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Loli, Paqui y Purificación llevan años en la lucha para pedir justicia por su hermano, quien bien podría ser mártir de la autonomía andaluza. Lamentablemente, su memoria se utiliza para blanquear una Transición Española que ni fue pacífica ni fue de color de rosa, desvirtuando al personaje detrás de la persona. Su nombre es Manuel José García Caparrós y fue asesinado por el disparo de un agente de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado aquella histórica jornada del 4 de diciembre de 1977. A día de hoy, y pese a que políticos de uno y otro lado le recuerdan en la esfera pública todavía nadie ha sido juzgado por el crimen.
Un año antes de la aprobación de la Constitución Española y tan solo medio año después de las primeras elecciones democráticas tras la dictadura de Franco, Andalucía salía a la calle para pedir que no se le olvidase en la negociación que ya estaba fraguando el Estado de las Autonomías. Aún muy lejos de lo que acabaría siendo el mal llamado café para todos, alrededor de dos millones de andaluces según fuentes de la época salieron a las calles con unas banderas verdiblancas, desconocida para muchos andaluces y españoles de la época, con objeto reclamar que Andalucía no se quedase atrás en el proceso. Entre ellas, la de un joven trabajador de 18 años de la fábrica de Cervezas Victoria y sindicalista de Comisiones Obreras, que enarboló la arbonaida en una multitud cercana a las 200.000 personas en Málaga. Un disparo acabó con su vida y con su sueño, el de ver una Andalucía con autonomía, una autonomía más en la compleja España plurinacional que no es tanto fruto del consenso como de la necesidad.
García Caparrós no es un mártir al uso, pero es un mártir porque murió asesinado por llevar una bandera andaluza el día en el que el gobernador civil de Málaga, Francisco Cabeza, dijo que no iba a permitir que se colocara aquella bandera en Diputación Provincial. La avanzadilla de un joven que trepó para ponerla, Manuel Trinidad Berlanga, detenido inmediatamente después, hizo que se desatara el caos. La Policía utilizó el pretexto para llenarlo todo de humo y disparar al aire y contra algunos de los manifestantes. Ahí estaba Manuel José García Caparrós. Su figura ha alimentado al andalucismo político durante años, pero ahora hace lo propio a los políticos que sacan provecho del andalucismo latente en la sociedad andaluza, que no reniega del sentimiento andaluz pese a llevar años sin decantarse por una opción política nacionalista o regionalista.
El andalucismo nunca ha dejado de estar de moda y que hace dos años la Junta de Andalucía, gobernada por el Partido Popular, declarase el 4 de diciembre como Día de la Bandera de Andalucía, no es baladí. La celebración del 4 de diciembre debería ser motivo de orgullo para todas las fuerzas políticas y los andaluces, independientemente de su signo. Sin embargo, hay una mancha histórica que sigue ahí, un lamparón de sangre entre el verde de la esperanza y el blanco de la paz que representa la bandera andaluza, impoluta e inmaculada, siempre presente en las reivindicaciones sociales, culturales y pacifistas de todo tipo, unos colores que no dividen y que siempre suman. La misma bandera que llevaba aquel día aquel malagueño, al que solo se le recuerda en vísperas de esta efeméride y por el que se sigue clamando justicia 47 años después.
La insistencia de sus hermanas, sus allegados, el andalucismo político y fuerzas políticas como Izquierda Unida, formación que lleva años acompañando a Loli, Paqui y Purificación en esta lucha, no acompaña con la creación del mito. ¿Por qué? ¿Qué pasó aquel 4 de diciembre de 1977 en Málaga y qué pasa hoy, 4 de diciembre de 2024, en España?
¿Víctima de la represión política? ¿Querella criminal?
Hace tan solo dos días, las hermanas de Manuel García Caparrós expresaron su decepción una vez más. Los años pasan y la justicia no llega. "El Gobierno ocultó el crimen y sigue siendo hoy cómplice", decían este mismo lunes acompañadas de Toni Valero, coordinador andaluz de IU y diputado por Málaga, que ha propuesto una Proposición No de Ley para instar al Gobierno a incluir el caso de García Caparrós y otros asesinatos en la Transición en el terreno de la Ley de Memoria Democrática. El texto ha sido aprobado con el rechazo de Vox y la abstención del PP, con el matiz de cambiar "víctima de terrorismo" a "víctima de la represión por razones políticas", una "negociación" que en palabras de Valero ha sido útil con objeto de que se "inicien los trámites, que haya una institución, en este caso el Gobierno, que haga la solicitud". Sin embargo, no parece que la desclasificación de todo el material llegue pronto, ya que aquella comisión de investigación, entonces llamada comisión de encuesta, realizada entre 1977 y 1978 por su asesinato, sigue siendo secreta.
La aprobación de esta norma no va a solucionar pronto la causa, pero al menos pone un poco de dignidad a su memoria, tal y como dijo su hermana Loli. "Se sabe que fue la Policía Armada quien disparó por la espalda a un chaval que solo llevaba la bandera de Andalucía, por eso lo mataron". Sin embargo, las investigaciones judiciales y la comisión parlamentaria que se creó para tal efecto determinaron que no hubo responsables y que primaría el silencio.
El disparo vino del arma de un Policía y sus hermanas están seguras de que aquella información se ocultó para no ensombrecer el relato de la Transición y no juzgar a quienes seguían, fuerza mediante, impidiendo la transformación democrática de Andalucía desde abajo. Loli, Purificación y Paqui se han cansado de esperar y han anunciado que van a poner una querella criminal al Ministerio del Interior. "Ocultó hace 47 años el crimen y hoy sigue siendo cómplice, llevamos muchos años con piedras en el camino y no hay forma de saber qué se dijo en esa Comisión de Investigación. Todos los años pedimos lo mismo y nos lo deniegan", decían este lunes. Una de las hermanas, Loli, se preguntaba: "¿Quedan algunos vivos que no quieren que salga a la luz esto? ¿Qué están ocultando?". Es un atrevimiento conocer si la querella criminal iría a buen término, pero al ser el implicado un Policía, las responsabilidades deben caer sobre el propio Ministerio del Interior, por lo que podría prosperar, según comenta el dirigente de IU.
La bandera del mártir es hoy efeméride institucional
Hace dos años el presidente de la Junta de Andalucía recibió en la sede del Gobierno andaluz, en el Palacio de San Telmo, a las hermanas de García Caparrós en un encuentro institucional en el que se mostró "de acuerdo" en todas las peticiones, poniendo el matiz de que dependía del Ministerio del Interior y del Gobierno de España, no de la Junta de Andalucía. En 2017 Susana Díaz llevó a la Mesa del Congreso desclasificar las actas, rechazada por la Mesa del Congreso, en aquel momento del PP, que dijo que la comisión de investigación de aquella época pidió garantía de secreto durante 50 años por sus declaraciones.
El encuentro de Moreno con las hermanas de García Caparrós se produjo poco después de que el gobierno andaluz comunicara que el 4 de diciembre se iba a celebrar cada año el Día de la Bandera, una forma de rendir memoria a las históricas movilizaciones de 1977, pero que enfadó a la familia de García Caparrós por no incluir en un primer momento a la víctima en el decreto. El presidente de la Junta reaccionó rápidamente y admitió su error diciendo que era consciente de "aquellos que perdieron la vida en defensa de la autonomía y de la democracia", votando a favor el PP de una iniciativa de reconocimiento a su memoria en Andalucía, algo inédito que denota un giro de guion.
Independientemente de las responsabilidades partidistas de unos y de otros, las hermanas de García Caparrós siguen reclamando justicia por su hermano, sin entender ya de siglas y colores políticos. El Día de la Bandera es hoy una efeméride institucional, algo que debe celebrarse en cualquier caso, pero una jornada a la que le queda camino por recorrer y tareas pendientes para ser redonda para todas y todos los andaluces. No puede haber 4 de diciembre sin el recuerdo a la memoria de García Caparrós, pero tampoco sin la solicitud de que se haga justicia y se eximan responsabilidades de quienes por defender un ideal le arrebataron la vida. No hay motivo para que ninguna de las fuerzas políticas democráticas se oponga a ello, igual que tampoco lo hay para que este 4 de diciembre sea un día de celebración en Andalucía. Un día de celebración, cabe recalcar, en el que siempre deben estar presentes la reivindicación de soberanía y autonomía, que aún a día de hoy para algunos de nuestros compatriotas siguen en tela de juicio. El papel de Andalucía está en juego y está sobre la mesa entre otras cosas porque nadie le regaló nada a Andalucía. Y si no, que se lo pregunten a la familia de Manuel José García Caparrós.
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