Este pasado lunes las probabilidades de lluvia en Jerez rozaban el 100%, como consecuencia de la gota fría que ha afectado a muchos puntos de Andalucía. En cambio, solo llovió en plena calle Ancha. Era una lluvia mágica, la que solo puede crear la magia del celuloide. Desde hace un par de semanas —y hasta mediados de septiembre prácticamente—, una troupe de unas doscientas personas desayuna, almuerza, cena y duerme en la ciudad con motivo del rodaje de El verano que vivimos, una película dirigida por el gallego Carlos Sedes y con un presupuesto que ronda los seis millones de euros.
Lo excepcional para Jerez de la superproducción de Bambú, Atresmedia, Warner y La Claqueta no es ya el hecho de que la mayor parte de sus secuencias se estén rodando en la ciudad, con el impacto y el retorno que ya de por sí eso supone, lo absolutamente relevante en cuestiones de imagen y promoción —la cinta podrá verse a nivel nacional e internacional en cientos de salas de cine— es que además el filme centra el eje de su trama en el Jerez bodeguero de los años 50.
Para recrear y ambientar aquellas décadas maravillosas del sherry, no dejan de sucederse los decorados y los coches de época por diferentes enclaves del centro jerezano, lo que lógicamente seduce a curiosos y viandantes estos días. Desde ayer lunes se ruedan algunas de las secuencias clave de la película. "Pasarán años para que se repita una película donde el protagonismo es 100% de los símbolos de Jerez", comenta Pedro Grimaldi, responsable de la Jerez Film Office, una oficina atenta a las necesidades previas y actuales del enorme equipo de rodaje. Y añade: "Es un spot de 115 minutos de la ciudad. "¿Cuánto vale proyectar eso en la gran pantalla?".
Sobre el rodaje en sí mismo, pese al hermetismo de Warner sobre todo lo que le rodea, Grimaldi sí comenta que el equipo "está encantado tanto con la figuración como con el comportamiento respetuoso de todos los curiosos que se dejan caer por el rodaje". La estación de trenes, la Alameda Vieja, el palacio de Petra de la Riva en la plaza de Rafael Rivero, las viñas, las bodegas González Byass... son muchísimas las localizaciones de la ciudad, ambientadas en la época en la que discurre la historia de amor que cuenta El verano que vivimos, que podrán contemplarse en los cines de medio mundo.
Este martes es el actor Javier Rey el que baja subido a una Montesa de los años 50 por la Porvera. Hace unos días, Jesús Méndez cantaba en el tabanco El Pasaje, en una inusual proyección del flamenco a la gran pantalla. Ayer lunes era un grupo de extras los que se disponían a celebrar la pisa de la uva, u otro grupo de actores los que veían pasar bajo la lluvia a una comitiva encabezada por un coche fúnebre de la época por la calle Ancha. No llovía en todo Jerez este pasado lunes, salvo en aquel punto, donde las enormes grúas hacían posible lo imposible. La magia del cine. Una magia que puede hasta que devuelva, coincidiendo con la premier, las proyecciones cinematográficas al Teatro Villamarta.
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