La muerte de Agustín Cárdenas ha sido una tragedia que ha conmocionado a Jerez. Por la persona, y porque la muerte, homicidio, de un agente en servicio es algo para lo que hay que tirar de hemeroteca. Un suceso que el domingo culminaba con un funeral en la Catedral tras un día de luto oficial. Aún se podían ver banderas a media asta este lunes. Un coche conducido por un joven que daba positivo en cocaína tras una persecución a 180 km/h por la Jerez-Los Barrios. Cárdenas estaba en la zona del casi habitual control de la entrada en la ciudad por la A-381, cuando a las tres de la mañana del pasado sábado el atropello acababa con su vida.
Aunque era de Guadalcacín, vivía en Cuartillos. Siempre cerca del mundo rural, ingresó en el cuerpo hace casi 30 años. Hijo de un agente de la Guardia Civil, cuentan sus amigos que lo que tenía era vocación. Antonio Domínguez era amigo y vecino de Cuartillos. "Nos veíamos casi a diario. Ha sido un mazazo muy grande. Lo que ha ocurrido no se lo esperaba nadie". Cuenta de Agustín que era "muy buena persona". Porque era, además, "muy llano y muy cordial". Últimamente, dice, "no le gustaba mucho trabajar en la calle. Llevaba muchos años de patrullas". Y "teníamos suerte de tenerlo cerca".
"Cuartillos está entregado con la familia. Ha sido un palo duro para todos"
Porque Agustín, a pesar de que no era de toda la vida de Cuartillos, se involucró y siempre quiso ayudar a sus vecinos. Eso, con lo que conlleva para un territorio alejado del núcleo urbano, genera una conexión importante, un vínculo con la Guardia Civil. "Esto nos daba mucha tranquilidad". Un ejemplo que pone Antonio, que se dedica "a las casas rurales, durante un confinamiento perimetral iba a trabajar y me acompañó". "Lo vamos a echar mucho de menos. No se lo merecía. Esto no debe ocurrir nunca. Pero le ha tocado a él", lamenta.
También Antonio Durán, vecino, le recuerda. Se le marcan los ojos. "Era un hombre muy afable y siempre estaba por los demás". José Barriga, delegado de Cuartillos, lo reafirma: "Me decía que para lo que hiciera falta". Y estaba. Echaba manos en las verbenas, por ejemplo. "Ha sido un palo duro para todo Cuartillos", señala el dirigente. Durán insiste en que "estaba por vocación, era un tío fuerte. Tener una persona así en Cuartillos... Es un palo muy gordo". "Cuartillos está entregado con la familia", añade Barriga.
Un compañero de vocación y profesión, Jesús, conocido en la Guardia Civil como Chupi, se deshace en elogios. "Lo conozco de hace muchos años, conocí primero a su padre en la sección penitenciaria. Desde el minuto uno hemos tenido una gran amistad". Le describe como "muy campechano, con una mezcolanza de ambiente rural y ciudad. Era de Guadalcacín pero en la infancia también estuvo en Nueva Jarilla y luego se fue a Cuartillos, conocía bien la comarca". Explica que llevaba 30 años de servicio, que pasó por Madrid antes de volver a Jerez, y que ingresó primero como guardia civil auxiliar en la mili para entrar luego en la academia y ser ya agente.
Como guardia civil era "muy servicial. Era vocacional, y como dice el nombre, benemérito". El diccionario de la RAE define el adjetivo como "digno de galardón". Era "medio psicólogo, conversaba con la gente. Era siempre muy justo, digamos que no un castigador. Un profesional como la copa de un pino. El tío sabía bastante de leyes", dice con mucho cariño.
Chupi habla de la importancia que siempre otorgaba a su familia. "Era muy hogareño. Se volvía loco con su hija, sus nietos, su familia entera... Tenía una gran bondad. Todavía se me saltan las lágrimas. Es que no hay nada malo que se pueda decir de él". Y dentro de todo, deja unas palabras que impresionan. "Cumplió con su deber hasta el final. Tuvo la mala suerte y a todos nos puede ocurrir, nuestro trabajo es de riesgo. Se puede marchar satisfecho de que nunca ha fallado a nadie".
Las reivindicaciones de Jucil
Solo unos días antes del suceso, Jusapol, que se subdivide entre Jupol y Jucil, para Policía y para Guardia Civil, organizaba una concentración en Cádiz. Aunque la equiparación es una de las grandes demandas, en este caso se centraba en la situación del Campo de Gibraltar. "Estamos del lado de la Ley y de la Constitución y no al servicio de los narcos. No podemos luchar de tu a tú contra esta lacra que campa a sus anchas por nuestras tierras, y no lo podemos hacer porque nos faltan medios de protección, como chalecos antibalas, nos faltan vehículos que sean realmente eficaces y no las chatarras que hay con 500,000 km o que ni siquiera pasan ni nuestras ITV", indicaban.
"Nos falta personal humano, efectivos, estamos en inferioridad y eso se nota, nuestros compañeros no quieren venir aquí y los que llegan se van pronto, porque saben de las dificultades de la zona, saben del peligro que existe, saben que sus hijos en algún momento van a ser increpados por ser hijos de Guardias Civiles o Policías Nacionales, por ser hijos de las personas que están arriesgando su vida a diario para que haya una sociedad limpia, sin delitos, sin corrupción, y sin Narcos. Aquí nosotros no somos los que sobramos… los que sobran son ellos", manifestaban en un comunicado.
Por eso, reclamaban un endurecimiento de penas para "que no salga gratis" delinquir. Además, más medios humanos, más protección, más medios materiales y "un plan integral para la zona, que al estar al servicio de los narcos no sea la única ni la más fácil de las salidas, que haya siempre una alternativa de calidad".
Además, el reconocimiento de la zona como de "especial singularidad", con plus económico, baremo y descanso especial. "Jusapol no dará ni un paso atrás, nos avala todo nuestro trabajo y recorrido, seguiremos constantes y directos hacia nuestro objetivo, con los ideales originales intactos y con la misma fuerza que siempre, lo tenemos que hacer juntos, unidos como siempre, guardias civiles y policías, unidos por Jusapol. Seguiremos abriendo vías alternativas, como la que hemos abierto denunciando en los tribunales de justicia, se han admitido a trámite nuestras demandas de equiparación en los tribunales superiores de justicia de Castilla y León y Madrid", remachaban.
Por desgracia, sea indirecta o directamente, según señale la Justicia, todo apunta a que una vez más, la droga, la maldita droga, en vista del positivo en cocaína, y otra vez más, en una carretera que une Jerez y el Campo de Gibraltar, hay una víctima, otra vida inocente que se pierde. En esta ocasión, Agustín Cárdenas. El guardia civil que vivía en Cuartillos, hijo de agente, el padre, el abuelo, el marido, el amigo, el vecino. Un hombre detrás de un uniforme al que mataron haciendo su trabajo.
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