Juan Almenara, medio siglo en defensa de los trabajadores en la Bahía: "Soy un rebelde con causa"

Afiliado a CCOO pero sin contar con un local, va a recibir la distinción de Hijo Predilecto de Puerto Real por su dedicación constante porque hoy en día sigue asesorando a quien le pide su ayuda aunque sea en la calle

Juan Almenara, sindicalista de Puerto Real, posa en el paseo marítimo.
Juan Almenara, sindicalista de Puerto Real, posa en el paseo marítimo. MANU GARCÍA

"La historia de Juan es la de muchas personas que pelearon sin descanso por conseguir un entorno laboral mucho más justo". Es el testimonio de uno de los muchos trabajadores y trabajadoras que en algún momento se pusieron en manos del sindicalista Juan García Almenara, que sigue en activo a pesar de estar jubilado.

Junto a otras seis personas será distinguido este sábado en el Día de la Villa de Puerto Real. En su caso será nombrado Hijo Predilecto de Puerto Real, por su trayectoria sindical y por la defensa de los derechos laborales de los puertorrealeños. Es considerado por muchos como una buena persona, pero si va a pasar a la historia de la localidad es porque llevó esa bonhomía al campo sindical para ayudar a todo el que requirió de su consejo.

"Significa mucho para mí porque es un reconocimiento a mi trayectoria y una vida siempre vinculada a los trabajadores. Yo siempre he sido un rebelde con causa y mi causa siempre han sido los trabajadores", explica a lavozdelsur.es.

Empezó en el sindicalismo cuando hacerlo significaba jugarse el tipo. Procedía de una familia humilde en un pueblo que siempre se ha vinculado a la lucha obrera. Su recorrido laboral empezó como dependiente de comercio, un mundo que en los años 60 contaba con más mujeres que hombres detrás de los mostradores.

Desde la clandestinidad reaccionó a las injusticias de la época repartiendo octavillas en el centro del pueblo en el germen de una forma de trabajar que fue constante en su vida. En los años 70 ya había un movimiento sindical y con la legalización de los sindicatos ya pudo empezar a ir a defender a los trabajadores. "Antes no se podía ir a la inspección de trabajo porque te detenían", señala. Un empresario quería echar a unas trabajadoras que estaban sin contrato y Juan palpó que era el inicio de una nueva era. "Me fui al inspector de trabajo, procedente del franquismo. Me dijo que si íbamos a denunciar al empresario que les estaba dando trabajo y de comer. Yo le dije que los tiempos iban a cambiar".

Juan pertenecía entonces al Partido Comunista, aunque muy pronto fue uno de los hombres fundamentales de la creación de Comisiones Obreras de Puerto Real. Estuvo 20 años en una tienda de ropa y ya entonces empezó a costarle caro el hecho de ser sindicalista. Su primer despido llegó, precisamente, por ponerse del lado de otros trabajadores. "Ya teníamos enfrente al enemigo. Los empresarios también se empezaron a unir", recuerda.

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Juan Almenara, con un grupo de amigos en Puerto Real. MANU GARCÍA

Consiguió ganar su primer juicio por despido improcedente, pero no fue readmitido y pasó a conocer el mundo de la siderurgia a través de Astilleros. "Me metieron un almacén de pintura, pero después me hice cargo del control de calidad hasta ser el coordinador de todas las empresas auxiliares de Astilleros", Eran tiempo, en los años 80, cuando la plantilla estaba compuesta por 2.000 personas.

"Ya estábamos clarificando las posturas, consiguiendo derechos, porque había trabajadores que estaban en el metal y cobraban por la construcción". Si se dejó notar en el mundo del comercio textil, más lo haría en la industria naval. Promovía las elecciones sindicales de las empresas. Cuando fue viendo las primeras injusticias en el sector empezó a activar actuaciones que siguen siendo recordadas, como cuando se encerró con 14 trabajadores durante 22 días en un barco. Aquello le costó el despido. Entonces todavía no era intocable. Era discontinuo en la empresa y no delegado sindical, aunque la asamblea de trabajadores lo habían elegido para representar a la plantilla.

De allí pasó al mundo de la construcción como peón albañil. Estuvo en Dragados y Construcciones y también fue celador en el Hospital. Muchos años de idas y venidas, pero siempre con una labor constante en CCOO. "Terminaba el trabajo y me iba al local. Tengo que agradecerlo mucho a mi mujer, que siempre me entendió y respetó mi vocación de ayudar a los trabajadores".

Y, en su caso, llevar a cabo una labor sindical no estaba reñido con ser el primero en dar el callo trabajo. "Yo era el único del comité que se ponía al mono para trabajar. Hay gente que llegan al sitio, no tienen ideología y están ahí por ocupar un espacio". No es su caso. "Por primera vez en aquella época conseguí un convenio del centro, que antes estábamos regidos por el convenio provincial del metal cuando tenía que tener una mejora de convenio porque aquella una empresa que facturaba mucho, teníamos un convenio propio". 

Su situación en Dragados era muy estable, pero en cuanto se enteró de que la empresa realizaba despidos y después volvía a contratar a trabajadores para recibir subvenciones, lo denunció. Las represalias eran las mismas que en años anteriores. "Me quisieron despedir y les dije que le podía costar caro. Lo sabían y me ofrecieron 14 millones de pesetas de aquel tiempo a cambio de quitar la denuncia y dije que no. Juan Almenara no se vende. Los trabajadores habrían pensado que toda mi vida era una mentira. Hice un escrito al defensor del pueblo y a Derechos Humanos. El juicio se lo gané, pero no hubo readmisión. Me dieron seis millones de pesetas".

Siempre intachable, ha seguido su trayectoria hasta hoy. Se le puede seguir viendo reuniéndose con trabajadores, pero ya no en el local de CCOO de Puerto Real, sino en plena calle. "Yo he estado siempre activo. Y al día de hoy que estoy jubilado, lo sigo estando. Hace tres años cerraron el local y la alternativa que me dieron era reunirme con las personas que me necesitaran en Cádiz. Pero no hablamos de personas que ganan 1.800 euros al mes, sino gente que trabaja dos meses y lo echan a la calle y que a lo mejor no tienen paro. Yo no quiero estar en un despacho para llevar el tema de los pensionistas. Yo todavía me siento metalúrgico".

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El sindicalista de Puerto Real, en el paseo marítimo con unos amigos. MANU GARCÍA

Le llegan personas "que no tienen cobertura para cobrar, en desempleo, con contratos en fraude de ley, muchos, muchísimos. Y muchas mujeres también. Los sindicatos prácticamente están desaparecidos hoy. Yo los atiendo sentados en un banco, en el Burger King o donde sea. No puede ser que a los trabajadores de una contrata de Astilleros que son afiliados a CCOO les den cita en un mes cuando tienen 15 días para presentar una denuncia".

No le molesta que se le plantee que los sindicatos mayoritarios están hoy en día bajo sospecha porque parecen estar más cerca de las empresas que de los trabajadores: "Te lo puedo confirmar y lo he dicho al sindicato. Yo veo a personas en un despacho con un ordenador y un móvil y para mí eso no es el sindicalismo, hay que salir a la calle moverse. No te puedes vender por 20 horas sindicales al mes a una empresa cuando las empresas están haciendo lo que están haciendo".

"¿Por qué acuden a mí? Porque escucho a todo el mundo. Mi teléfono lo tiene mucha gente. Me llega mucha gente que tiene miedo. Yo les digo que hablo directamente con sus jefes si quieren, pero me dicen que tienen miedo a ser despedidos. Hoy en día, tanto en las contratas de Astilleros como en Dragados se están perdiendo derechos que costaron mucho conseguir. Les dicen que si no están de acuerdo con las condiciones, en la puerta hay tres dispuestos a aceptarlas".

"Hace 15 años Juan estuvo con nosotros en un encierro que hicimos en el Ayuntamiento durante un mes. Un luchador nato que siempre está al otro lado del teléfono". Así lo define una trabajadora que siempre le estará agradecida. Muchos testimonios como estos han respaldado la propuesta para convertirlo en Hijo Predilecto de Puerto Real.

Pero la historia de Juan Almenara no se centra exclusivamente en el mundo sindical. Cuando se jubiló hizo un acceso a la Universidad para el Aula de Mayores, que son cursos de cinco años regulados por la Universidad que son de cinco años. Para darle continuidad a las personas que finalizan el quinto curso creó la Asociación Universitaria Aula Permanente, de la que es presidente, que une la cultura con el patrimonio. "Hay un programa que hemos diseñado nosotros que se llama el acercamiento de la universidad a los pueblos. Ahora mismo en la asociación somos 180 y la edad oscila entre los 60 y los 80 años, Me dicen que no saben qué harían si no fueran allí, que tendrán que estar todo el día en el sofá o llenos de dolores".

Sobre el autor:

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Francisco J. Jiménez

Licenciado en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de Sevilla, hace periodismo desde mediados de los años noventa. El Grupo Joly, la Agencia EFE, eldiario.es, Mediapro, Mediaset o Dazn han sido algunas de las empresas en las que ha trabajado y en las se ha curtido en el oficio. Cualquier temática es buena siempre que sea un tema potente para un lector inteligente. En constante aprendizaje, en constante evolución.

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