Son las calles de siempre, pero no tienen nada que ver. Las mismas plazas. Los mismos bares. Caras conocidas. Caras que suenan. Alguna cara amiga. Menos caras de las que uno imaginaba para una noche en Jerez, cuando el tiempo acompaña. Los bares a medias. Nada de trasnochar. A las doce, algunos, última consumición. Algunos de los más demandados en las calles más concurridas (El 7, por ejemplo), ni siquiera abrieron. Es fase 2. Pronto abrirán las discotecas, según el Gobierno ha permitido, aunque no se permitirá bailar, toda una afrenta a la distancia de seguridad. Y con esa moderada alegría de los bares moderadamente en marcha, ¿qué pasa con la vida social?
Gabriela cuenta que apenas es la segunda vez que viene a un establecimiento hostelero. Sí ha paseado por la playa, por ejemplo, porque "hay que intentar hacer las cosas que hacíamos antes". Ronda los 30 años y fue a desayunar esta semana, pero tiene personas de población de riesgo en casa, por lo que extrema el cuidado. "Te lo puedes pasar bien, pero no es igual", cuenta una amiga que la acompaña, Miriam, de la misma quinta. Y una de las claves, de esas cuestiones que dan el pulso sobre cómo es la nueva vida, es ligar. Miriam se quedó a punto de seguir conociendo a un chico con eso del confinamiento. "Tenía la maleta hecha cuando dijo Pedro Sánchez que entrábamos en el estado de alarma". Así, todo se torció.
Ahora vuelve un poco de la normalidad. Y ligar, lo que es ligar, tendrá que adaptarse a los tiempos. España es un poco menos explícita que otros países en estos asuntos, por más que reúna la fama latina. Reino Unido, por su parte, ha especificado que se prohibirán los encuentros sexuales con personas no convivientes. Uno de los ministros explicaba que el objetivo era impedir contactos íntimos fuera del círculo diario, mientras el país cuenta ya con una terrible lista de 40.000 fallecidos. "De lo que se trata es de asegurarnos de que la gente no pase la noche fuera de su casa", señalaba.
Gabriela indicaba este sábado un encuentro no necesariamente enfocado a ligar. Pero se enfada porque entiende que la gente no actúa con plena responsabilidad. "Me han venido a dar dos besos y le he dicho: '¿Qué haces, quillo?'". Es la normalidad de gente con mascarilla y gente sin ellas. Rosa, otra chica el sábado por la noche por el centro de Jerez, sentada en una terraza, señalaba que "me han dicho de quedar y algo he salido". Pero da muestras de cierta confianza en la mayoría. Acude con Victoria al centro, para quien "tengo claro que todos vamos a pasar el coronavirus, aunque ahora hay menos casos. Es importante hacer gasto".
Otra amiga que acude con ella le responde que, en realidad, le molesta que "haya gente que cuando se le ha dado la posibilidad se haya dedicado a ir cada día a comer, desayunar, cenar... Han estado dos meses encerrados y no ha pasado nada. Cuanto más sales, más veces te mueves con gente que no sueles ver". Rosa, por su parte, reconoce que siente cierta preocupación porque se ha dado algún beso con una persona que ha empezado a conocer. "Yo tengo una amiga que ha empezado una relación, saltándose el confinamiento", sin dar más detalles, incide Victoria, para quien no será tan difícil. "Ya era difícil antes", había dicho Gabriela. Miriam, asimismo, da detalles sobre los protocolos que tiene en su trabajo, que le producen un enorme cansancio pero que cumple sin dudas, afirma. "Y ahora ves gente en una terraza o dentro dándose besos, sin guardar la distancia...".
La calle San Pablo, en cualquier caso, luce a medias. Es una de las más concurridas del centro, con un estrecho espacio muy frecuentado que le hizo ser declarada zona acústicamente saturada en el pasado. Ahora, puede que haya ruidos, quizás, a eso de la medianoche. Pero es la calle de los grupos cerrados que interactúan menos entre ellos. No hay gente de pie con cervezas como antes. Nada de pararse con alegría. Se reduce a los que se ha previsto que se salude, y con el resto, aunque se le conozca, como si fueran tribus ajenas, se les habla con mascarilla. "Lo importante es que, si estás con unos a veces, no sigas cambiando de gente". Eso recorta posibilidades en todos los aspectos. Pero, como ella dice entre risas, fácil no era antes eso de ligar. O al menos no con alguien que mereciera "la pena". Ahora esa pena, ese esfuerzo, es el de arriesgarse. Pedro Sánchez, por el momento, no se ha pronunciado sobre cómo será la nueva normalidad para ligar. Apenas hace unas semanas que se puede salir a los bares. El verano dictará. Una más, en un mundo cada vez más extraño, de esas cosas que no se parecen a lo que fueron. Una incertidumbre más en un país que, a diferencia del Reino Unido, no se ha parado a pensar en medio de la tragedia y una sensación derrumbante, en cómo abrir los círculos sociales.