Jaime Moreno Veas es un actor de Jerez que lleva dos décadas buscándose la vida en Madrid entre tablas de teatro, rodajes de cine, series de televisión y anuncios publicitarios.
Nació en La Granja en 1981 y un día de hace 21 años decidió hacer las maletas en busca de un sueño. Estudió en el Laboratorio Teatral William Layton y ha ido haciéndose un hueco en el exigente mundo de la interpretación. "Mi primer trabajo profesional fue en Sevilla, pero también he estado en Ciudad Real, Málaga, Valencia y, por supuesto, Madrid, que es mi centro neurálgico. Desde aquí me muevo para todos los sitios", cuenta a lavozdelsur.es.
Su rostro seguro que te resultará familiar. En la pequeña pantalla ha actuado como actor de reparto en series como Brigada Costa del Sol (Netflix), El Ministerio del tiempo (TVE), La que se avecina (Telecinco) o Centro Médico (TVE). Su estreno cinematográfico llegó con una película muy jerezana, Miel de naranjas, de Imanol Uribe, que fue rodada en territorio jerezano y Madrid.
La música, tras la interpretación, es su segunda pasión y, como afirma, "lo más cercano de sentirme como una estrella del rock fue haciendo un Don Juan Tenorio ante 3.000 personas, al aire libre y en varios escenarios", algo que tienen por tradición en Alcalá de Henares cada 1 de noviembre (día de Todos los Santos).
Durante la pandemia, lejos de quedarse de brazos cruzados, estuvo trabajando en un proyecto maravilloso llamado TeatroXTelefóno, en el que acercaba, junto al resto de compañeros, una obra de teatro –dividida en diferentes actos y días– a gente que no tenía acceso a la cultura. De esta forma llegaron a centros de menores, de mayores y penitenciarios. Como anécdota curiosa, una televisión rusa se hizo eco del proyecto e hizo un reportaje que llegó hasta tierras de Putin.
Una carrera muy teatral
Ha participado en anuncios televisivos (de conocidas empresas como Ikea, Estrella Galicia, Burger King, Oscar Mayer o Trident) que han tenido mucho tirón. Y, por si fuera poco, también trabaja narrando audiolibros, un sector que ha tenido mucha demanda a raíz de la pandemia. Teniendo en cuenta su dilatada trayectoria, hablamos de un actor polifacético, un todoterreno de la interpretación que tan pronto está subido a 25 metros de altura con un arnés con la compañía La Fura dels Baus, que hace una zarzuela Maruxa, bajo la dirección de Paco Azorín o trabaja en el Teatro Español.
Su carrera ha estado orientada principalmente hacia el teatro. Sus primeros pinitos artísticos fueron en La decadencia en Varsovia con el Centro Andaluz de Teatro. "Mi trabajo lo he enfocado mayormente hacia el teatro. Dicen que es la más difícil entre las diferentes disciplinas de la interpretación, pero como es lo que más he hecho, a mí me resulta más fácil que la tele o el cine. Todos los caminos de la interpretación son muy válidos y complicados. La tele también es una escuela brutal y el cine es una maravilla. He hecho cosas muy variopintas", destaca Jaime.
Entre los recuerdos que ha ido grabando en su disco duro de momentos vividos se encuentra el montaje en el que coincidió con Constantino Romero, Beaumarchais, dirigido por Josep María Flotats. "Fue un montaje muy bonito en el que coincidimos unos 30 actores, unos más conocidos que otros". Entre los intérpretes se encontraban rostros habituales en series de televisión como María Adánez, Raúl Arévalo, Pedro Casablanc o Ramón Barea.
"Esta profesión es muy difícil y hay que ponerse las pilas para todo. Sigo haciendo pruebas y millones de castings"
Su profesión es de actualización y lucha continua, de altibajos en una constante montaña rusa. Actores y actrices ya consagrados tienen temporadas de vacas flacas y dificultades para encontrar papeles. Loles León, recientemente, declaraba que "en esta profesión o te mueres de hambre o de sueño". ¿Cuál es el secreto para sobrevivir de la interpretación durante 20 años? "Hay que cultivar la paciencia y la esperanza. Al principio me quería comer el mundo cuando llegué. Tuve la suerte de terminar en la escuela de interpretación y encontrar un trabajo pronto en el Centro Andaluz de Teatro junto a otros dos actores. Tendría 25 años y mis amigos me decían que ya no pararía. Pero esta profesión es muy difícil y hay que ponerse las pilas para todo. Yo sigo haciendo pruebas y millones de castings. Es una lucha permanente para buscarse las papas y las habichuelas".
Tras dos décadas en la capital de España, no ha perdido ni un ápice de la ilusión con la que llegó, aunque confiesa que cada vez echa de menos Jerez. "Bajo tres veces al año y es inevitable no pasárselo bien. Mi madre me mima y los amigos me tratan como si no hubiese pasado el tiempo. También echo en falta la hermandad familiar que se creaba con los vecinos de La Granja. Aquí en Madrid es imposible. Antes vivía en el centro y me he tenido que mudar a Vallecas por la gentrificación. Hasta llegar aquí no había tenido esa vida de vecinos. En Madrid hay una impersonalidad brutal", comenta el actor jerezano.
"Echo de menos la hermandad familiar que se creaba con los vecinos de La Granja"
Jaime ahora está sumergido en un proyecto "muy chulo" que se está vendiendo como cortos independientes, pero que el director pretende, si cuenta con una buena financiación, convertir en serie o película. "Son diferentes capítulos, que no tienen nada que ver unos con otros, pero que tienen un leitmotiv en común y es que todas las historias se desarrollan en una misma casa, pero en distintas épocas del siglo pasado y el presente". La producción es de cine y Jaime hace un personaje de reparto. Ya están rodadas dos partes: 450 euros con wifi y Claudia, que está por estrenarse.
"Soy actor cuando me dejan", confiesa este intérprete todoterreno que también se atreve con la docencia. "Cuando no me ha salido nada, me he dedicado a formarme y ahora estoy formando a nuevas generaciones y a gente que tiene el teatro como afición. Tengo dos grupos, uno de iniciación y otro avanzado. Llevo como seis años con esto y estoy muy contento. Ya no tengo que hacer promoción por redes sociales ni andar pegando carteles. Por fin me funciona el boca a boca y cuento con un total de 26 alumnos", cuenta este profe de teatro y eterno aprendiz de la escena porque su mundo está en permanente evolución. "Estoy encantado –relata Moreno– de conocer nuevas disciplinas que luego se pueden integrar con el teatro más o menos al uso. El teatro cada vez más se mezcla con la danza, el circo o la performance. Los musicales están a la orden del día y las nuevas generaciones salen muy preparadas y no hay que quedarse atrás".
Esos espectáculos híbridos en los que ha actuado transitan entre el cabaret y el teatro. Pasajes itinerantes en los que reciben al público en la calle y caminan por diferentes rincones del recinto teatral hasta llegar al mismo escenario. Sobre la vida, él se mueve con una sonrisa, adaptándose a los tiempos y probando incluso en la dirección de escena dentro del colectivo de mujeres LaMatrioska. Traspiés, estrenada en el Festival Internacional de Almagro, ha sido su primera creación, en verso y para pública familiar.
Comentarios