Pedir un café y encontrar una bolsita de azúcar en el platillo es una imagen habitual en bares y restaurantes de toda Europa. Sin embargo, esta escena tan cotidiana tiene los días contados. La Unión Europea ha aprobado una nueva normativa que prohibirá el uso de este tipo de envases monodosis a partir de mediados de 2026, en el marco de una ambiciosa política medioambiental.
La medida se enmarca en el Reglamento sobre Envases y Residuos de Envases (PPWR), que entró en vigor a finales de 2024. El objetivo principal del texto es reducir de forma drástica el volumen de residuos generados por envases, en particular los plásticos de un solo uso. “Las nuevas normas disminuirán considerablemente la generación de residuos de envases”, señaló la institución europea al anunciar la normativa.
Los principales afectados por esta nueva regulación serán los negocios del sector hostelero, como bares, cafeterías, restaurantes y otros establecimientos similares. El reglamento contempla la eliminación de envases de un solo uso no solo para azúcar y leche, sino también para salsas, aceites, vinagres y productos de higiene como gel de ducha o champú en formatos individuales, muy comunes en hoteles.
Adiós al uso cotidiano de productos individuales
Según el reglamento comunitario, estos recipientes representan una parte significativa de los residuos sólidos urbanos, concretamente un 36% del total, una cifra que Bruselas considera insostenible en el contexto de la lucha contra el cambio climático y la contaminación por plásticos.
Aunque la prohibición no se aplicará hasta dentro de más de un año, la medida ya ha generado amplio debate. Mientras algunos la aplauden como un paso clave en la protección del medioambiente, otros, especialmente los propietarios de negocios, expresan su preocupación por el impacto económico y logístico que implicará su cumplimiento.
Inquietud entre los hosteleros por los efectos económicos
La adaptación a esta nueva realidad requerirá cambios operativos significativos en la restauración. Muchos se preguntan cómo afectará la norma al precio final de los productos, a la dinámica de atención al cliente o a la gestión de suministros. Algunas de las soluciones que se barajan incluyen la instalación de dispensadores fijos y el uso de recipientes reutilizables.
Los representantes del sector señalan que, si bien están comprometidos con la sostenibilidad, necesitan más detalles y ayudas para implementar los cambios sin perjudicar la viabilidad de sus negocios. La incertidumbre crece a medida que se acerca la fecha límite sin que desde Bruselas se hayan especificado aún todos los aspectos prácticos de la norma.
Por ahora, la Comisión Europea no ha concretado más detalles sobre su aplicación, aunque ha dejado claro que no habrá vuelta atrás. A partir de mediados de 2026, los consumidores europeos deberán adaptarse a una nueva forma de consumir, más respetuosa con el entorno, pero que cambiará hábitos tan enraizados como el de endulzar el café con una bolsita individual.