida que avanzaban los medios se incorporó también la producción de licores. Estas instalaciones abarcaban una superficie de 37.000 metros cuadrados, el complejo principal se organiza en una estructura de tres naves, siendo la central la de mayores dimensiones. A su alrededor se encontraban el Tablazo de Maro, el acueducto del Águila, las viviendas de los trabajadores o el estanque para el almacenamiento de agua.
Con la llegada de la Revolución Industrial, Andalucía comenzó a trabajar el azúcar. Concretamente, en Maro, el desarrollo en este sector se inició en el siglo XVI. Según recoge la propia asociación, el señorío fue adquirido por el licenciado Armengol, con quien se iniciaría el trabajo de la caña de azúcar en estas tierras.
El ingenio azucarero de Maro cambiaría de propietario en varias ocasiones en las siguientes décadas, hasta que finalmente, en el siglo XVIII, como consecuencia del matrimonio de la heredera de José Miguel Cañaveral con el marqués del Salar, D. Fernando Pérez del Pulgar, las tierras de Maro pasaron a manos de la familia Pérez del Pulgar.
La producción del azúcar fue un importante motor económico en la costa malagueña hasta la primera mitad del siglo XX, cuando empezó a experimentar una decadencia que dejó abandonadas las estructuras destinadas a esta actividad.
El Ingenio de San Joaquín de Maro está deteriorado por la falta de mantenimiento y por las inclemencias del tiempo. Hay grafitis en sus muros, los tejados están dañados y las paredes tienen grietas. Además, la vegetación ha invadido algunas partes. "Las antiguas calderas, molinos y otros dispositivos presentan señales de corrosión y oxidación, lo que compromete su integridad y dificulta su restauración", señala la asociación, que también menciona el vandalismo y el saqueo al que ha sido sometido este enclave.