Manuel vive pegado a una máquina de oxígeno portátil. Desde que hace ocho años le detectaran problemas de pulmón, su salud se comenzó a resentir. Ahora, vive en una casa con numerosas humedades, lo que está empeorándola aún más.
Cuando se entra en su vivienda, en el centro histórico de Jerez, el olor a humedad es palpable. Y también es un problema muy visible. Las manchas están presentes en paredes de varias habitaciones, por toda la casa.
"Cuando llegué a esta vivienda estaba bien de salud, dentro de lo que cabe. Podía caminar dos o tres horas sin problema. Ahora no paso de 20 minutos", comenta Manuel Moreno Román, al que la humedad le cala los huesos, le quita fuerzas, le está empeorando la vida.
A Manuel, que ahora tiene 67 años, le detectaron problemas de pulmón cuando trabajaba en México, donde estuvo durante muchos años, y tras costearse los primeros tratamientos, decidió volver a España, para estar cerca de su familia, en su tierra, y para evitar estos altos desembolsos.
Los primeros años estuvo en una residencia, de la que salió en septiembre de 2020, al inicio de la pandemia, por temor a contagiarse y a no poder superar la enfermedad. "Me daba miedo, porque en mi misma habitación hubo personas infectadas", resume.
Por eso buscó una vivienda en alquiler que pudiera permitirse. En el centro de Jerez encontró una, pequeña pero con tres habitaciones, que cumplía sus expectativas. De 484 euros que cobra de pensión, dedica 300 euros al alquiler, más los gastos de suministros. "Me las apaño para comer lo que pueda, pero no dejo de pagar", dice Manuel, que pide el arreglo a su casera, que de momento no accede.
"No encuentro casa. Quiero buscar algo más o menos cerca, pero no hay nada de dos habitaciones", insiste el jerezano, que necesita tener más de una para poder meter por las noches la máquina de oxígeno y dormir separado de ella. "El sonido se te mete en la cabeza y no te deja descansar", explica.
Hace tres años que llegó a la vivienda, y aproximadamente desde hace uno sufre los problemas de humedad. "Cuando llegué no había manchas, lo habrían limpiado, pero aparecieron y cada vez va a peor", sostiene el pensionista. En la práctica, le impide meter ropa en los armarios, por lo que la tiene en un potro, o colgada del techo en la habitación menos afectada.
"La vecina de atrás también tenía humedades, y se las arreglaron, pero la mía no, y empeoró mi parte", cuenta Manuel Moreno, que vive entre manchas amarillas, o rosas, según la zona, que le están perjudicando. A Manuel le han propuesto que asuma el coste del arreglo de las humedades, "pero no puedo estar pagando alquiler y eso también, no me da", dice.
"Si encontrara otra cosa me iba, pero no la hay, ni me quieren arreglar el problema", proclama Manuel, desesperado. "Con la máquina no me puedo mover mucho y necesito estar por el centro", dice. Por eso es la zona en la que está centrando sus esfuerzos. De lo que está viendo, no encuentra alquileres por menos de 450 euros, casi la totalidad de su pensión.
A sus problemas pulmonares, suma un quiste que le detectaron en el estómago, para lo que está esperando fecha para la operación. "Llevo dos años en lista de espera, y en principio me dijeron que era benigno, pero es maligno y no me llaman", se queja. "Al comer se me hincha el estómago", incide. Y al respirar, le empeoran los pulmones.
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